Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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Islam y Modernidad: Reflexiones blasfemas

En Cultura política/Pensamiento/Religión por

Más tarde o más temprano, cualquiera que entre a fondo en las Humanidades o se interese por comprender la actualidad más allá de las tertulias periodísticas, termina topándose con las grandes estrellas del pensamiento actual. Toda selección es subjetiva y discutible, pero con toda seguridad el filósofo esloveno Slavoj Žižek (1949) emergerá como una de esas figuras indispensables.

Salvo por extractos aislados, fragmentos citados en otras obras y entrevistas en diversos medios, no soy lector de Žižek, lo que significa que debería tomar prestada demasiada información para poder esbozar su perfil intelectual. Por esta razón, el comentario que propongo sobre esta última obra suya se centrará en el contenido de la misma, “descontextualizado” de la trayectoria de su autor. Con todo, de los datos que fácilmente se pueden recoger en la red, a partir de la lectura de este librito sí es fácil certificar algunas de sus señas de identidad, como son la aplicación de categorías del psicoanálisis lacaniano para el análisis cultural o la hibridación del mismo con la filosofía hegeliana. Ah, y que el tipo es un verdadero agitador, en el mejor y peor sentido de la palabra. Sigue leyendo

Ensayo sobre el hombre perdido

En Pensamiento por

Es un lugar común entre los historiadores de la Filosofía afirmar que estamos en una nueva era, la postmodernidad (al menos respecto al razonamiento discursivo), caracterizada si no por un encarnizado escepticismo, o más aún el fundamentalismo nihilista, sí por una profunda desconfianza frente a toda pretensión de verdad.

No en vano dijo el afamado filósofo y psiquiatra Viktor E. Frankl, desde el campo de concentración en que fue deportado por el régimen nazi de A. Hitler, que la barbarie del S. XX traía consecuencia de las mesas de los sabios: fueron los grandes pensadores de la edad moderna, sobre todo un Hegel en que el antisemitismo tuvo su epicentro, quienes teorizaron en ese sentido sobre la verdad del hombre y la inferioridad de la raza judía. Sigue leyendo

Revolución, conservadurismo y el voto del miedo

En Cultura política/Pensamiento por
Imagen de 20minutos.es

Cuando se avecinan unas elecciones en las que remueven las aguas nacionales serias y extendidas pasiones revolucionarias, profundas ansias de cambio y de inmediatez, el panorama electoral se divide inevitablemente entre extremos en el eje derecha-izquierda. El centro –algo menos ideologizado–, entre el miedo preservador y la audacia constructiva.

“IZQUIERDA” Y “DERECHA” EN POLÍTICA

La extrema derecha, el “conservadurismo radical” (como Mussolini en Italia o, según dicen, Franco en España), es el resultado de la aplicación práctica de aquella sentencia del maestro Hegel en su afamada obra “Fenomenología del espíritu” (Phänomenologie des Geistes): “el Estado es la suprema encarnación de la Idea“.

Para los profanos en el autor (de obligada lectura para un Historiador de la Filosofía, un sólo Historiador o un politólogo) la expresión significa que el sistema cristalizado en el Estado contemporáneo representa la perfección absoluta de la política. Hegel, padre intelectual de teóricos como  Feuerbach, Marx,  Schopenhauer, Nietzsche o Bajunin, es curiosamente el primer teórico de extrema derecha en sentido estricto.

Los autores de esta línea (la más tendente a la derecha) defienden –básicamente– la posición de que el cambio social y político es siempre un intento pro futuro a mejor, un deseo actuado de perfecciones posibles de las que de hecho el sistema en cuestión carece.

Si el sistema es ya perfecto, ¿qué es el cambio, sea revolucionario o estrictamente legal, sino un delito de lesa patria?

Por eso los partidarios de estas ideologías (muy heterogéneas sub genere) temen el cambio por sí mismo y atacan toda forma de pensar que —a priori– suponga una mutación sociopolítica, por débil que fuera. De ahí las distintas clases de censura a nivel social e institucional y el aniquilamiento de las bases de todo sistema democrático, que son las libertades de expresión, de información y de prensa.

Por el contrario, la extrema izquierda nace de la aplicación de la obra de Hegel a la misma obra de Hegel, de la exigencia de coherencia: niega radicalmente la perfección del Estado, y provoca el cambio dialéctico de la misma entidad entendida como tesis.

Según el esquema tesis-antítesis-síntesis introducido por el autor, la tesis o cosa dada en un primer término presenta imperfecciones susceptibles de mutación, de manera que por avatares cualesquiera termina oponiéndose a ella la radical alteridad que la niega (antítesis), provocando una interrelación armónica (armonía de contrarios) que originará una nueva tesis más perfecta (síntesis). Ésta es la piedra de toque de la lucha de clases del teórico K. Marx que desembocará en el comunismo, o si se quiere la Dictadura del proletariado.

Así pues, se reniega del modelo de Estado establecido porque es esencialmente malo, injusto, inhumano (antisistema), y se pretende la construcción de una realidad nueva enfrentándole con ardor (y según K. Marx, con violencia) a la actual un modelo diametralmente opuesto.

EL “CENTRO” Y EL VOTO DEL MIEDO

Entre los dos extremos de la línea ideológica, entre el necio optimismo y el pesimismo presuntuoso, se ubican las posiciones que llamamos de centro: de centro-derecha las que conciben el sistema como netamente positivo aun advirtiendo serias imperfecciones, y de centro-izquierda las que, sin dejar de destacar los grandes avances, entienden negativo el balance general del sistema contemporáneo.

Obviando las posiciones extremistas y fijándome en el grueso del electorado centrista (fiándome quizá ingenuamente de la campana de Gauss), en una situación como la actual se presentan dos tipos principales de voto: el constructivo y el del miedo.

Como se habrá podido observar, las categorías derecha e izquierda, así como las de progresista y conservador que obedecen a este mismo análisis hegeliano, son relativas a un modelo de Estado dado de hecho o bien escogido como referencia.

Respecto al hoy político, nadie puede ser estrictamente conservador y no caérsele la cara más abajo de los pies de pura y justa vergüenza: una casta política, renegadora del mandato representativo de la ciudadanía que la soporta (en sus sentidos metafísico y social, claro que sí), que se turna el poder entre sí misma valiéndose de discursos demagógicos, sofistas y pasionales, y que para colmo roba, chupando la sangre cual vil sanguijuela odiosa del currante de buena fe.

La concreción actual del modelo de Estado que defiende nuestra Constitución es a todas luces injusta y muy imperfecta, si no mala, y sólo puede gustar al que percibe un enriquecimiento indebido por su diabólica gracia.

Pero el votante informado y perspicaz de centro no pierde de vista que esto puede cambiar sin radicales transformaciones ni revoluciones contra todo: la Constitución de 1978 no es desde luego la consagración jurídica de la corrupción política, sino que ésta es una posibilidad que, sin el adecuado desarrollo legal y reglamentario que exige, puede darse de hecho e incluso de derecho (no es el segundo el caso de España).

El votante de centro, de centro-izquierda o de centro-derecha, sabe que lo más de lo que falta es un haz de medidas de control efectivas, que asegure el cumplimiento de la ley constitucional. Pero está, más o menos, contento con la Constitución vigente si hace un balance general de su contenido.

Cuando un partido de extrema izquierda, (que lo que desea es la abolición del sistema con todo lo que ello comporta), se hace con el voto poco informado de quienes lo que anhelan no es su programa político sino una reforma legal y la aniquilación de toda forma de corrupción política, la nación tiene un problema serio y grave. Sobre todo cuando parte del programa real de futurible gobierno implica como condición sine qua non un régimen totalitario antidemocrático propio del comunismo, como ocurriera con la cada vez más vecina Venezuela, China o Corea del Norte.

El votante de centro avisado tiene, pues, dos opciones: construir o preservar.

Quizá con algo de demagogia, se ha denominado al primero “voto valiente” y al segundo “voto del miedo“, llamando así de forma indirecta cobardes a quienes se sitúan bajo su sombra, a menudo acomplejadamente y con extremado secretismo por temor al todopoderoso Tribunal de la Opinión Social.

Como en este blog ya se ha argüido –con grandísima destreza– sobre el voto valiente, quiero yo legitimar (sin llamar a él) el llamado voto del miedo.

Todos los votantes de centro (de izquierda o de derecha) quieren lo mismo en una misma situación: un país mejor, un sistema más perfecto, advirtiendo los inconvenientes y los logros del modo de Estado actual, mayores o menores en número los unos y los otros según quiénes.

Unos se ajustan más a la izquierda y abogan por un cambio más profundo, otros se aferran a la derecha y quieren perfeccionar el modelo contemporáneo netamente bueno, pero los dos quieren y actúan en el marco de la Constitución vigente. Perciben la Carta Magna como instrumento de concordia política que asegura los derechos y libertades civiles, políticos, económicos y sociales, y advierten su negación como un mal que sobreviniere, que quieren evitar.

Haz el bien y evita el mal“. El primer principio de la razón práctica de Aristóteles, que se observa en la filosofía precristiana y que se establece como piedra angular de la Filosofía Moral en el Medievo, perviviendo hasta la actualidad en cualquier planteamiento teórico que acepte cualquier sistema ético, es harto elocuente.

El mal no es otra cosa que la negación del bien, por lo que si se construye en base a una perfección se ha de evitar simultáneamente cualquier amenaza que lo arruinare. Así, la vía preservadora y la constructora no son sendas distintas, sino dos caras de la misma moneda: el trabajo para lo mejor, el odio a lo malo actual.

Cuando no amenaza mal alguno que arruine un designio o un estado (en minúscula) bueno, no tiene sentido evitar la nada: hay que construir. Cuando en la construcción se presenta un obstáculo inevitable por la vía positiva, es ser idealista e idiota (en su sentido literal) gastarse en lo imposible: habrá que luchar hasta desaparecer el impedimento, y entonces se podrá trabajar para lo bueno. Cuando se está trabajando para lo bueno y algo amenaza con arruinarlo, es ser estúpido ignorar la probabilidad: puede pillarle a uno el toro. Habrá que trabajar para preservar el proyecto deque algo lo destruya.

Trasladado a la política, hay que saber que el voto del miedo, o preservador, es un voto generalmente imperfecto pero, a veces, justo y necesario. Lo ideal es votar en positivo y afirmar lo bueno en detrimento de lo malo, pero lo ideal no siempre es lo real.

A veces la amenaza es seria, grave e inminente, y en estos casos (en mi opinión, sólo en estos casos), cuando además con el voto no se puede por las circunstancias contribuir a lo bueno y preservar de lo malo simultáneamente, es legítimo y prudente votar por miedo –por un sano miedo– que no es más que la reacción frente a la probable desaparición de lo que se quiere o la imposibilidad de lo que se busca. Sólo teme quien desea, sólo se aterra quien anhela un bien, y en esto se funden y hermanan los constructores y los preservadores.

La vía negativa del mal es siempre subsidiaria, pero según los casos necesaria, y desde luego siempre inacabada: si lo que se quiere es un bien pro futuro, un proyecto político para el mañana, y lo que se teme es su frustración, será un veleidoso quien muerto el perro y acabada la rabia antes de morder no se embarque en la empresa real y positiva de procurar la perfección política.

Los electores potenciales de determinada ideología no ven representados sus principios y valores en el espectro político, si acaso un partido afirma inequívocamente la esencia en su integridad de lo que quiere, pero elegirles puede significar, hoy por hoy, que el voto no tenga repercusión política alguna. Si la amenaza de lo malo es real y probable, y lo malo adveniente grave, ¿lo prudente es la inefectividad o escoger efectivamente lo menos malo para evitar lo peor?

Cada cual vaya juzgando según su criterio, pero en serio discernimiento, los medios más adecuados para lograr mañana la perfección del sistema que casi todos queremos.

“L’aplec de la protesta” a lo europeo

En Asuntos sociales/Cataluña/Mundo por
Viñeta en apoyo de Charlie Hebdo

Comprende el pasado para predecir el futuro“.

Recuerdo esta sentencia como si me la hubieran dicho ayer. Fue mi profesor de Historia de segundo de Bachillerato el que me la enunció, y en su momento pensé que estaba desquiciado. Hoy sé que se encuadra en una corriente de pensamiento que se suele denominar teoría cíclica de la Historia, planteamiento que no comparto, aunque tiene sus evidentes aspectos de verdad.

Es una concepción que se vincula a F. Nietzsche y su eterno retorno, pero que ya formuló en su día la escuela estoica: no hay novaciones reales en el tiempo de los hombres, la Historia no es lineal sino circular; todo hoy fue ayer y será mañana otra vez. Sigue leyendo

¿Quién es Frank Underwood?

En Democultura/Series por

Cada cachorro crece para convertirse en gato. Se ven tan inofensivos a primera vista, pequeños, callados, lamiendo la leche de su platillo. Pero apenas tienen garras lo suficientemente largas hacen sangrar la mano que les da de comer. Para aquellos escalando a la cima de la cadena alimenticia no puede haber misericordia. Solo hay una regla: cazar o ser cazado. Bienvenidos.

Así, con un plano a cámara en el que el político Frank Underwood se dirige directamente al espectador, termina el primer episodio de la segunda temporada de ‘House of cards’, la serie estadounidense que relata las intrigas de la Casa Blanca y las luchas internas por el poder.

Su actuación como protagonista en la serie le ha valido a Kevin Spacey un Globo de Oro al ‘Mejor actor de drama’, que ha recibido este fin de semana, tras ocho nominaciones a los premios en ediciones anteriores sin ganar ninguno. Además, el próximo mes de febrero está previsto que arranque la tercera temporada de la serie.

Pero vayamos al grano:

¿Quién es Frank Underwood?underwood

El arranque de la serie (primera temporada) nos presenta a un experimentado político, líder de la bancada republicana en el Congreso de los EE.UU. que, después de lograr que su candidato gane las elecciones presidenciales, ve esfumarse la promesa de ser el segundo de abordo, en favor de un líder más manejable.

A partir de aquí –al más puro estilo de una humillada ‘Scarlet O’hara’– hace un juramento a su mujer (otro personaje fascinante, su alter ego) de vengar la ofensa y tomar, no solo aquello que le corresponde, sino la presidencia de Gobierno.

Durante las dos temporadas que lleva la serie, su creador, Beau Willimon, nos lleva de la mano de Underwood, quien con sus esporádicos monólogos a cámara nos invita a ser espectadores de la crudeza de los actos y razonamientos que emplea para mover los hilos del poder a su favor.

En definitiva, es un hombre frío, profundamente consciente de sus propias fuerzas, y todavía más consciente de las fuerzas de los demás; que carece del límite que en otros denominaríamos el factor humano y que él sabe aprovechar con crueldad para lograr sus fines.

De su boca hemos escuchado frases como:

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En él vemos la lógica aplastante de quien sabe aprovecharse del “pensamiento débil” que sustenta la ética y la afectividad del hombre moderno –por lo general desprovista de fundamento– y que hace a quienes la ejercen no solo vulnerables sino “carnaza” para quien está dispuesto a saltarse los convencionalismos y aprovechar cualquier debilidad para subyugar al contrincante o eliminar obstáculos.

Así, bajo esta premisa, le hemos visto mancharse las manos de sangre en más de una ocasión (empezando por el primer capítulo) sin producir más horror que al aprovechar cada bajeza y cada virtud de quienes se encuentra para machacarlos, todo ello hilado en una trama inteligente y adictiva.

Es inevitable que surjan algunas preguntas: ¿Es posible la existencia de un hombre como este? ¿Resistiría la antropología una conducta mantenida al margen de todo respeto al más mínimo resquicio de idea de bien, fuera de sí? O, todavía más importante, ¿Resistiría nuestra civilización a alguien con esa “libertad” de espíritu?

Al fin y al cabo, no podemos dejar de recordar que el principio y fundamento de nuestra sociedad es un crucificado, signo de la mansedumbre, y lo más opuesto al superhombre de Nietzsche, un engendro maquiavélico que se nos presenta bajo la piel del respetable y poderoso Frank Underwood.

Una y otra vez, la pregunta es la misma: ¿Quién es el hombre?

Trailer de la 3ª temporada:

El “eterno retorno” de Maquiavelo

En Cultura política/España/Pensamiento por
Niccolò di Bernardo dei Machiavelli

Maquiavélico” es un adjetivo que pronunciado pone los pelos de punta. La verdad es que la significación que le ha dado el pueblo castellano es desde luego serpentina e incluso algo tétrica: que actúa con astucia y doblez, se lee en el DRAE, y el mismo diccionario atribuye una acepción muy semejante a la voz “maquiavelismo“: modo de proceder con astucia, doblez y perfidia.

No seré yo quien contradiga la histórica voluntad popular. El intelectual italiano se lo tiene muy bien ganado.

A inicios de S. XVI sale a la luz la obra “Il Principe“, firmada por nuestro autor, sin duda alguna la obra de mayor renombre del téorico político. Estaba dedicada a Lorenzo de Médici, y es un haz de consejos políticos ordenados al objetivo de los “príncipes”, que al parecer es perpetuarse en el poder.

Sí, han leído bien: uno de los mayores pensadores en ciencias políticas (si se puede llamar ciencia a la política) saltó a la fama y a los libros de Historia por una cuestionable contribución a la Humanidad: una guía práctica para mantenerse en la cresta de la ola el político, y no para servir al pueblo cuyo gobierno presida (y no al pueblo que gobierne; al menos así debiera ser: la democracia es autogobierno, no la opción entre gobernantes).

La crítica filosófica mayoritaria lo enmarca en la tradición empirista, pero yo me atrevería a avanzar un paso más allá y acusarlo al pie de su tumba de descarnado nihilismo, a lo menos de absoluto indiferentismo: proclama a voz en grito la muerte del ser, la relatividad de la existencia.

Da igual cómo son las cosas en realidad; da igual si el sol sale desde Oriente y se pone por Occidente, da igual si el hombre es un sujeto de derechos por su inalienable dignidad, da igual lo moral o lo inmoral (¿qué es la moral sino la cristalización de años de convencionalismos sociales? ¡Vacua herencia…!): no importa lo que es, importa lo que aparece, cobra relevancia para nuestro “filósofo” únicamente lo que se pueda advertir en el devenir de los tiempos y sólo en la medida en que sea útil para el fin: poder, poder y más poder.

Si el pueblo quiere gladiadores, dale gladiadores y te amará. Ése es el sentido de la frase “panem et circenses” (pan y circo) del genial poeta latino Juvenal, que denunció airado la práctica despótica del Senado romano de contentar al pueblo para comprar el voto. ¡Así era fácil lucir el emblema SPQR…! (“Senatus Populusque Romanus“, el Senado y el Pueblo Romano). Ahora: ¿que el juego de los gladiadores era indigno e inhumano? ¡Ése es problema de los gladiadores…! No importa lo que sea el circo ni lo que sea un gladiador; me trae sin cuidado qué es el pueblo o qué es un votante: lo verdaderamente relevante, lo único que existe, la única verdad, es que si ofrezco gladiadores obtengo el poder.

Ése es el cimiento de “Il Principe“: la atención a los dos pilares que constituirán las verdaderas armas del “gobernante”. Por un lado, la divinización de la “Fortuna“, o la suerte del reino, la dirección que va tomando en su devenir histórico el Estado al frente del cual se halla el gobernante; y por el otro, la “virtú“, la capacidad del político para adecuarse al modus essendi de la nación, para someter a la ciudadanía a sus intereses individuales y entronizarse sobre la diosa Fortuna. El “príncipe virtuoso” será el que consiga darle al pueblo lo que quiere en cada momento y así ser amado por él. “Recuerda, Lorenzo, panem et circenses“, parecía decirle Maquiavelo a quien lo metiera en la cárcel, “con eso triunfarás”.

¿La aplicación práctica? Con un pueblo que se despreocupa imprudente y culpablemente de la política, ocúpate de su bienestar y su ocio y ríndete tributo en tu trono. ¡Qué bien vista estaba, qué bien caía en nuestra España de ayer aquella expresión tan luminosa: “no, yo es que paso de la política“! ¿Lo recordáis? ¡Ah, tonto…! Qué tontos éramos. Y hoy ya nadie pasa de la política.

Bien lo vio Nicolasín (que no el pequeño Nicolás), y así recomendó. Siempre que pueda, el político debe tener contento al pueblo, debe caer bien por ahí abajo: por muy perfectamente que haya hecho los deberes el candidato que se presenta a la reelección, nadie va a votar al capaz pero feo. Porque es iluso el que cree que hoy los ciudadanos votan: la mayoría absoluta la determina “el photoshop“; los medios de comunicación, las redes sociales y YouTube. Cuando el pueblo quiere sofá, dale sofá y el pueblo te amará; cuando el pueblo quiere sexo, drogas y rock ‘n’ roll… Pues ya sabes. Eso, y a ser populista.

Es curioso que en España nunca antes había importado tanto la corrupción política: es algo que por desgracia ya estaba ahí, y sin embargo es sólo ahora, sólo cuando descubrimos que lo que han robado entre el PP y el PSOE (disculpad la sinécdoque) equivale a lo que ha sido recortado en Educación o en Sanidad, cuando se alza la voz, se levantan los puños y se grita contra todo. ¡Ah, curiosidades de la vida…! ¡Si son los del panem et circenses de ayer…! El PP y el PSOE han conseguido en muy poquito lo imposible: que al español medio le importe la política. ¡Gracias Rajoy, Zapatero, Rubalcaba! Habéis logrado insuflar un adarme de seriedad en el vulgo.

Pero hay momentos en la Historia de cualquier pueblo, y bien lo sabía Maquiavelo, en que deja de valer la sentencia de Juvenal, porque el pueblo deja de amar a su Príncipe, como en aquellos Estados Generales en la Francia de 1789 que atravesaba una voraz crisis económica. En esos casos, la virtú debe adaptarse al cambio de Fortuna, y dominar con destreza y mano izquierda la situación. Claro que la mano izquierda llama a la derecha cuando se siente impotente, y ahí el consejo del pensador italiano: cuando no consigas que el pueblo te ame, y de hecho te odie, haz que te tema, o te derrocará su ira. El último Capeto no consiguió someter a Francia al régimen del miedo, y por eso fue el último, y lo último que vio una guillotina.

Ahí quedó la obra del deleznable estratega, hasta que en el S. XIX otro hombre de gran influencia lo desempolvara. Se trata ni más ni menos que del veneradísimo Friedrich Nietzsche, poeta alemán, y siempre poeta antes que filósofo. Normalmente, los fanáticos del gran nihilista pretenden olvidar (y hacer olvidar) que su ídolo era un ávido lector de Maquiavelo, y que él mismo confesaba su profunda idolatría. Probablemente porque no quieren dar lugar a la sospecha de que la teoría de la voluntad de poder (una profundización en el mismo tema, en la que se advierte un grandísimo paralelismo con su querido predecesor) es la consecuencia última de su filosofía enfadada, airada contra la tradición judeo-cristiana. “Si Dios no existe, todo está permitido“, se lee en Los hermanos Karamazov, del magnífico F. Dostoievski. Esto también es curioso. Y aún más que la mayor resistencia a la tiranía y a la opresión a lo largo de la Historia haya sido el discurso teológico, desde las Etimologías de san Isidoro de Sevilla o De Civitate Dei de san Agustín de Hipona hasta León XIII o Pío XII, y no la izquierda. Ahí dejo datos desparramados, y quien quiera, que piense.

Son muchos los estudiosos del tema que han jurado y perjurado que Adolf Hitler tenía a F. Nietzsche como lectura de cabecera. Todo parece indicar que el poeta era su Biblia personal. Hitler: aquel asesino despiadado, unánimemente encuadrado en los regímenes de extrema derecha. Pero no una extrema derecha estanca: Nietzsche ha sido uno de los máximos exponentes de la extrema izquierda hegeliana (esto sí que lo proclaman con orgullo, sacando pecho, sus seguidores fanáticos), al igual que su maestro, Arthur Schopenhauer, que fue a su vez discípulo del autor de extrema izquierda Ludwig Feuerbach, comentarista de Hegel. Y L. Feuerbach tuvo aparte otro gran seguidor (o quasi-plagiador de su obra): Karl Marx. Por lo que es de fácil deducción que K. Marx era tío de F. Nietzsche, y el comunismo y el nazismo parientes mucho más cercanos de lo que se piensa.

Hoy no es posible un régimen del terror en el Estado, no mientras el Estado siga siendo de Derecho. Pero sí que cabe una nueva forma de virtú que se haga con el favor de la Fortuna cuando el pueblo odia a su Príncipe: la Revolución, la Rebelión, la Resistencia.
Es muy fácil: sólo hace falta carisma, liderazgo y algo de habilidad. Bueno, y hacerse con “el photoshop” que compra las mayorías, claro. No hay más que decir lo que todos sabemos, pero con tonos enfadados y exaltados, y conseguir que el pueblo, enfadado y exaltado porque ya no tiene panem et circenses, vea en uno la expresión o la encarnación si cabe de la propia rabia, del propio furor. Porque a nadie de estos iracundos le importa nada más que mostrar su ira. Porque en un 28,3% de electorado español encabronado, a nadie le importa que un tal Pablo Iglesias ame la política chavista en Venezuela; a nadie le importan sus elogios etarras a Bildu (de los que de repente parece que reniega), al levantamiento de la izquierda radical y un etc que voy a cortar ahora mismo (me estoy cabreando mucho y no quiero acabar votando a Pablo Iglesias).

Un PP “virtúoso” que reniega de su programa electoral porque han cambiado los vientos de la diosa Fortuna, un PSOE “virtúoso” que pretende contentar a todos con sus últimas declaraciones cambiando completamente su discurso para adaptarlo a la ventolera de la diosa Fortuna, y un Podemos “virtúoso” que enarbola el levantamiento popular para recabar el electorado afincado en el huracán emergente de la novación (con un claro precedente en España) de la Fortuna. Un Pablo Iglesias que sólo vive en la cólera; que sólo tendrá oportunidades en la medida en que el pueblo esté enfurecido (al menos si continúa con su discurso actual). Bienvenidos a España, la España de los elegidos y no de los electores.

Esta es la verdadera corrupción política: la corrupción de la política; el Gürtel y compañía son meras consecuencias. Quizá alguna vez esta honorable profesión fuera anhelo de construcción y de progreso: hoy, que vemos que la corrupción es inherente a lo alto del sistema, que se ha ido generalizando en la copa de los partidos y de la administración, es palpable el maquiavelismo español, en la derecha y en la izquierda. Nos tratan como medios para su fin: el poder. Pero no carguemos las tintas y los fusiles contra los políticos: si el maquiavelismo funciona, es por la insensatez del pueblo, por su profunda estupidez, por su imprudencia; somos nosotros los que premiamos la doblez con nuestro voto, y nosotros los que posibilitamos y aun alentamos la corrupción con la idiotez que demostramos en las elecciones.

Decid lo que queráis de Rajoy y de Zapatero: a ellos los trajimos tú y yo, tu voto y el mío, dos conciencias engañadas (o que se dejaron engañar). La pregunta es: ahora que vemos, ¿aprenderemos de nuestros errores? ¿Eliminaremos el efecto atacando la causa, o dejaremos en la tierra la raíz de las malas hierbas? ¿Votaremos por panem et circenses, por sentimientos bonitos y laudables, por cabreos irracionales, o con seriedad y responsabilidad? El mañana, español, es tuyo y mío; el cambio en la política (el cambio a mejor), la reestructuración del sistema, está en tu papeleta y en la mía: de ti dependemos todos, así que ten cuidado. Vota con responsabilidad.

Sobre Democresía

por

Democresía nace de una inquietud y una experiencia.

La inquietud, por el ruido constante y la tormenta de datos, acusaciones y efectos especiales que inundan el mundo (político, social, cultural) en que vivimos, haciendo verdaderamente difícil hallar un discurso razonable acerca de lo que ocurre y hacia dónde vamos.

La experiencia, la de una autenticidad vivida en otros ámbitos (la relación con un profesor, las conversaciones preocupadas y sinceras con un amigo, la lectura de un gran libro o la experiencia estética de una película) que puede y debe llegar a permear la crítica periodística y el debate político, a menudo tan atascados en el calculismo que no llegan, por no saber o no querer, a tomar en serio las propuestas políticas y culturales que se les presentan.

En una sociedad que destaca por la sobreabundancia de información, de datos, de sucesos, de manifestaciones y fenómenos muy diversos, nuestra misión es contribuir desde el fondo de armario intelectual y filosófico a dar forma y poner en orden la actualidad a través del análisis, la reflexión y la opinión para facilitar su comprensión. Para ello, tomamos la forma de un blog colaborativo apoyado sobre una comunidad de personas de muy distintos ámbitos profesionales y académicos, a las que unen la misma inquietud y la misma experiencia.

Todo el que escribe en estas páginas lo hace de forma voluntaria, sin más compromiso que el de seriedad, rigor y respeto y sin más intención que aportar unas ideas sobre lo que ocurre que pueden y deben ser pensadas, tanto si son acertadas como si no.

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Fundador y codirector. Soy un catalán felizmente afincado en Madrid. Agnóstico futbolístico (para mi tranquilidad) pero católico. Periodista en retirada para dedicarse al estudio (y volver a la carga). Amante de la filosofía, la antropología y la política, todo ello enmarcado en una vocación por comprender y comunicar más y mejor.

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Codirector de Democresía. Emprendedor empedernido, narrador omnisciente de novelas negras, aventurero en chanclas… Periodista. Felizmente padre del demogorgon. A veces soy Espinosa Martínez y suelo pasármelo bien.

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Periodista y editora de Democresía. Actualmente trabaja en Instituto JHN.

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Marcos Nogales

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Santiago Huvelle

Santiago Huvelle
Licenciado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, donde actualmente cursa el programa de doctorado con una tesis sobre el filósofo S. A. Kierkegaard. Desarrollaba su labor investigadora en el (Instituto John Henry Newman) hasta que mudó a Buenos Aires.

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Buenos Aires, 1979. Soy “profesor de Filosofía” (los demás juzgarán si soy “filósofo”) en la Universidad Francisco de Vitoria, y trágica e inevitablemente atraído por el pensamiento político, la ficción audiovisual y literaria y, como aficionado, por la música rock. Inspirado por Hannah Arendt, lo que más me interesa es comprender. Lo que más detesto, la palabrería y los tópicos.

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Luis Gonzalo Díez

Luis Gonzalo Díez

Profesor y ensayista. Imparte clases en la Universidad Francisco de Vitoria desde el año 2000. Está especializado en la historia de las ideas políticas contemporáneas, campo al que pertenecen sus libros “Anatomía del intelectual reaccionario” (2007) y “La barbarie de la virtud” (2014).

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Valentín Carrera

(@carreravalentin)
Profesor en Next International Business School. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, en Ciencias Políticas por la UNED, Master en Community Manager y Social Media por la Universidad de Barcelona y Doctorando por la Complutense. Durante mi carrera profesional he desempeñado el cargo de Subdirector de Informativos de Telemadrid. En la actualidad soy miembro de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales, ponente en Congresos Internacionales de Comunicación Política y coautor de varios libros
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Sergio Fernández-Riquelme

(@profserferi)
Profesor de la Universidad de Murcia, es historiador, doctor en política social e investigador acreditado en análisis historiográfico y social a nivel nacional e internacional.
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Juan Rubio

Juan Rubio de Olazabal

(@j_rubiol)
Licenciado en Com. Audiovisual por la UFV, máster en guión y profesor en la UNAV. Actualmente compagina su carrera de guionista con el mundo académico.
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Arturo Encinas

(@ArturoEncinas)
Responsable del Área Audiovisual y ejecutivo de cuentas en Apóstrofe Comunicación desde 2011. Profesor en los grados de Comunicación Audiovisual y Creación y Narración de videojuegos. Cursó estudios de Humanidades, Comunicación, Cine y Matrimonio y Familia. Coautor de “El antifaz transparente. Antropología en el cine de superhéroes” (Ediciones Encuentro, 2016).
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Alfonso Díaz

Alfonso Díaz Vera
Licenciado en CC. Económicas por la Universidad de Alicante y estudiante del Máster en Humanidades por la Universidad Francisco de Vitoria. Trabaja como economista en la Administración Pública..

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Juan Serrano

(@pakotiya)
Doctor en Humanidades. Profesor en la UFV.
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Borja Negrete

Borja Negrete

(@Borjanegrete)
Actualmente escribo para el diario El Mundo sobre temas de cine y sociedad. Soy ejecutivo junior en una agencia de comunicación y también colaboro en Radio Internacional. Lector empedernido y lleno de inquietudes. Aprendiz de Humphrey Bogart y de Han Solo. Graduado en Relaciones Internacionales y máster en Comercio Internacional y en Periodismo. He vivido en Nueva York, donde trabajé en el Consulado de España. Mi pasión por las palabras y la escritura tuvo como resultado la publicación de mi primera novela a los 22 años.
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Ana Llabrés

(@Anallab16)
Jurista con espíritu de Mafalda. Apasionada de la literatura y del cine. Siempre dispuesta a salir al encuentro.
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Manuel García-Castellón Álvarez

Nací en Valladolid pero pronto vine a Madrid. Estudié en el Liceo Europeo y en la Universidad Pontificia de Comillas me hice abogado. Por lo tanto, entre los principios de la Institución Libre de Enseñanza y los Jesuitas ha transcurrido mi formación. Lector. Liberal. Orgulloso de poder formar parte de este proyecto.

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Manuel González López

Periodista, politólogo y aventurero a tiempo completo. Afincado en Boadilla del Monte. Amante de la literatura y del cine de verano.

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Íñigo Urquía

(@Inigourquia)
Mientras algunos buscan "El Dorado" de la objetividad en los medios de comunicación, juguemos a analizar qué horizontes de sentido nos presentan sus titulares y mensajes.

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Aarón Cadarso

Aarón Cadarso

(@AaronKadars)
 Licenciado en Comunicación Audiovisual con Máster en Cinematografía es un hombre tritema desde que empezó a ir al cine, jugar a la Super Nintendo y chutar violentamente una pelota contra una ventana. Cree que toda película/videojuego/gol debe aspirar a un anhelo trascendente. Se esfuerza cada día en ser el pensador que no piensa en nada. Actualmente oposita para metaforista. En otra vida fue un koala.
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Stefano Cazzanelli

Stefano Cazzanelli

(@Cazza_ste)
Profesor de Filosofía en la Universidad Francisco de Vitoria. Padre, marido y ávido lector. Escribo ocasionalmente en Margini.org.
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Ignacio Medina

Estudiante profesional de Ingeniería de Telecomunicaciones en la Universidad Politécnica de Madrid y profundo admirador de la literatura, aunque ella no me admire a mí. Los que son mis amigos y han sobrevivido para contarlo saben que poseo un gusto alarmante por el cine y todos los beneficios que conlleva.

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Rafael Pou LC

Rafael Pou

Felizmente consagrado a Dios como religioso legionario de Cristo. INFJ, Libra, 0 negativo; 2% práctico. Entre mis aficiones: amar a Dios, servir a los hombres, conquistar el mundo para Cristo.
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Francisco Delgado-Iribarren

(@FcoDelgadoIrib)
Licenciado en Derecho porque sí y Máster en Periodismo porque me apasiona desde poco después de tener uso de razón. Con vocación de periodista-escritor, he publicado libros de poesía satírica, de poesía lírica, de humor, de viajes y de columnas de opinión. Me interesa mucho la política y casi nada de lo humano me es ajeno.
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Sophie Grimaldi

(@_sophiegrimaldi)

Investigadora y Periodista. Tech & Filosofía. Mis artículos aquí

Diego Martínez Gómez

(@diegomrtg )
Estudio Derecho y Periodismo. Interesado en geopolítica, arte y cultura. Emprendiendo mi viaje a Ítaca.

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David Ortega

(@DavidKatabatik )

Licenciado y Máster en Filosofía. Aventurero nato y amante de los clásicos. Ideológicamente neutro. Mis artículos, aquí aquí

Camilo Porta

Camilo Porta
Graduado en Derecho y Periodismo. Amante indómito. La literatura, la escritura, el cine y la música guían mis pasos. Colaboro en Radio Internacional y también he publicado una novela titulada Tormenta de verano. Actualmente busco la gran belleza en el fondo de los vasos y ceniceros. Mis artículos, aquí aquí

Irene Solís

(@IreneSolisCobo )
Humanista y Gestora Cultural por la Universidad Carlos III de Madrid. En la actualidad aprendiendo a gestionar el arte en el museo Thyssen de Madrid.
Apasionada por el Patrimonio Cultural que cuenta la historia de cada lugar. Como Harry Potter, soy 'buscadora de la snich dorada', de la bondad del hombre en las humanidades..

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Rocío Linares

(@RLinaresR )

Licencia en periodismo. Entusiasta por naturaleza. Siempre en búsqueda. Mis artículos aquí

Bárbara Barón

(@Barbara_Baron)
Periodista y licenciada en Derecho. Madrileña. Lectora y viajera incansable, aprendiz perenne y discutidora apasionada.
Corresponsal en España de L'Observateur du Maroc y de Pouvoirs d'Afrique y redactora de La Información.

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Jesús Roque Orellana

Jesús Roque Orellana
(@licorellana )
Orgulloso nativo de la Ciudad de México. Abogado de profesión, burócrata por ocupación, luterano, estudioso de la Filosofía, la Teología y la Psicología. Apasionado de las letras, la narrativa histórica, el terror y el horror cósmico, lector asiduo de Nietzsche, Kafka y Lovecraft. Combino la docencia universitaria con la política, atento a Octavio Paz, guardando distancia con el príncipe. Seguidor de Schopenhauer, pero creyente en Facundo Cabral.

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Luis María Ferrández

(@LuisMFerrandez )

Luis María Ferrández, (Madrid, 1977), es Doctor en Ciencias de la información por la Universidad Complutense de Madrid. Compagina su carrera docente con la profesional como guionista y realizador. Es profesor en la universidad Francisco de Vitoria donde imparte varias asignaturas relacionadas con la cinematografía y la narrativa audiovisual. A su vez, es profesor de cine en la escuela de arte TAI. Como guionista, productor y director ha hecho dos películas: “249, la noche en que una becaria encontró a Emiliano Revilla” y “La pantalla herida” y varios cortometrajes de ficción. Ha trabajado en los equipos de dirección de varias películas además de desarrollar proyecto de cine y TV en varias productoras. Es analista de guiones con más de 50 producciones asesoradas en los últimos años. Mis artículos aquí

María Hernández

(@HerMarGat )
El tiempo que empleo en el Periodismo y las Relaciones Internacionales esconde inquietud, un deseo de búsqueda, profundidad y encuentro. Soy algo intensa. Me apasiona conversar, contar historias, abrazar lo ordinario y querer lo extraordinario. Persigo los detalles y la poesía.

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Miguel García Barea

(@miguelGbarea )
Periodista e Historiador formado en la Universidad de Navarra y en la Universidad de Granada. Apasionado de la literatura de no ficción y de las lenguas extranjeras. Puedes leerme en distintos medios digitales o en mi blog: www.miguelgbarea.com

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Pablo Velasco

(@pavelaquin )

Soy editor (¡uhmmm!) de una editorial académica (¡buuuaah!). Acabo de defender una tesis sobre patrimonio cultural inmaterial (lo que hace dudar de la existencia de la misma). Fundador del Tea Party Dylaniano. Aporreo cualquier cosa con cuerdas con mis compinches en The Free Folking. Junto con mi Tercio español persigo ese minuto donde lo Eterno viva, y a veces lo cuento a cuatro manos en Raíz y Copa. Mis artículos aquí

Ricardo Ruiz de la Serna

(@RRdelaSerna )
Profesor en la Universidad CEU San Pablo e investigador asociado del Instituto CEU de Estudios Históricos.

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Augusto Manzanal

Augusto Manzanal

Licenciado en ciencia política y de la administración, nací en Buenos Aires y tengo ciudadanía italiana pero mi vida la he hecho en Barcelona donde estudié. Ahora vivo temporalmente en Santo Domingo ya que trabajo en su Ministerio de educación.

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J. Lemon

Arquitecto de la Politécnica de Madrid. He tenido la suerte de trabajar en distintos proyectos en EE.UU. y Alemania. Fotógrafo a medio tiempo y dibujante nocturno.
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Esta revista es editada en Las Rozas, Madrid, por Ricardo Morales  e Ignacio Pou bajo el nombre comercial de La Pipa de Chesterton (NIF:53668025D). ISSN 2605-3810

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