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Un refugiado en Europa: el efecto ilusorio de estrenar mundo

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Ilusión. Esa es la diferencia de caminar por el Paseo de Gracia o por un camino de tierra en los arrabales de Kampala. De asombrarse con las figuras que decoran los adoquines de Barcelona o con el color rojizo de la tierra en Uganda. Es la forma en la que nuestros ojos decoran lo que ven y la manera en que rellenamos aquello que no alcanzamos a ver. La ilusión se alimenta de olores, sonidos y sensaciones, y los deja en algún rincón de nuestra mente, para que esta recurra a ellos sin previo aviso, cuando necesita rellenar los vacíos de la incomprensión. Es la realidad decorada con nuestros miedos y deseos.

Cuando llegué al campo de refugiados de Rwamwanja, en Uganda, tuve que mostrar mi credencial de periodista ante las autoridades. Como el director del campo – allí se denomina ‘Comandante’ – estaba fuera, me vi en la tesitura de esperar prácticamente todo el día a que volviese, así que decidí dejar mis cosas en la oficina de su secretaria y salir a dar una vuelta por los alrededores.

En aquel pueblo colindante al campo encontré un mercadillo, de esos semanales que parecen conseguir congregar a todos los habitantes del pueblo, ya sea en África o en Europa. Un mercadillo africano llama la atención porque puedes encontrar animales atados o enjaulados, y porque la mayoría de vendedores no tienen puesto; les basta con poner una mesa sobre la que enseñar sus productos. A algunos ni eso: lo ponen directamente sobre el suelo.

Me impresionó una señora tumbada junto a una montaña de restos de pescado: cabezas, raspas, colas y tripas devoradas por las moscas. Era la vendedora. Me impactó que eso se vendiese; que eso se comprase. La vendedora casi podía dormir sobre ese montón de restos y a mí se me hacía casi imposible no cubrirme la nariz con la camiseta. Me sorprendió que alguien pudiese sobrevivir a comerse eso, y más aún que la secretaria del Comandante me dijera que no pasaba nada, “que ese pescado está perfectamente”. Era una imagen que pasaba desapercibida para casi todos los transeúntes, pero a mis ojos era lo más excepcional que ofrecía aquel mercado; por lo chocante, por la intensidad del olor, por el zumbido de las moscas y por que alguien pudiese dormir abrazado a todo aquello, rodeado de un constante tráfico de ruido, polvo y personas. Supe entonces que lo que hacía de esa imagen algo especial eran las expectativas que llevaba conmigo. Era la sensibilidad que se despierta en el viajero cuando se enfrenta a una realidad desconocida, cuando camina cargado de sueños ante una primera vez.

Europa: todo demasiado ordenado y silencioso

Cuando Roger llegó a Barcelona, procedente de aquel campo de refugiados, y salió por primera vez a la calle, lo primero que dijo es que no sabía qué decir, “que todo era como un sueño”, que le impresionaba que todo estuviera tan limpio, que hubiese luz en todas las calles. Así que terminó preguntándome él a mí que cómo había hecho para moverme por Uganda.

Era una tarde de Navidad, de esas que casi nacen siendo noche, pero con la excepción de ser un diciembre atípico, sin bares ni mucha vida en la calle. Una tardenoche en la que Roger conoció el frío, y lo dijo como si fuese un invento de más allá del trópico, y a mí me recordó a cuando Aureliano Buendía recuerda el día que su padre le llevó a conocer el hielo. Le pareció que en Europa todo era demasiado ordenado y demasiado silencioso. Entonces recordé las misas de noche en el campo de Rwamwanja, su música atronadora y las plegarias cantadas que parecían salir de la oscuridad de la montaña y que yo, desde mi habitación del hostal, imaginaba como una enorme fiesta de danzas y rituales africanos bajo la fría luz de los fluorescentes. Mi cabeza mezclaba imágenes del espiritualismo africano, que siempre despierta de noche, y las pintaba con los colores eléctricos de la obsoleta precariedad tecnológica del (‘Tercer’) mundo rural.

Roger parece haberse hecho a vivir rodeado de blancos, a mirar las luces de los semáforos para cruzar la calle, a perderle el miedo a las escaleras mecánicas.

Son colores artificiosos, llenos de contrastes, parecidos a los de la fuente iluminada de Gran Vía de les Corts. Cuando Roger la vio por primera vez la vio tan azul que me preguntó si realmente era agua. Le dije que sí, que “solo es un efecto de luz”. Me pidió que le tirara una foto; imagino que para enseñársela a sus amigos de Uganda y mostrarles cómo es el mundo en Europa. Imagino que aquel azul intenso y artificioso cuadraba con su imaginario de la excepcionalidad tecnológica de Europa, como si esa unión de color, coreografía y luz evidenciase las diferencias con su mundo africano. Pensé que la realidad estaba respondiendo a su ideal y el ideal se estaba convirtiendo en belleza, igual que yo con aquella mujer que dormitaba junto al pescado.

El animal que más ha impresionado a Roger en Europa es el perro. Primero porque “en Uganda todos son callejeros” y aquí van atados; y segundo, porque jamás pensó que pudiesen existir tantas razas, ni que un perro pudiese ser viejo y pequeño al mismo tiempo.

Tiempo después, Roger parece haberse hecho a vivir rodeado de blancos, a mirar las luces de los semáforos para cruzar la calle, a perderle el miedo a las escaleras mecánicas y a moverse en metro siguiendo los colores. También hay realidades que sigue resolviendo con su imaginación, como la de los africanos que encuentra por la ciudad, hablando en plazas o cargando carros de chatarra. Piensa que pueden ser mafias y teme que le quieran meter en su sistema, así que evita acercase a ellos.

En lo poco más de tres meses que Roger ha dejado de ser refugiado en Uganda para ser estudiante en Barcelona, la ciudad ha cambiado mucho a sus ojos. Aún hay muchas cosas que no termina de entender y que, seguramente, en su silencio, va rellenando con su propia imaginación, dejando que su subconsciente complete los huecos del desconocimiento con miedos e ilusiones. Algo parecido a lo que hacemos todos al proyectar nuestro futuro. Probablemente, en el caso de Roger su imaginario sea muy distinto al de hace un año, cuando solo era un refugiado en el Tercer Mundo, y ahora se permita soñar con ser diplomático y conseguir un trabajo digno. De ahí que, en ocasiones, ilusión signifique lo mismo que esperanza.

Puedes conocer la historia completa de Roger en Refugio, el documental de Manuel González. Disponible en Filmin y Amazon Prime.

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Argelia y Sudán, ¿el renacer de la primavera árabe?

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Sudán del Norte y Argelia se han convertido en los principales focos de cambio y revolución en el continente africano. El malestar económico, político y social ha llevado a las poblaciones argelina y sudanes a la calles, y ha puesto fin a los 30 años de Omar al-Bashir en Jartum y las dos décadas de Abdelaziz Bouteflika como presidente argelino.

Ahora queda un revuelo social lleno de incertidumbre, que recuerda en gran medida a los movimientos de la Primavera Árabe que agitó gran parte de la vertiente mediterránea del continente africano. Claudio Fontana entrevista a Francesco Strazzari, profesor de Relaciones Internacionales en la Escuela Superior Santa Ana de Pisa, para analizar la situación de estos países y qué podemos esperar de las revueltas.

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Europa: gana la abstención

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Un eurodiputado es un hombre o mujer, medio diputado. Lo esperable sería que su condición política, de alcance europeo, hiciera de estos políticos europeos unos representantes absolutamente imbricados en la representación de la opinión pública europea. Ésta es, hoy por hoy, inexistente, salvo quizá por los 20 millones de europeos que viven en otros países europeos distintos al suyo, los seguidores de la Champions y de Eurovisión.

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No solo el terrorismo: el verdadero desafío es la libertad

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Por Martino Díez y Michele Brignone

Todavía nos quedan muchos años que seguir oyendo hablar de yihadismo, pero no está mal echar la vista de vez en cuando un poco más allá, hacia un Oriente Medio que después de décadas de hegemonía cultural islamista trata de dar un giro, cuando hasta en Arabia Saudí el príncipe heredero Mohamed Bin Salman anuncia que quiere abrir una nueva etapa a nivel económico y político, pero también cultural y religioso.

Aparte de las valoraciones sobre la viabilidad de esta proclama saudí, es difícil que la reforma religiosa que tantos invocan pueda llevarse a cabo realmente si no se toma en serio la insistente demanda que resuena desde 2011: libertad. Después de años de violencia yihadista, sectarismos, derivas neo-autoritarias, volvemos a partir de aquí. De lo contrario, nos adentraremos cada vez más en una guerra total. Sigue leyendo

[VÍDEOENCUENTRO] Siria: la guerra del mundo actual – por Florentino Portero

En Entrevistas/Internacional/Mundo/Vídeos por

Hace un año entrevistamos a Florentino Portero es uno de los expertos más relevantes en el ámbito de las relaciones internacionales en España. Dirige el grado en Relaciones Internacionales y el Instituto de Política Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria y es investigador asociado y miembro del Consejo Científico del Real Instituto Elcano.

En tres pequeñas piezas audiovisuales, Portero pone la atención en las siguientes cuestiones. Sigue leyendo

El príncipe ubicuo

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Los nobles saudíes dificultan su individualización cuando se mezclan vistiendo la kufiyya, tradicional pañuelo con el que se cubren la cabeza, el cual es asegurado con un cordón negro llamado agal. Sin embargo, una silueta sobresale y hace añicos esa imagen fija que proyectaba la casa de Saud. Recientemente, el príncipe heredero, Mohámed bin Salmán, ordenó el arresto sin procedimientos jurídicos de influyentes personajes del reino; desde el inversionista más rico, el príncipe Alwaleed bin Talal, hasta el adversario más poderoso, el príncipe Mutaib bin Abdalá. Sigue leyendo

La situación de los derechos humanos en África

En África desde dentro/Asuntos sociales/Internacional por

Cuando se habla de los derechos humanos en un lugar, se está refiriendo a la capacidad que tiene cada ciudadano de ver su vida y sus pertenencias protegidas por la ley de su país. Y esta ley ha de ser justa, promulgada con la finalidad de alcanzar el bien común.

Cuando es perturbado en sus derechos, ha de tener la posibilidad de recurrir a instancias superiores, administrativas o judiciales. Todas las estructuras políticas, administrativas, jurídicas, policiales y sociales tienen el cometido de asegurar que nadie se sienta injustamente tratado. Sigue leyendo

Turquía o la democracia suicida

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Al igual que los griegos, que en su democracia clásica condenaron a Sócrates a ingerir la cicuta para matarlo, la democracia representativa padece de instintos suicidas intermitentes. Un nuevo bollo, este con aspecto de donner, ha venido a engordar el descrédito hacia los valores demócratas tras el referéndum acontecido hace escasas semanas en Turquía. Una vez más, la democracia disparándose en el pie.

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Siria: el cuento de guerra de nuestra generación

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Cada época tiene y vive su propia guerra. Nuestros abuelos tuvieron su respectiva guerra mundial y sufrieron sus crueles y fratricidas guerras civiles asociadas. Nuestros padres vivieron, en la televisión y en la propaganda, esa guerra declarada “fría” y sus numerosos conflictos “ardientes” en zonas periféricas (y descolonizadas en paralelo) entre las viejas banderas izquierdistas y derechistas. Y cada uno de estos conflictos fue contado, como tragedia o comedia, por los protagonistas de los mismos, desde el dolor que nunca desapareció o desde la risa de aquello humano que se pudo salvar. Sigue leyendo

La mecánica naranja

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En los Países Bajos se desarrolló el sistema de verzuiling, un modo de segmentar la sociedad por religión o ideología política, en la que cada sector organizaba sus propias instituciones. Al mismo tiempo, fue en este país donde surgiría por primera vez el consociativismo, es decir, la búsqueda de consenso en esta fragmentación social. Además, en los años ochenta se inauguró también allí el poldermodel, con el cual, para resolver las tensiones entre las fuerzas socioeconómicas, se profundizó en la consecución de pactos. Sigue leyendo

Habrá que estar atentos

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Empezamos la semana con una congoja amarrada al cuello, la doblamos con un suspiro de alivio y la cerramos con la sensación de que lo peor está por llegar.

El lunes teníamos casi la certeza de que Geert Wilders iba a servirnos un poco de cicuta. Todo parecía indicar que Holanda trasplantaría a Europa la peor cara electoral que vivimos en noviembre en EEUU. En este caso no era imprescindible una victoria. Ni siquiera era necesario que su xenófobo Partido por la Libertad (PVV) lograse los resultados necesarios para formar gobierno. Sigue leyendo

Astérix en Europa

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La carrera por la presidencia de Francia se ha vuelto emocionante, por lo tanto, preocupante; la corrupción persigue a François Fillon y a Marine Le Pen, mientras que la sombra rusa intentará complicar al socioliberal Emmanuel Macron.

Las encuestas insisten en el triunfo del Frente Nacional en primera vuelta y en su derrota en el ballotage, no está claro aún con cuál contendiente. De todos modos, aunque el triunfo de Marine Le Pen se vislumbra difícil, no es imposible. La victoria holgada de Jacques Chirac sobre Jean-Marie Le Pen en las elecciones del 2002 ya no sirve tanto como referencia; factores como el contexto internacional y asuntos internos como la tensión multicultural o el deterioro del sector agrícola están cambiando rápidamente el mapa social y político. Sigue leyendo

Go hard like Vladimir Putin o cómo la música no amansa a la fieras

En Internacional/Mundo/Música por

Putin ha ganado. La victoria electoral de Trump, la tregua en Siria, la dominación de zonas de Ucrania, las victorias de presidentes pro-rusos en Moldavia y Bulgaria, el mantenimiento de los precios del petróleo, el apoyo creciente de movimientos identitarios en Europa Occidental. El 2017 abría con este gran titular, la prensa de medio mundo proclamaba su triunfo sin paliativos. Obama se marchaba, su alter ego mediático e ideológico (y supuestamente geopolítico), y él se quedaba sine die, pero no solo como presidente todopoderoso en una Rusia denunciada como “oscura y amenazante”, sino supuestamente en los parlamentos y ordenadores de las democracias occidentales. Sigue leyendo

Instatrump

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Donald Trump se ha convertido en el 45º presidente de Estados Unidos, y muchos siguen insistiendo en que representa el fin de una era, pues la supremacía anglosajona habría terminado por propia iniciativa. Los que vienen augurando desde hace décadas el advenimiento de la hegemonía china o la inviabilidad de la globalización vislumbran por fin sus expectativas.

Muchas de las causas señaladas para que este tipo de líder político haya llegado al poder, parecen ajustarse a la realidad; las frustraciones de la globalización o la revancha blanca fortalecen el amparo nacionalista, pero hay una que subyace tanto en el desencadenamiento de este encierre anglosajón como en su explicación: una inmediatez llena de superficialidad solidifica la ignorancia que empuja a entregarse a la imagen audaz, encarnada en este presidente del decreto-tweet. Al mismo tiempo, quienes critican estupefactos esta elección caen en la misma dinámica: el suicidio del imperio, el fin de la globalización o el triunfo de Putin no son más que razonamientos ligeros. Unos necesitan visualizar una política veloz, los otros profetizan el apocalipsis. De este modo, todos apuran un repentino e ineluctable vuelco del sistema con una colosal falta de prudencia. Sigue leyendo

[RELATO] Casilda sabe multiplicar

En Asuntos sociales/Internacional por

Que estas líneas nos sirvan para ubicar al Otro en el otro.

Espinosa Martínez, seudónimo de Ricardo Morales Jiménez  — Codirector de Democresía

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Eurentrée

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El Brexit ha ganado y, si realmente se hace efectivo, algunos auguran una catástrofe económica y un efecto domino disgregador en Europa a través de referéndums descontrolados en países euroescépticos como la República Checa. Todo al mismo tiempo que Reino Unido se despieza como Yugoslavia.

Por otro lado, surge un punto de vista más optimista en donde la Unión Europea, liberada del lastre británico y con la negativa imagen que está dando la ruptura, como se ve, según recientes encuestas, en el crecimiento del europeísmo en los países nórdicos, aceleraría el camino hacia una verdadera federación. Simultáneamente, Gran Bretaña se consolidaría como cómoda bisagra o correa de transmisión entre Estados Unidos y Europa, es decir, como el nexo independiente de Occidente. Sigue leyendo

Lecciones del Brexit y una salida a la salida

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Aparte de incendiar las redes sociales y las esperanzas de los jóvenes británicos y no británicos que viven en las islas, el Brexit ilustra algunas particulares que empieza a caracterizar la política del siglo XXI. Si en el siglo XX fueron las ideologías, el asociacionismo y las luchas de clases las que decantaron el voto de los ciudadanos, poco a poco la accesibilidad a la información, los medios de comunicación de masas y la mediatización direccionada de la opinión pública están dando paso a la marketinización de la política – o mercantilismo si lo traducimos al español, lo que acerca el término a un concepto más resultadista y lucrativo, que es al fin y al cabo de lo que se trata. Sigue leyendo

Churchill, Schuman y Adenauer: tres discursos sobre Europa

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Reino Unido ha dicho que ya no juega más, que no se fía del resto y que quiere que le devuelvan su soberanía. Lo hace en un contexto bastante difícil, animada en parte por los populismos internos y en parte por los populismos externos, por la crisis económica, por la llegada de refugiados y por ese sentimiento de descontrol generalizado que sobreviene a los pueblos cuando se afrontan retos verdaderamente graves (ese que tan bien ilustra Mafalda: “Que paren el mundo que me quiero bajar”).

Todos sabíamos (y, si no, ya lo sabemos), que el proyecto europeo depende enteramente de que los pueblos que lo conformamos seamos, además, capaces de sostenerlo, tarea tanto más difícil cuando, a los tiempos de crisis, se suman inevitablemente los errores y vicios asociados al paso de los años. La pregunta tras el referéndum británico es: ¿Y, ahora, qué? Sigue leyendo

Brexit, populismo y austeridad

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La decisión del pueblo británico de abandonar la Unión Europea ha supuesto el más duro golpe sufrido por el gran proyecto de paz, libertad y prosperidad que surgió en el continente años después de la Segunda Guerra Mundial.

“Estamos con vosotros, pero no somos uno de los vuestros” afirmaba Winston Churchill cuando se le preguntaba por la relación entre las dos partes. Una frase que cobra todo el sentido en estos momentos convulsos que exigen respuestas que llevamos esperando demasiado tiempo. Hace 46 años que el Reino Unido decidió ingresar en la entonces CEE, siempre con poco entusiasmo, manteniendo ciertas distancias y con un estatus especial que le permitió hasta el último momento ser un socio a la carta. El Brexit del pasado 23 de junio acabó con más de cuatro décadas de pertenencia a un selecto grupo de países entre los que Gran Bretaña ha sido pieza fundamental por su papel como primera potencia política y militar, y por tratarse de la segunda economía europea. Es el momento de preguntarse por las razones que han causado este gran terremoto europeo y mundial cuyas consecuencias a corto y medio plazo no son fáciles de determinar. Sigue leyendo

La polémica: ¿fanatismo o islamismo?

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Musulmán armado con la Shahada (“No hay más dios que el Dios, Muhammad es el mensajero del Dios”)

Muchos años de vida carga a su espalda la guerra santa en Oriente: los ataques de las células yihadistas en países arábigos se remontan muchos años atrás, y el mundo civilizado se acostumbró tiempo ha a titulares bélicos mensuales en las noticias. Boko Haram no es nada nuevo en África, ni IS en Asia: son dos caretas de una misma persona que ya es asesina multicentenaria.

Pero los sucesos de la Primavera Árabe que todos conocemos, en Libia con el ya olvidado Gadafi, en Túnez o en Siria, llamaron poderosamente la atención en “Occidente”. El ciudadano de a pie (de entre los ciudadanos informados) lo tomó como una revolución francesa a lo arábigo, y seguía las noticias con relativa atención. Y las grandes potencias industriales, movidas por intereses prioritariamente económicos, decidieron involucrarse en los conflictos, apoyando a los militantes de un signo y de otro (como Francia y Rusia). Al menos hasta que, en plena rebelión siríaca contra Bashar al-Asad, determinados medios de comunicación comenzaran a llamar la atención sobre la evidente participación de células terroristas como Al-Qaeda en el levantamiento popular. Y así sigue Siria, dividida entre dos tiranías, oprimida por derecha e izquierda.

El caso es que el Yihad volvió a los teleinformativos con inusitada fuerza, y las cuestiones fundamentalistas se hicieron su hueco en la mente colectiva. Pero no ha sido hasta hace unos meses, cuando se redoblaron las amenazas desde IS hacia Inglaterra, Francia, EEUU o España, una verdadera preocupación para el español medio. Y aun hoy, es una vaga idea que amenaza, pero que no se nota ni se siente, por lo que sólo es relevante mientras nuestro sujeto imaginario lee el periódico.

El caso es que ha resurgido con vigor en la sociedad desarrollada una pregunta clásica: ¿es esto el Islam? ¿Es religión, o es culto al mal? ¿Humaniza al hombre, o lo derruye y lo vuelve un monstruo?

Cuando se veía la situación afgana en la tele desde el sofá, era fácil despachar el problema con la todopoderosa remisión a “cuestiones de cultura“. “¡Ná, si es que estos árabes son unos burros!”, y a otra cosa mariposa. Pero cuando tantos periodistas compatriotas, o cercanos internacionales, pierden la vida delante de su propia cámara, o cuando el vecino del tercero que jugaba con el hijo de uno cuando eran pequeños viaja a combatir el Yihad, la cosa cambia y la anterior respuesta es fútil y desechable.

El Islam es una religión del libro. Esta expresión tiene un origen distinto, pero ha servido durante mucho tiempo como ataque contra las religiones, para mostrarlas como productos de fantasía y contrarios a toda razón, y así contrarios al hombre mismo. El creyente supuestamente tiene que seguir a rajatabla un precepto en un libro, por innumerables que sean los argumentos contrarios que se puedan levantar.

Muchos son los que han dicho que las principales religiones del libro son el judaísmo, el cristianismo y el Islam. A mi parecer, la frasecilla no es definitoria: es sólo una expresión descriptiva. El judaísmo actual en la mayor parte de las ocasiones se deja seducir por la exclusiva literalidad de la Torá, como lo prueban, entre otros muchos casos, las filacterias. Pero me parece muy simple aplicar la locución a la religión cristiana. Cierto es que algunas adulteradas formas de cristianismo, como la encabezada por Martín Lutero, se enfrentan a una Tradición que se remonta a las primeras comunidades cristianas y proclaman los imperios de la “sola fidei” y de la “sola Scriptura” (en las mismas palabras del teólogo alemán), eliminando toda referencia a la razón humana. Por lo que respecta a la Iglesia Católica, siempre se ha valorado la intervención activa de la razón en la comprensión de los textos bíblicos y del contenido de la revelación cristiana, destacando documentos modernos como Providentissimus Deus del Papa León XIII, Fides et ratio de san Juan Pablo II o Verbum Domini, de Benedicto XVI, la explicación oficial más cercana en el tiempo, en la que se llama la atención explícitamente sobre la “necesidad de trascender la <<letra>>” (VD 37 y 38).

La cuestión es que años luz separan catolicismo e Islam. Los musulmanes están obligados a la fe en el Alá de Mahoma a expensas de la razón y por encima de cualquier duda sobre cualquiera de las realidades relativas. De hecho, ni les está permitido: es un impío el que cuestione lo que ocurrió en aquel retiro del Profeta, que san Gabriel le entregó el Corán de parte del único Dios. Porque, así las cosas, el Corán se recibe como revelación para todos los tiempos por la comunidad musulmana… ¡Y quién se atreverá a llevar la contraria a Alá, el único Dios!

Pero en muchas ocasiones parece que Alá se contradice a sí mismo: por ejemplo, en el mismo Corán se ordena el combate para extender el nombre de Alá, degollar a los enemigos del Islam y guerrear contra judíos y cristianos, a no ser que pagaren tributo y se sometieren. Y en otros versículos del mismo libro sagrado se compara el asesinato con la incredulidad, uno de los peores pecados en que puede incurrir un musulmán.

Ante este dilema, la mayor parte de la histórica comunidad musulmana llevó su atenta mirada a la expresión coránica: “obedece a Dios y a su mensajero” (Corán 3, 32). Si era difícil escuchar a Dios, el obstáculo debía salvarse atendiendo a la santa vida del Profeta, y así se recopila la Sunna, una colección de dichos y hechos de Mahoma para una correcta interpretación del Corán. El problema es: ¿quién diantre interpreta a Mahoma?

Porque Mahoma fue un yihadista hasta las trancas. En el Islam, el Yihad es un concepto mucho más amplio que el de “guerra santa” que nosotros exclusivamente le atribuimos. Diferencian entre el Yihad menor y el Yihad mayor. El Yihad menor sería la acción externa dirigida a extender el Estado Islámico y el nombre de Alá, que en ocasiones deberá tomar la violencia como aliado (así, la “guerra santa” es una parte del Yihad menor), y el mayor constituye la conversión interna a Alá.

Pues bien: Mahoma debió ser “yihadista mayor” como nadie, no quiero ponerlo en duda. El caso es que también alzó sobre sí la espada en señal de lucha, también degolló y también predicó la violencia. Y señala cómo es posible llegar al Yihad mayor a través del menor, si bien el camino natural, también según su magisterio, debe ser el contrario.

La clave está en el carácter de lucha o de defensa de la fuerza ejercida. Pero, como dije antes, ¿quién interpreta a Mahoma? No es el uso de la razón lo que separa a un buen musulmán pacífico de un buen musulmán terrorista: es la interpretación del Yihad, del mandato de Alá de extender el Estado Islámico. Y repito: como la razón no importa en el universo coránico, sino la revelación de Alá por encima de todo, lo que nosotros condenamos como asesinato un estudioso neutral del Islam debiera atribuirlo a divergencias de interpretación. Fethullah Gülen, uno de los estudiosos más importantes del Islam y de mayor trascendencia a nivel internacional, atribuye el fundamentalismo no al contenido del Islam (del que dice que es contrario), sino a un fallo educativo en la estructura del mundo musulmán, y argumenta que la guerra de Mahoma era defensiva siempre frente al agresor, que amenazaba con la extinción de la Palabra de Alá. Pero, ¡quién sabe…! O si no que le pregunten a Bin Laden sobre pureza religiosa. ¿Cuál es, con Corán y Sunna en mano, la interpretación correcta del Islam? La cuestión es que sólo Alá lo sabe.

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