Acabo de terminar de leer con mucho interés y tanto aprovechamiento el libro que Daniel Lacalle publicó en agosto de 2015, titulado ‘Acabemos con el paro’. La primera reflexión de la que quiero dejar constancia ya en el primer párrafo es que una obra con este título, en un país como España (solo superada en paro por Grecia), debería ser de obligada lectura no solo en universidades y colegios, en bibliotecas públicas y privadas, en el Congreso y en el Senado, en los partidos, en los sindicatos y en las patronales, y en tantos etcéteras, sino que debiera ser de lectura obligatoria para todo español con capacidad de leer.
En efecto, el primer bombazo, el primer aldabonazo en la conciencia, el primer reto intelectual del libro, es su título. A muchos españoles, acostumbrados desde hace varias generaciones a cargar con altísimas tasas de paro, este título podría parecer de entrada una enormidad, una bravuconada española, una utopía, un brindis al sol o incluso una broma. ¿Se puede acabar con el paro en España? Mucha gente ya se ha resignado a que no, a que el paro es una fatalidad histórica, un problema “estructural” que puede ir a más o a menos, pero nunca acabar. Se han resignado a que tenemos que convivir con que varios millones de conciudadanos (2 o 3 en las mejores épocas y 5 o 6 en las peores) malvivan en ese terrible agujero negro y a que lo mejor que puede hacer uno es apañárselas para no entrar en él.
Y aquí es cuando el economista Daniel Lacalle da el primer palmetazo en la frente, como diciendo: ‘¡Recuerde el alma dormida! ¡Avive el seso y despierte usted, hombre!’ Porque el economista no se ha limitado a formular una frase de líder, una frase motivadora que anime a los prójimos a trabajar por un reto, sino que durante más de 300 páginas se va a dedicar a proponer con argumentos y datos cómo es posible lograr esa meta marcada.
Es un libro concreto y eminentemente práctico. Incluye elementos teóricos e históricos, pero no se enreda en ellos, y tampoco se pierde en abstracciones. Partiendo de la tozuda, áspera y cotidiana realidad, plantea un análisis de presente del problema del paro, plenamente actualizado al momento de la publicación. Propone soluciones y recetas aplicables desde ya, no a la espera de una España futurible e hipotética. Todo ello en un trabajo bien documentado y sólidamente hilvanado, con abundantes datos macroeconómicos de España y de otros países, así como valiosos testimonios de emprendedores y una entrevista completa a un cargo sindical.
A continuación, y porque la lacra del paro no puede esperar a que usted se lea el libro, me propongo sintetizar en 10 puntos someramente explicados algunas de sus claves principales, todo sea por el buen fin para el que se concibió. (Advierto que las explicaciones no son directamente atribuibles a Daniel Lacalle, aunque sí están fuertemente inspiradas por él).
1.FLEXIBILIDAD
Está suficientemente demostrado que los mercados laborales flexibles crean más y mejor empleo que los mercados laborales rígidos. Es un principio tan evidente que no necesitaría demostración, pero por si acaso ahí está la demostración de la experiencia y de la comparativa entre países. La mejor indemnización posible a un despido es encontrar otro puesto de trabajo pronto.
2. PYMES Y AUTÓNOMOS
España tiene una estructura empresarial caracterizada por el gran número de pequeñas y medianas empresas. Estas suponen más del 90% del tejido empresarial del país, y la gran mayoría tiene muy pocos trabajadores. El 99,999% de los empresarios no tiene nada que ver con Amancio Ortega, Florentino Pérez o Juan Roig, y hay que pensar en este 99,999%, porque son los que más puestos de trabajo van a crear, no así el Estado mastodóntico ni las grandes empresas, que están en sus topes de empleo. Lacalle propone el reto de crear 2 millones de empresas para crear 5 millones de puestos de trabajo (ya ‘solo’ nos faltan 3.891.403, según los datos de mayo). También propone favorecer el crecimiento de las empresas (de pequeña a mediana y de mediana a grande) con incentivos fiscales y eliminando obstáculos burocráticos.
3. IMPUESTOS
Hay que bajar los impuestos, tanto a personas como a empresas. España tiene un alto grado de presión fiscal. El dinero está más seguro en las cuentas de los particulares que en las arcas del Estado, y seguramente va a ser mejor empleado por los primeros que por el segundo. Bajárselos a todos, los “ricos” también tienen derecho a manejar su dinero como mejor les parezca, para eso se lo han ganado.
4. ¿A QUÉ PAÍSES IMITAMOS?
Ahora no será porque no haya ejemplos. Por un lado tenemos las tasas de paro de Japón (3,2%), Alemania (4,2), Estados Unidos (5), Reino Unido (5,1), Dinamarca (6) o Suecia (6,7). Por el otro, las de Grecia (24,2%), nosotros mismos (20,1) o Croacia (14,6). No hay ningún gran país europeo con una tasa de paro siquiera cercana a la de España. Es cierto que cada país es distinto pero también es cierto que todos están habitados por humanos, y lo que funciona en un lugar del mundo puede funcionar también en otro. No vale la excusa de que nuestro carácter es distinto al de los nórdicos o los anglosajones. Y si no, cambiemos de carácter, aunque solo sea por acabar con el paro.
5. MENOS ESTADO, MENOS BUROCRACIA
El Estado no es gratis, ni mucho menos, es lo más caro que hay, y lo pagamos entre todos. El Estado es un ente abstracto que por definición no puede cubrir todas las necesidades de los ciudadanos, ni por la misma razón estar cerca de ellos. Lo que el Estado no alcance, es mejor que lo deje en manos de quien sí lo pueda alcanzar. Lo contrario es tirar piedras contra nuestro tejado. Párese un momento y observe si siente una carga sobre los hombros: posiblemente sea la del Estado. Por otra parte, el exceso de burocracia no hace sino entorpecer el desarrollo económico. A casi nadie le gusta esperar: pues al dinero menos.
6. PRUDENCIA PRESUPUESTARIA
En los primeros años de la crisis se puso de moda el latiguillo de “no se puede gastar más de lo que se ingresa”. Este es un principio básico de toda economía sana. Es ineludible controlar el gasto público, utilizar bien cada euro, que ‘ha costado mucho ganarlo’ (al español que lo ha ganado) y no caer en el dispendio o el despilfarro (tampoco en época de vacas gordas, no olvidemos las lecciones del patriarca José).
7. ATAJAR LA CORRUPCIÓN
Como bien señala Daniel Lacalle en el libro, la corrupción no solo es un problema moral, también es un problema económico. Clama al cielo que en un país donde casi 4 millones de personas no pueden trabajar se produzcan estos escándalos. Se da el agravante de que algunos de los más importantes en cuantía están relacionados con el empleo, como es el de los ERE fraudulentos de Andalucía y el caso EDU de fraude en los cursos de formación para parados. Es especialmente sangrante que estos escándalos se produzcan en la región con más paro de Europa. Necesitamos tolerancia 0 hacia la corrupción por parte de todos.
8. I+D+i
Está comprobado que el desarrollo tecnológico hace más competitivas las economías y por lo tanto hace falta apostar por ello si queremos estar a la altura de los mejores. No es gastar por gastar, es invertir con sentido y con cabeza.
9. EDUCACIÓN
Hace falta una educación más orientada al mundo real, que favorezca la inserción laboral de los estudiantes. El Plan Bolonia ya ha supuesto un avance pero aún falta mucho por hacer en este sentido. Una educación que no solo estimule la memoria, sino otras habilidades y aptitudes necesarias en el mundo laboral de hoy como son la oratoria, la negociación o el trabajo en equipo. También es útil inculcar nociones económicas a los estudiantes desde pequeños y evitar los prejuicios ideológicos.
10. DESTERRAR NUESTROS PECADOS CAPITALES
Siempre se ha dicho que la envidia es el principal pecado capital español, aunque algunos foráneos señalen que nuestro mayor pecado capital es la soberbia. Sea cual fuere, es necesario erradicar los dos porque los dos son muy perjudiciales para el crecimiento económico y por lo tanto para la erradicación del paro. Cultura del mérito y del esfuerzo, reconocimiento de la capacidad de trabajo y de la capacidad intelectual de las personas y humildad son recetas seguras para el éxito colectivo e individual.
Así que, amigo lector, ya sabe: si le recomiendo leer el libro es simplemente porque no puedo obligarle a hacerlo. Acabar con el paro es tarea de todos. Tener las ideas claras sobre cómo conseguirlo es una responsabilidad moral de cada uno como ciudadano y como votante.
Aprovecho estas líneas para expresar mi profundo agradecimiento a Daniel Lacalle por haber escrito este libro. Mi agradecimiento como español preocupado por la fortuna de su país y como joven trabajador a quien a pesar de sus esfuerzos no le resultó fácil encontrar puestos de trabajo. Que así lo reciba si por ventura lee este artículo.
*FOTO: Milton Brooks, ‘Huelguistas de la Ford’, fotografía ganadora del Pulitzer en 1941