Corre el año 1939 y Europa se encuentra al borde de la II Guerra Mundial. El Dr. Sigmund Freud se ha instalado en Inglaterra tras huir de una Viena invadida por los nazis. Un joven profesor de la Universidad de Oxford visita la consulta londinense del padre del psicoanálisis dispuesto a librar un duelo por todo lo alto. ¿Pudo ser C. S. Lewis? En” La sesión final de Freud”, representada hace algún tiempo en los escenarios de Madrid, se juega con esta posibilidad.
Este año se conmemora el 205 aniversario del natalicio de Giuseppe Verdi, el célebre compositor de algunas de las piezas líricas más conocidas en la cultura popular, entre las que destacan aquellas que conforman su trilogía de ópera romántica: Rigoletto, Il Trovatore y La Traviata. Su vida, tan llena de contrastes, transitó entre la desgracia de haber perdido a su familia y el reconocimiento y la fama por su contribución a las trascendentales transformaciones políticas de la Italia de su tiempo, que encontraron en él a uno de los máximos representantes del nacionalismo romántico de la segunda mitad del siglo XIX.
Obertura: Las tragedias de un romántico
Giuseppe Verdi, nacido en el seno de una familia de posaderos el 10 de octubre de 1813 en Le Roncole, localidad que pertenecía al ducado de Parma, entonces parte de Francia, comenzó su carrera musical como organista en la iglesia del pueblo. Un comerciante llamado Antonio Barezzi, al descubrir el talento del pequeño Beppino, se convierte en su mecenas y lo traslada a Busseto, donde continuó sus estudios musicales. Ya con 19 años de edad, trató de ingresar al conservatorio de Milán, pero fue rechazado por haber rebasado el límite de edad y porque sus aptitudes musicales habían sido desarrolladas en forma autodidacta, lo que no contribuyó a crearle un historial académico. Sigue leyendo
La sensación lectora, en cuanto a número de ventas se refiere, del último trimestre del 2016 fue “Harry Potter y el Legado Maldito”. La obra de teatro estrenada a mediados del año pasado en Londres fue un auténtico hito en la industria teatral y una nueva oportunidad para poner a J.K. Rowling vinculada de nuevo al mundo del mago del 4 de Privet Drive.
Los que vivimos nuestra adolescencia embebidos con la historia del joven mago en Hogwarts y aledaños, esperábamos esta nueva edición (en España editado por Salamandra) con entusiasmo; porque siempre que se oferta la posibilidad de viajar a nuestra infancia a través de las letras hay una pulsión –mitad ternura mitad histerismo– que hace que nos pasemos el IVA cultural por la zona noble y que acudamos a nuestras librerías con ganas de magia. Sigue leyendo
Inspirada en una huelga de repartidores de periódico de 1899, el paso del tiempo ha convertido a Newsies merecidamente en film de culto.
Si el cine es un “arte total”, está claro que el musical manifiesta esta característica de modo eminente. No soy asiduo al musical teatral, pero el género cinematográfico es de mis favoritos. ¿Cómo no esbozar una sonrisa recordando Cita en St. Louis (Vincente Minnelli, 1944), emocionarse con los mejores momentos de Gigi (Vincente Minnelli, 1958) o saltar de alegría con Cantando bajo la lluvia (Gene Kelly y Stanley Donen, 1952)? La fórmula hollywoodiense se consolidó e hizo “clásica” en los 60 —recordemos Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965)— y derivó hacia un mayor realismo, extravagancia y pura comercialidad en los 70 y los 80 —salvo el siempre interesante trabajo de Bob Fosse— para recuperar en los 90 el formato clásico… pero en el cine de animación —de la mano de otro genio como Alan Menken—.
Si exceptuamos esa joya que es Newsies (Kenny Ortega, 1992), el musical prácticamente no revivió hasta Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001), cuyo éxito, eso sí, motivó un prolífico y exitoso giro del género hacia el jukebox musical y, de un modo más irregular y con resultados desiguales, el estreno de adaptaciones de éxitos consolidados de Broadway (El fantasma de la ópera, Sweeney Todd, Los miserables). Sigue leyendo
Sería pretencioso por mi parte escribir estas líneas en pleno subidón, después del último salto con palma, del último estribillo entonando el pegadizo “step by step, bit by bit…” de Whitney Houston. Sería poco objetiva si, tras la exaltación experimentada en el patio de butacas del teatro Lara, quiero contar algo de lo que he visto; pero “La Llamada” es así. Te invita al aplauso enérgico y descompasado, a cantar desentonando ese himno del amor que es la banda sonora de “El Guardaespaldas”, te levanta de la silla, te arranca una carcajada y a la vez un hipo de decoro. Y al final, te pregunta.
Con guion y producción de los “Javieres”, Javier Ambrossi y Javier Calvo, “La llamada” abarrota cada fin de semana la corredera baja de San Pablo, en Malasaña, con su cola para entrar al campamento La Brújula. Se estrenó en mayo de 2013 en el hall del Teatro Lara: no les dieron nada más por sus atrevidos chascarrillos, ocurrencias desternillantes. Lo petaban y en su segunda temporada pasaron al escenario principal, donde vuelven cada fin de semana. Si esto no es un exitazo, ¡que baje Dios y lo vea! Sigue leyendo