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Mi querido Orugario

En Literatura/Religión por

-De parte de tu cariñoso tío, Escrutopo.

Escrito de manera ingeniosa, muy del estilo al que Lewis nos tiene acostumbrados (The four lovesThe lion, the witch and the wardrobeSurprised by Joy), va sumergiéndonos en treinta y una cartas en las que el diablo Escrutopo alecciona a su joven e inexperto sobrino- el diablo Orugario- en los modos más eficaces de conseguir la perdición de las almas para el cielo, ganándolas para el infierno.

Clive Staples Lewis escribió las Cartas del diablo a su sobrino (The Screwtape Letters) ya convertido a la fe cristiana, y como tal es una alegoría de nuestra vida humana: realidad del bien y del mal, y cómo operan las tentaciones en el hombre.

El Club de los Inklings era el círculo literario en el que se movían Tolkien, Lewis y otros intelectuales, en torno a la Universidad de Oxford.

Dedicado a su gran amigo Tolkien, quien influyera enormemente en su acercamiento a la vida cristiana, formaban parte del celebérrimo Club de los Inklings. Sin entrar en mucho detalle, quedaban en The Eagle &the Child, un magnífico pub en Oxford, para charlar acerca de las obras que iban escribiendo. Además, hacían excursiones en las que, rezagándose por costumbre Tolkien, extasiado y embebido por la belleza del paisaje, se veían obligados Lewis y su hermano “a tomar un refrigerio”: parada repositoria en la que sacaban sus petacas rellenas de Scotch y encendían sus pipas.

Volviendo al libro… es de lectura obligada. Como descubrir un gran tesoro, dado el gran bien que hace. No se presta a ser acometido de una sola tacada, al modo de las ciento veinte millas que recorre Mehmet el turco en Momentos Estelares de la Humanidad, de Stefan Zweig. Requiere tiempo y dedicación: cada trazado invita a la reflexión en torno a nuestra propia vida.

Es curioso porque siempre pensamos que el diablo está metiendo cosas en nuestros pensamientos; pero ciertamente, lo que hace es sacarlos, dormirnos el entendimiento, nublarnos el juicio… Su objetivo es mantenernos bajo una falsa apariencia de calma como mojigatos, malviviendo en la tibieza de la mediocridad, incapaces de dar fruto durante años, e incluso la vida entera si no nos damos cuenta.

Los hábitos activos se refuerzan por la repetición, pero los pasivos se debilitan. Cuanto más a menudo sienta sin actuar, menos capaz será de llegar a actuar alguna vez, y, a la larga, menos capaz será de sentir”.

Los hábitos pasivos buscan prevenir que el hombre forme virtudes. Que sus talentos no den fruto. Que la Palabra siembre sobre tierra seca y árida y no germine nada. Esto último se ve bien reflejado en el Señor de los Anillos: bajo el embrujo de las palabras envenenadas de Saruman, el rey Theoden yacía hecho un alfeñique de Grima, habiéndole sido arrebatados los mejores años de su vida:

Puedes lograr que no haga absolutamente nada durante periodos prolongados. La Nada es muy fuerte: lo suficiente como para privarle a un hombre de sus mejores años, y no cometiendo dulces pecados, sino en una mortecina vacilación de la mente sobre no sabe qué ni por qué, en la satisfacción de curiosidades tan débiles que el hombre es solo medio-consciente de ellas, en tamborilear con los dedos y pegar taconazos, en silbar melodías que no le gustan”.

Al final es indiferente si estamos atados por una cadena o por un hilo: nos impide volar. Con razón al diablo lo llaman el padre de la media verdad, y es porque en sus engaños siempre hay parte atractiva. Intentará entrar por aquí. Primero, la pereza; por el desorden, la desidia; luego la gula, la envidia, la lujuria… Una cosa termina llevando a la otra. Por eso hay que pararle los pies a tiempo. Muchas de las situaciones que plantea el libro en los modos de pensar y atacar del enemigo no nos habríamos parado a considerarlas de no ser por Lewis.

Anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar”. (1 Pedro, 5:8)

El diablo opera siempre tratando de evadirnos del presente, ahogándonos en el pasado y en el futuro, de tal manera que nunca lleguemos a hacer nada, perdiendo el dominio del tiempo del que disponemos. Da igual si decimos “tengo que hacer esto” o “dejar de hacer esto otro”, si al final terminamos haciendo cualquier otra cosa, menos la que debemos. Aquí descansan casi todos los vicios.

“No importa lo leves que puedan ser sus faltas, con tal de que su efecto acumulativo sea empujar al hombre lejos de la Luz y hacia el interior de la Nada. El asesinato no es mejor que la baraja, si la baraja es suficiente para lograr este fin. De hecho, el camino más seguro hacia el infierno es el gradual: la suave ladera, blanda bajo el pie, sin giros bruscos, sin señalizaciones”.

Como diría Lewis de las obras de Tolkien, “aquí hay bellezas que hieren como espadas y queman como hierro candente”.

Cartas de un diablo a su sobrino, de C.S. Lewis. Para todos aquellos que buscan la santidad, que creen, esperan y aman el triunfo final de Cristo.

Este artículo fue publicado originalmente en el blog de su autor y es reproducido aquí por voluntad suya.

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