Metacontrol

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No hemos aprendido nada. Black Mirror: Bandersnatch nos lo ha demostrado una vez más. Ríos de tinta sobre una trama sustancialmente irrelevante ha captado la atención de internet, cuando lo que debería haber copado la atención es la alegoría tras el metacontrol que subyace en esta película interactiva. El espectador comienza a saborear el destino de su protagonista, esclavo narrativo en su jaula de guión. Al igual que un videojuego, este experimento no puede ocultar del todo que se trata sencillamente de un sistema, ni más, ni menos.

Lo relevante de esta aportación interactiva que ofrece Netflix, es la experiencia made in Black Mirror, esta vez en nuestras carnes. No podremos controlar aquello que está mal programado, los anhelos del hombre siempre serán conflictivos para sus semejantes.

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El error y la violencia afloran durante las elecciones del espectador ajeno a comprender que se trata de un ensayo sobre, no ya la violencia, sino la tolerancia de la frustración. Errar es humano, pero especulativamente en la inteligencia artificial el fallo no es sino el modo de pulir una lograda simulación de libre albedrío, como se pudo degustar en la gran primera temporada de Westwold.

Muchos son los homenajes a destacados capítulos de la serie los que se pueden ver en segundo término durante la duración del capítulo interactivo. La tecnología no puede ser del todo bien abordada por el hombre, es decir, el hombre no puede dejar de ser hombre cuando utiliza una tecnología utópica porque antes o después, esa herramienta terminará irremediablemente siendo humanamente distópica.

Este ensayo interactivo más allá de lo anecdótico será recordado por ser una prolongación fiel al universo de su serie sin perder su esencia. Se atisba el comienzo para empezar a romper la quinta pared; la de la voluntad y libertad de quien interpreta las tramas que influyen a sus protagonistas, el espectador torna en editor de su propia voluntad, siguiendo dubitativo la libertad sutilmente establecida por el creador de la obra. La cosa puede ponerse muy interesante.

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(@AaronKadars) Licenciado en Comunicación Audiovisual con Máster en Cinematografía es un hombre tritema desde que empezó a ir al cine, jugar a la Super Nintendo y chutar violentamente una pelota contra una ventana. Cree que toda película/videojuego/gol debe aspirar a un anhelo trascendente. Se esfuerza cada día en ser el pensador que no piensa en nada. Actualmente oposita para metaforista. En otra vida fue un koala.