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Érase una vez el Mad Cool

En Democultura/Música por

Del 16 al 19 de junio ha tenido lugar en la Caja Mágica de Madrid el festival de música Mad Cool.

Un evento que ha congregado a más de 60 bandas de todos los rincones del mundo. The Who, Neil Young,  Editors, Bastille, Two Doors Cinema Club, Garbage, Vetusta Morla, Lori Meyers… Un guisado de riffs, cejillas y arpegios fabuloso donde se han podido ver desde estrellas viejunas con los dedos rápidos a chicos monocordes donde lo más destacable -una vez más- son sus peinados, sus camisetas de HM después de haber pasado por un circo romano activo y las míticas zapatillas de fútbol sala para dar conciertos.

Cada uno de estos grupos, incluido el tramposo Walk Off The Earth, que se ha ganado las castañas este fin de semana tocando covers en directo, ha traído en forma de track list su manual de creencias. Bastille rindiendo culto a ciudades extintas con Pompeii. Jane´s Addiction demostrando que la cosificación de la mujer siempre tiene un pase según las tablas que lo soporten. The Who, afilando lo poco que le queda a Roger Daltrey de hilo vocal para decirnos lo que hay detrás  de unos ojos azules;  que no es más que una conciencia vacía.

Estos tres días han sido para los asistentes una marabunta melódica. Un trago de vino vertiginoso donde desde las 18 horas hasta las 4 de la mañana se iban sucediendo gritos, coros y flashes. Solo los más analfabetos musicales, los menos desquiciados del recinto, tenían paz suficiente para tomar unos noodles fríos o darse un garbeo adulterado por la noria loca del festival.  El resto de cuerpos -la inmensa mayoría- iba con la app o con el mapita haciendo regateos de singles para llegar a todo, saborearlo todo  y concluirlo todo. Una especie de sueño perverso donde la omnipresencia para elogiar a músicos y copistas, masters of sex y puritanos anglicanos, pensadores y confabuladores de lo vacuo, era la única vía para los desquiciados que buscaban terminar el festival diciendo que lo habían vivido al 100 por 100. Esta gente con su frenesí provocaba, literalmente,  la sensación de estar en una caja mágica donde un mono siniestro iba dándole a la manivela, obviando que Usera estaba a tiro de piedra y que en cada salto existía la posibilidad de que el sueño se acabase y tuviéramos que ir corriendo a coger el Metro de vuelta a casa porque el suelo se había venido abajo.

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En cualquier caso, había otros que sin embargo, nos planteamos aquel delirio  como una aventura. Como si alguien hubiera dejado un cubo de basura atrancado entre los ladrillos del Callejón Diagon y pudiéramos asomarnos a un mundo donde el asombro de un niño cimentase la realidad que se le imponía ante sí.  Los que estuvimos en ese rol entendimos de forma muy distinta los #MeHaEncantado. Le pusimos un guion al asunto. Separamos el verbo. “Me ha En-cantado” y esto no es otra cosa, según comentó hace unas semanas  Eduardo Segura en la clausura del Máster de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria, que “volver al canto inicial”.

Durante sus dos horas de vaivén por el aula, este profesor en la Universidad de Granada; uno de los grandes conocedores de la obra de Tolkien y los Inklings, gran aficionado al baloncesto, las bellezas clásicas de Hollywood y a hablarle de los Hobbits a sus hijos, dejó medio centenar de perlas de las que destaco las que vienen a continuación:

“Llamar genio a Nolan no sé dónde coloca a John Ford. Le falta espacio. Es como equiparar a Pablo Alborán con Mozart”.

“Un lector del Marca y del AS está más acostumbrado a la epopeya que un profesor de la facultad de filosofía de Granada”.

“Un astrofísico me tiene que explicar una estrella, los elementos que la componen. Pero sin un poeta no puedo saber qué es una estrella”.

“Estudias para descubrir la verdad. Y en última instancia para descubrir la verdad sobre ti,  sobre el mundo que te rodea”.

Y resaltar de manera especial una de ellas, la primera de la charla, que marcó el camino de esta reflexión:

“Las palabras ya no significan lo que quieren decir. No responden a la realidad  para la que fueron concebidas”.

Los hashtag del Mad Cool me hicieron volver a los apuntes de aquella tarde con Segura. Los “Me ha encantado” junto a los corros de banalidades después de cada concierto provocaron en mí un batiburrillo de preguntas. ¿El qué te ha encantado? ¿Qué admiras en ellos? ¿Qué es esto?

 

El jaleo, el ambiente, el fin del jaleo…

 

Plantearse la vida como una sucesión de estímulos sin más propósito que la respuesta a lo inmediato, un carpetazo y a por el siguiente trago, es una aberración. Es ir en contra del canto inicial, de la tradición de la comunidad más íntima. Implica cortar el vínculo con las enseñanzas primeras de nuestros padres – las más importantes- que nos enseñaron a pie de cama cómo teníamos que contemplar el mundo. Y como dice Segura: la aventura que merece la pena ser vivida, que no es otra que la vida misma, debe empezar siempre por un “érase una vez”.

Incorporar a nuestra vida un camino narrativo, ver con la perspectiva de los cuentos nuestros avatares, diseñar nuestros anhelos conforme a la sapiencia de que habrá algún monstruo bajo el puente pero también el beso de una princesa mendicante, grandes banquetes con trompetas y amigos de espada, permite hacernos cómplices de los más pequeños. Nos da la oportunidad de estrenar el mundo cada día.

Y bajo ese prisma, los ruidos y peinados, las extravagancias y groserías, las amistades y miradas de un festival, se convierten en algo que forma parte de una oda.

De pronto se pasa de espectador a participante a través de una contemplación adivina, que te hace conocedor del artífice de ese millón y medio de mecanismos de lo secreto que están operando para hacernos tiritar de emoción y frío con Baba O´Riley, creer en el eterno retorno cuando Neil Young cierra sus dos horas de guitarreo con siete vueltas al estribillo de “Rockin´In the Free World” y entender que a fin de cuentas, estamos hechos para dar gracias por poder recrear el goce de una creación que seguro fue la más apasionante de todas las aventuras.


Imagen de portada extraída de la página de Facebook del Mad Cool 

(@RicardoMJ) Periodista y escritor. Mal delantero centro. Padre, marido y persona que, en líneas generales, se siente amada. No es poco el percal. Cuando me pongo travieso, publico con seudónimo: Espinosa Martínez.

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