Que el frente político que construyó Mauricio Macri para llegar la presidencia de la República Argentina se llame CAMBIEMOS no es casualidad, pero no deja de ser llamativamente significativo en relación al periodo histórico que se abre en la Argentina.
Muchas cosas CAMBIARON en estos últimos meses para que esto suceda, pero hubo una que sin lugar a dudas resume a todas ellas por su causalidad: la participación en política de un sector de la sociedad que había sido esquivo a todo lo relacionado con lo público.
Durante años el argentino se lamentó con pensamientos simplistas como “tenemos los políticos que nos merecemos” o “la política todo lo corrompe”. Para una gran parte de la sociedad, la política no era esa noble ciencia que centra su estudio y práctica en la solución de los problemas del prójimo, de la sociedad, sino un sinónimo de lo oscuro, sucio o corrupto.
Mauricio Macri decidió hace 15 años construir un partido nuevo y convocó especialmente a quienes nunca habían participado de lo público.
Al principio sedujo a unos pocos, pero con perseverancia (y hasta podría decirse testarudez), logró construir una alternativa real de gobierno, demostrando que no era tan difícil enseñarle política a alguien con capacidad de gestión. Y así, poco a poco, fue sumando adeptos.
El 22 de Noviembre de 2015 será probablemente recordado como la elección con mayor participación ciudadana en la joven democracia argentina. CAMBIEMOS logró organizar un verdadero ejército de voluntarios que trabajaron incansablemente durante semanas, para asegurar un proceso democrático transparente.
Tuve la suerte de ser un testigo privilegiado. Como muchos voluntarios en cada rincón del país, el partido me asignó la responsabilidad de coordinar la fiscalización (los apoderados e interventores) de una zona. Don Torcuato es un barrio en el partido de Tigre, dentro de la zona Norte del conurbano bonaerense, que presentaba 155 mesas distribuidas en 19 escuelas. Jamás en la historia democrática, un partido no oficialista había logrado fiscalizar el 100% de las mesas.
El 22 de noviembre CAMBIEMOS presentó 59 fiscales generales (más de 3 por escuela) y 329 fiscales de mesas organizados por turnos de forma de poder darle participación a todos. Este verdadero ejército de fiscales fueron voluntarios convencidos de que su participación era fundamental para garantizar un acto eleccionario transparente.
Familias enteras participaron. Prepararon y distribuyeron almuerzos para quienes cumplían tareas de fiscalización, trasladaban fiscales de una escuela a otra de acuerdo a las necesidades, distribuían boletas, alentaban o simplemente acercaban un café. Y eso que pasó en Don Torcuato se replicó en todo el País.
Ese domingo a la noche, a muchos se nos infló el pecho de orgullo al ver que el esfuerzo se traducía en alternancia. Y una alternancia que también tiene un componente histórico: Desde 1916, todos los presidentes argentinos fueron o peronistas, o radicales o militares. Hasta hoy.
Mauricio Macri será el primer presidente en más de 100 años que llega desde un partido que él mismo creó desde cero. Y esa es una de sus mayores oportunidades: no tiene compromisos con nadie más que con los ciudadanos argentinos. No llegó “sponsoreado” ni bajo la sombra de nadie.
Pero no será una herencia sencilla la que recibirá el 10 de Diciembre. Una situación macroeconómica preocupante, con un enorme déficit fiscal, un tipo de cambio atrasado, reservas flacas en el Banco Central y una inflación que nos pone en el podio mundial de países con más alta inflación (cercana al 30% anual).
A su vez, la herencia de un país dividido: familias y amigos que han cortado relaciones por la violencia del discurso populista de los últimos años. “Patria o Buitres”, “Vamos por todo” o “puta oligarquía” son expresiones utilizadas para definir a quien pensaba diferente.
Recibe una inseguridad creciente, con el crecimiento del narcotráfico. Una realidad que hasta no hace mucho era ajena a la Argentina. El país se transformó de un país de tránsito, a un país de consumo, y a un país de producción y comercialización. Con el aumento de otros delitos asociados al narcotráfico.
También hereda un sistema político que necesita de una reforma urgente. Desde una modernización en el sistema eleccionario, con la implementación de la boleta única electrónica, hasta la suspensión de las relecciones indefinidas (que generan verdaderos feudos en muchas partes del país).
Y por último lo más importante. Algo que ni el peronismo, ni el radicalismo ni los militares han podido resolver más allá del relato fanatizado de sus simpatizantes: erradicar la pobreza en un país que produce alimentos para 300 millones de personas y que tiene 14 de sus 40 millones de habitantes debajo de la línea de pobreza.
Pero como dice la famosa y trillada frase de Albert Einstein, “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Y el pueblo Argentino con su participación y su voto, decidió probar con algo diferente.
Matías Huvelle, Buenos Aires, Argentina