Con mi tercer embarazo enfilando su último trimestre y huyendo de las temperaturas madrileñas, Hitchcock, con quien había convivido intensos años de preparación y ejecución de una tesis doctoral, dormía, también más allá del suspense.
Entonces la Fundación telefónica anuncia la inauguración de la exposición Hitchcock, más allá del suspense y con ese anuncio empieza esta historia que es la de los pájaros de Hitchcock y los míos, algo que me imagino similar a la experiencia que pueden esperar muchos otros visitantes, curiosos, admiradores del director de la mejor película cinematográfica de la historia del cine (Vértigo, De entre los muertos, 1958).
Me decido a ir, convoco a mis afines y maestros en estas cosas del otro maestro y todo se precipita. El bebé se adelanta cinco semanas y otras preocupaciones toman posesión de mis ocupaciones, pero el cronómetro estaba activado y finalmente conseguimos meter a los tres niños en un coche, aparcar (casi un milagro) y volver al otro útero, al del universo Hitchcock.
La exposición presenta el Hitchcock convulso, sus antiheroínas y su relación con las mujeres. También su influencia sobre la cultura, el diseño o la moda.
Pese a todo el ruido que pueden imaginarse por lo descrito, uno puede encontrarse con alguno de los Hitchcock allí. No están el fiel esposo que dedicó su vida, su carrera, sus éxitos no reconocidos a Alma, su consejera, enfermera, compañera. Todo siempre fue Alma. Tampoco nos encontramos con el hombre atrapado en un cuerpo que odiaba. Están el Hitchcock convulso, pero de una manera sesgada, como es razonable tratándose de una exposición. La tan manida cuestión de las antiheroínas de Hitchcock y su relación con las mujeres en general, ocupa gran parte de la exposición. Casualmente coincide con la enésima supuesta primera vez que Tippi Hedren habla sobre el acoso que sufrió por parte del director durante el rodaje de Birds (pájaros), 1963.


La exposición, comisariada por Pablo Llorca, cuenta con algunas joyas como retazos de story board y planificaciones de secuencias en las que puede uno dialogar con el Hitchcock más íntimo. La verdadera intimidad de Hitchcock es esta, la de su historia de amor con el cine, que él calificó como superior a cualquier moral, y no la visión de la intimidad que aporta Chandler en su libro. Es un placer observar el trazo maestro del gran dibujante y diseñador, no tan conocido como el realizador de películas y telefilms. En concreto, en un espacio dedicado a la magistral secuencia del asesinato de Marion en el motel de Bates en el film Psycho (Psicosis), 1960, encontramos el story de los más de 50 planos de esta secuencia que representa, a juicio de una humilde servidora, un cambio profundo que se ha producido en el mundo y que en el cine supone el fin del clasicismo.
Sin embargo, siendo esta fractura en el estilo Hitchcock, tan evidente (basta comparar dos películas cercanas en el tiempo como Rear Window y Vertigo o Psycho ), para descubrir dos formas de hacer cine muy diferentes, la exposición ordena cronológicamente los retazos de Hitchcock, que él habría llamado “trozos de pastel” o en función de si pertenecen a la etapa británica o a la de Hollywood. De las dos escoge fragmentos de películas que se proyectan en bucle. También presentan los besos más apasionados de todos los films en una suerte de videowall circular muy acertado teniendo en cuenta que muchos de estos besos se rodaron con travelling circulares o haciendo girar a los protagonistas delante de la cámara.
Intento leer un descriptor cuando me doy cuenta de que mis hijas se han metido entre las planchas de cristal que se usaron para los ataques de los pájaros en Birds y se dedican a posar fingiendo ser atacadas. La gente les hace fotos y inauguran un photocall sobre una genialidad que suplía la escasez de efectos infográficos. Ahora hay cola para hacerse fotos con los pájaros de Hitchcock y con los míos. Por suerte, el bebé duerme y puedo seguir. Pienso que es una exposición para neófitos, como debe ser y me avergüenzo por haberme sentido ofendida como los fans de sagas literarias que van al cine a ver como destrozan sus “tesoros”. Hitchcock decía que solo había una forma maestra para cada obra. Por eso él nunca versionó grandes novelas. Ya eran perfectas como estaban…
Hitchcock decía que solo hay una forma maestra para ver cada obra, por eso nunca versionó grandes novelas.
Me encuentro con dos réplicas de los vestidos que lució Hedren en Birds. El traje de chaqueta verde es un icono cinematográfico. Han hecho bien en recrearlo. Entonces mis hijas han retrocedido hacia una cabina alicatada que pretende hacerte vivir la experiencia de Marion en Psycho de una manera envolvente, total. A la gente le encanta. Mis hijas se ríen. Dicen que el agua roja no queda bien, que no entienden por qué a mamá le gusta tanto “Francichcock”.


Me interesan los comentarios sobre “el toque Hitchcock”, un estilo inconfundible que bebe de varias fuentes. Nos recuerda la exposición el expresionismo alemán. Hay otras. También reflexionan sobre la influencia del director en el diseño y la moda, que es afirmar su protagonismo cultural a través del cine, algo que se le había negado hasta que Truffaut lo rescató con su genial entrevista, también recientemente homenajeada en un documental.
La visita ha resultado como todo en mi vida, últimamente: caótico, desordenado, intenso, sorprendente y muy gratificante. Seguramente no sea el mejor lugar para ir con niños, pero Hitchcock nos ha conocido así. Pienso que cada visitante tendrá sus propios “pájaros” y, a veces estarán corriendo por los pasillos y otras dentro de sus cabezas. Los pájaros de Hitchcock son, sorprendentemente, los pájaros del amor, una alegoría de las relaciones rotas, de las expectativas defraudadas…
Para Hitchcock el cine es un diálogo con el espectador. El suspense es el modo en que se gestiona la información entre el director, los personajes y el público.
En casa, pienso en el nombre de la exposición. ¿Por qué Hitchcock más allá del suspense? ¿Qué hay más allá del suspense? Entiendo que querían hacer referencia a Hitchcock como agente cultural, pero eso, para él, no era ajeno al suspense. Hitchcock decoró su biografía en torno a un eje, el suspense. Así narraba los episodios más importantes de su vida como el nacimiento de su hija Pat o el supuesto encierro en la comisaria cuando era niño, como ocasiones en las que estuvo a punto de morir de suspense. Para Hitchcock el cine es un diálogo con el espectador. El suspense es el modo en que se gestiona la información entre el director, los personajes y el público. Así, si el director ofrece, por ejemplo, una pista al espectador sobre una bomba, que es desconocida para los personajes, el suspense está servido. En su vida también había siempre una mirada triangulada. Lo que él no sabe o no controla, como la enfermedad, la muerte, etc., impacta directamente en su mirada sobre el mundo y a eso lo llama “suspense”. Quizá, volviendo a pedir perdón por los daños colaterales de la megalomanía, habría sido mejor título “Hitchcock, más acá del suspense”.
A mis hijas lo que más les ha gustado es el ascensor transparente del espacio de la Fundación telefónica. El bebé duerme plácidamente. Mi marido y yo nos cruzamos esa mirada de éxito con ojeras, que significa que lo hemos conseguido. En la fecha en la que debería haber nacido Pedro, los cinco nos hemos vuelto a encontrar con Hitchcock.
- La exposición ‘Hitchcock, más allá del suspense’ está abierta al público hasta el próximo 5 de febrero en el espacio de la Fundación Telefónica en Madrid, en horario de 10.00 a 20.00 horas. Más información aquí.