En las elecciones nadie pierde. Todos los candidatos y todos los partidos, se agarran siempre al dato que les permita hablar de victoria. Eso es así en todos los países y en todos los procesos electorales. No sorprende, pues, que Donald Trump hable de “tremendo éxito” tras los comicios de medio mandato que se han celebrado este martes, 6 de noviembre, en Estados Unidos. Pero es que, además, el presidente más polémico de las últimas décadas tiene argumentos para hablar de éxito.
Se ha implicado muy personalmente en la recta final de la campaña y los republicanos mantienen el control del Senado. 51 senadores asegurados a esta hora y cuatro más con una ventaja razonable. El fantasma del impeachment desaparece y Trump podrá afrontar la reelección con cierta calma. También a esta hora, los republicanos tienen asegurados 25 gobernadores y optan seriamente a otros tres. Mantienen pues una cuota de poder muy alta.
Por su parte, los demócratas toman aire. Han recuperado la Cámara de Representantes, aunque con menos margen del que esperaban. A esta hora, se han asegurado 219 congresistas -uno más de la mayoría absoluta- y optan a sumar otros siete. Hacía ocho años que el Congreso de los Estados Unidos no se teñía de azul.


En aquella ocasión, la marea Obama impulsó a los demócratas a un dominio muy contundente con 257 congresistas. Dos años después, en las primeras elecciones de medio mandato del presidente Barack Obama, los estadounidenses se decantaron por el Tea Party y dieron la Cámara de Representantes a los republicanos. A los más radicales entre los republicanos. Los contrapesos del sistema político diseñado por los padres fundadores a finales del XVIII volvían a hacer su aparición.
Ahora, los demócratas que dominarán la cámara de representantes no son tan radicales. Lo que sí son es más femeninos. Más de 90 mujeres se sentarán en el legislativo. No llegan a ser una cuarta parte, pero es la cifra más alta de la historia. Parece, así lo interpretan muchos analistas, que es el reflejo inmediato del año uno del #MeToo. Pero hay más simbolismos en esta elección. Por primera vez, hay dos mujeres de origen musulmán.
Las dos llegadas de Michigan, un estado en el que venció Trump en 2016 por la mínima. Otras dos nativas estadounidenses llegan también a Whasington por primera vez. Llega también una joven de sólo 29 años que en junio se había llevado por delante a su contrincante en las primarias por el distrito 14 de Nueva York. Tennessee manda, por primera vez en 250 años de historia, a una mujer al senado. Y nueve mujeres se convierten en Gobernadoras de sus estados.
Si los demócratas intentan aprovechar estos dos años de mandato para ir al enfrentamiento frontal contra el presidente, se equivocarán
Así que, si alguien ha ganado estas elecciones, en mi opinión, son las mujeres.
Hasta aquí mi interpretación de lo ocurrido. Sobre lo que haya de ocurrir, es bien cierto que los demócratas han ganado una baza para presionar al presidente Trump y a los republicanos. La posibilidad de investigar y fiscalizar la acción pasada, presente y futura de la administración Trump ha cambiado sustancialmente. De ahí a que la presidencia de Donald Trump corra peligro hay un abismo. Un impeachment es impensable en los próximos dos años, por mucho que investigue la Cámara de Representantes y Trump puede ejercer tranquilo con el añadido de que ahora podrá jugar la baza del victimismo ante una cámara dominada por sus detractores.
Y esta es, desde mi punto de vista, un elemento clave. Si los demócratas intentan aprovechar estos dos años de mandato para ir al enfrentamiento frontal contra el presidente, se equivocarán. Jugar al choque con Trump es jugar en su terreno y ahí él lleva todas las de ganar. Si los demócratas quieren tener opciones reales de recuperar la Casa Blanca en 2020 deben jugar la baza de la inteligencia. Sobre todo, al no contar con un referente claro en estos momentos y al estar la elección de candidato/a abierta como pocas veces en los últimos años. La inteligencia pues, va a ser esencial y ahí, las nuevas congresistas y senadoras, mayoritariamente demócratas, tienen un amplio margen de maniobra.

