Siempre he dicho que recomendar libros en general, es una gran injusticia. Creo que recomendar un libro es, en gran medida, una labor de sastre. Hay que tomar las medidas adecuadas de la persona a la que se lo vas a recomendar: conocer sus gustos en estilo, saber lo que ya ha leído, qué es lo que busca (entretenimiento, formación, enriquecimiento personal, dominio de una época o de un autor, acercarse a los clásicos, etc.).
A continuación presentaré cinco grandes obras sobre la Navidad. Las recomiendo por ser muy navideñas, no sólo en el tema, sino también en el tono, en el ambiente y en el significado simbólico. Véase como una percha de pantalones de diversas tallas en unos grandes almacenes: a falta de sastre, el mismo modelo de pantalón -el mismo corte- en tallas distintas.
1. Cuento de Navidad, de Charles Dickens


Parece una elección obvia, y quizá por eso no debería aparecer en esta lista. Normalmente estas listas sirven para descubrir libros nuevos. Tengo un motivo. Motivo que están más allá de la genial prosa del escritor inglés de Landport, y de su valor como el clásico eterno de la Navidad.
El motivo es la intención de la obra: presentar una historia de Navidad explícitamente pagana (sin temas cristianos). Pero se trata de una pretensión intrínsecamente tramposa. Hace trampa consigo misma: intentando evitar el cristianismo se sumerge en él hasta las trancas.
La historia detrás de la historia es asombrosa. Al lector interesado le recomiendo el capítulo VII del libro de G.K. Chesterton: Charles Dickens.
2. Cartas de Papá Noel, de J.R.R. Tolkien
Se trata de una hermosa colección de cartas que el célebre autor de El Señor de los Anillos escribió a sus hijos, haciéndose pasar por Papa Noel.
Es una de las obras navideñas más tiernas que he leído: llena de acentos melancólicos y de un profundo sentimiento de felicidad. En ella Tolkien narra en primera persona (en formato de cartas) sus aventuras como Papa Noel, repartiendo regalos a los niños de todo el mundo, deseando que todos se porten bien para que sean felices.
La cara de Tolkien cuenta-cuentos, de Tolkien padre de familia, que nos ayuda a completar el rostro del hombre que ha escrito una de las mejores obras literarias de todos los tiempos.
3. Siete gritos en el mar, de Alejandro Casona
Esta es una obra de teatro. Cien por cien marca “Casona”: puede leerse como un cuento, es difícil de imaginar interpretada correctamente y está cargadísima de simbolismo.
Siete pasajeros de primera con una enorme culpa a sus espaldas se reúnen para la cena de Navidad en el comedor del capitán, sin saber que va a ser la última noche de sus vidas. A lo largo de la velada los siete personajes aprenden el significado más genuino de la redención, de la forma más inesperada.
Siete gritos en el mar es una de esas joyas olvidadas en el vastísimo cajón de la literatura española. Una joya que merece ser desempolvada esta Navidad.
4. Cuentos de Navidad, de Hoffman, Andersen, los hermanos Grimm y Oscar Wilde
De Hoffman recomiendo el preciosísimo cuento fantástico de El Cascanueces y el rey de los ratones.
De Andersen, la historia profunda y agridulce de La Fosforerita (La Niña de los Fósforos, La Cerillera o La Pequeña Cerillera, dependiendo de la edición). También de Andersen son los cuentos navideños de La Reina de las Nieves y El Soldadito de Plomo.
Y de los hermanos Grimm recomiendo los cuentos de Hansel y Grettel o de Rumpelstiltskin. Sencillamente indispensables.
Por último, cómo olvidar El Gigante Egoísta, de Oscar Wilde. La historia -paradójica- de un gigante con espíritu enano, que aprendió el valor de la Navidad gracias a un niño pequeño con espíritu de Dios.
Como un bonus, añado a esta eminente lista el reciente cuento de Monserrat del Amo, Rastro de Dios y otros cuentos. Qué puedo decir: me encanta.
5. La Navidad de Hércules Poirot, de Agatha Christie
¡Ojo! La Navidad de Hércules Poirot no es la mejor novela de Agatha Christie. Ni de lejos. Tiene la Navidad y el ambiente navideño, es fiel al canon de la novela negra inglesa, es entretenida y es inteligente. Soy parcial con el detective belga. Su amistad con el capitán Hastings es el verdadero misterio que Agatha Christie nunca quiso desvelar. Su ironía y su afán de espectáculo no tienen nada que envidiar al mejor Sherlock. En fin, entretenimiento garantizado y ganas de más.
Si Agatha Christie no es suficientemente navideña para tu gusto, siempre tienes el capítulo de Las Estrellas Errantes, en el libro de aventuras del P. Brown El Candor del P. Brown, de G.K. Chesterton (en EDAF, porque en la edición de Encuentro está incluida en La inocencia del P. Brown).
¡Feliz Navidad a todos!