Tras ganar el Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín, la película ‘Gracias a Dios‘ de François Ozon llega a las salas españolas el próximo 18 de abril. Lo hará no sin levantar ciertas asperezas en el seno de la iglesia gala y provocando la movilización del público – creyente y no-, cuya afluencia ya supera las 900.000 barbas en las salas de cine durante las últimas siete semanas.
1. La Omertá
“Cuando hablé a los productores sobre la temática de este proyecto no se entusiasmaron” -asegura Ozon- “La película no costó mucho dinero y se ha vuelto muy rentable, pero es muy difícil que un director novel hubiera conseguido levantar este proyecto”.
Y es que la cinta aborda sin complejos el caso de pederastia más importante de Francia. Los hechos dan lugar a caballo entre el seno de la iglesia y los boyscout de Lyon, la ciudad con mayor número de católicos de toda Francia. Fue allí donde durante varias décadas, el sacerdote Bernard Preynart abusó de decenas de niños en los campamentos y colonia de la diócesis de Lyon que, tal y como se conoció posteriormente, hizo la vista gorda hasta que el caso explotó en 2015.


“Se trata de un historia real. El sacerdote Preynard sólo es un hombre, no es importante” – nos comenta el director- “Lo importante es el silencio, la omertá a la siciliana de quienes lo saben y lo callan. Además la pederastia no está sólo en la iglesia, sino que abarca otras muchas estructuras como el deporte. De hecho, el 80% de los casos ocurre en el seno de la familia”.
La pederastia no está sólo en la iglesia, sino que abarca otras muchas estructuras como el deporte. De hecho, el 80% de los casos ocurre en el seno de la familia“.
Esta realidad se desborda y salta a la palestra gracias a una asociación: La Palabra Liberada. Piedra angular del filme, es el origen y la conclusión. De ella se extraen los testimonios de los tres protagonistas, de cómo por casualidad se conocieron y cómo se propagó el efecto llamada para, finalmente acabar constituyendo esta formación, a modo lobby, que luchó durante tres años – y continúa luchando-, para que el arzobispado reconociese los casos, la constancia de éstos durante tantos años y expulsase a Preynard, además de denunciarlo ante la justicia.


2. Gracias a Dios
“En un principio le cambiamos el nombre porque en Francia todo el mundo sabe que “gracias a dios” es lo que dijo el cardenal Barbarin en la conferencia de Lourdes” – dice el director. Se refiere, en este caso, al lapsus del Arzobispo que inmediatamente convirtió en viral su “gracias a dios, los casos han preescrito”. Ese mismo día presentaba su renuncia ante la Santa Sede, que por orden del Papa declinaba su renuncia por la presunción de inocencia.
Añade el director francés que “pese a que haya un discurso de tolerancia cero, la acción no llega. Es sabido que el Papa y el cardenal Barbarin son muy amigos y éste último hizo campaña por Francisco para su elección”.
Durante nuestra reunión Ozon comenta que tiene la percepción de que en Francia algo se ha puesto en marcha. Según nos cuenta, después de hacer la película, ha hablado con varios obispos y todos mostraban muy buena voluntad para combatir este problema. No obstante, atina a proponer una reflexión: “La iglesia francesa es vieja, ¿puede una generación de obispos de 75 años hacer una revolución? Si la iglesia cambia será a través de sus fieles”.
3. El relato y su forma
Pese a tocar un tema tan sensible como el de la pederastia, la cinta logra transmitir una imagen de respeto y cierta imparcialidad. Mostrando una verdadera labor de contención y evitando el morbo. “Me parecía que era importante mostrar a los personajes con su pasado. Mostrarlos como niños”- dice Ozon- “Ahora bien, era impensable para nosotros mostrar una escena sexual. Confío en la inteligencia del espectador. Bastaba con hacerle imaginar ese dolor”.
Ozon narra su relato desde las víctimas, con la sensibilidad que ha mostrado en sus otras películas (Frantz, El Amante Doble, En La Casa), para indagar cómo vivieron su trauma, cómo se liberaron a través de la palabra y cuáles fueron las repercusiones familiares y sociales.
¿Una generación de obispos de 75 años hacer una revolución? Si la iglesia cambia será a través de sus fieles”.
“En este sentido yo soy un director de cine, no un político” – añade- “Me he limitado a dar voz a las víctimas para que puedan expresarse. Como decía Fassbinder, he decidido mostrar a los débiles”.


Otro ejemplo de la cercanía a las víctimas: parte de la película se rodó en la propia casa de uno de los protagonistas. Ozon, que suele destacar por una fotografía estéticamente elegante, en este se priva de alardes en pro de un relato más austero debido a que la importancia del relato estaba en la palabra. Adapta la fotografía a los personajes y su combate dando lugar a una primera parte casi epistolar, una segunda telefónica y una tercera personal.
“Hay un cliché en el cine que es el hombre es acción y la mujer emoción”.
Normalmente suele hablar de mujeres fuertes y en este caso, según nos cuenta “quería hablar de la fragilidad masculina”. Nunca se le pasó por la cabeza hacer una película sobre un tema de actualidad. Según nos cuenta hay un cliché en el cine que es “el hombre es acción y la mujer emoción”, fue entonces cuando decidió invertir los téminos.
4. ¿Y Dios?
La película termina, después de todo lo que ha ocurrido, haciéndole una pregunta a uno de sus protagonistas: ¿Crees en Dios?
“En el caso del protagonista preferí dejarlo en suspense, aunque yo sé la respuesta que me dio la víctima real” – concluye el director- “En cuanto a mí, tuve una educación católica, me bauticé, hice la primera comunión… Pero lo cierto es que perdí la fe muy pronto por falta de coherencia entre los Evangelios y la Iglesia”.
A expensas quedamos, pues, de la recepción en España, cuyo estreno se fecha el 18 de abril. A esta obra larga, de más de dos horas de metraje, ya le salen las cuentas: Ganó Oso de Plata, Gran Premio del Jurado recientemente en Berlín.

