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El síndrome Zimmerman

En Democultura por

El pasado 6 de octubre el profesor Pablo Velasco publicó en el blog “El Tea Party Dilanyano” sus elucubraciones sobre Bob Dylan y su perenne candidatura al Nobel de Literatura.

La conclusión de su breve escrito era la siguiente:

–Crhistopher Ricks, autor de “Dylan visions of sin”, mantiene que el arte de Dylan, que supone la conjunción de palabras, voz y música, tiene como contrapartida alejarse de la idea de literatura que tienen en el premio Nobel, y que es un precio que vale la pena pagar cuando, como Dylan, tu reconocimiento no lo pones en que te den o no un premio. 

Pues eso amigos, que no esperéis que le den el Nobel a Bob, porque no lo necesita.

Como nuestro estimado colaborador ha demostrado ser un fantástico profeta en tierra propia, pues la academia sueca le ha concedido hoy el máximo galardón de las letras,  recomendamos encarecidamente este artículo; que urga sobre las extravagancias del cantante de Minnesota, aporta datos cruciales para comprender la poesía de este septuagenario trotador de escenarios  y  agrega los descalificativos más afilados contra su romo y millonario público, que todavía hoy, sale desilusionado de sus actuaciones, si Dylan no toca la versión de los Rolling Stones sobre su propio tema.

 

Ricardo Morales Jiménez — Codirector de Democresía


25-05-16

Según algunos estudios recientemente publicados en revistas de prestigio se han detectado diversos casos del llamado “síndrome Zimmerman”, relacionado con el cantante estadounidense Bob Dylan.

Síntomas

Los afectados muestran generalmente el síntoma del prejuicio folk. Mantienen la convicción inamovible de que Bob Dylan es un “cancamusero acústico que canta canciones contra la guerra de Vietnam y por la paz mundial” y que “es ese cantante folk que echa la bronca”.

Algunos de los pacientes insisten en que “parece que tiene sinusitis cuando canta” y salen decepcionados en sus conciertos porque no cantó “Blowin’ in the wind como el disco de grandes éxitos que tengo en mi casa, y no se parece nada a la que cantaron tan bonita el otro día en la comunión de mi primito”. Las quejas se completan con airados “¡y además no saluda ni dice buenas noches Madrid! ¡ni ná!”.

En algunos casos en los que el síndrome está muy avanzado se han dado situaciones en las que el paciente asegura que “le oyó decir que había hecho un pacto con el diablo”.

Tratamiento

Bob Dylan, que cumplió ayer 75 años, ha publicado 37 discos (el último de ellos Fallen Angels la semana pasada). De estos 37 sólo podríamos calificar de acústicos apenas 6 de ellos (Bob Dylan, The freewhelin’, The Times they are a-changing, Another side of Bob Dyaln, Good as I been to you, o World gone wrong, todos ellos estupendos, por cierto). Y de canción protesta o contenido social, dos y alguna canción perdida por ahí (fundamentalmente el  The times they are a-changin’).

 

Algunos de los pacientes insisten en que parece que tiene sinusitis cuando canta. Claro que no es Pavarotti, ni lo pretende.

 

Una de las características principales de Dylan es la dificultad para clasificarle. En su obra encontramos folk, sí, pero también rock (Before the flood), country (John Wesley Harding), blues (Modern times), gospel (Slow train coming, o Saved), crooner al estilo Sinatra (uno de sus ídolos. Ver los dos últimos discos), e incluso reagge.

Por no hablar de la inmensa calidad de sus letras, cuyos temas principales son el amor, el paso del tiempo (como bien dice una maquinita en un anuncio) y un latente sentido religioso.

Claro que no es Pavarotti, ni lo pretende. Dylan no canta, encanta. Pero quien escuche los discos de mediados de los 70, la gira del Rolling Thunder o, sin ir más lejos, los dos últimos discos y diga que no canta bien…

Pasemos a los directos. Dylan lleva embarcado en el “Neverending tour” ni se sabe ya cuántos años. Con 75 palos da más de cien conciertos al año por todo el mundo. Y en las actuaciones en vivo es donde demuestra que es el tipo más libre de toda la música contemporánea. Claro que para el neófito será difícil reconocer sus clásicos, porque Bob recrea sus propias canciones, demostrando esa libertad creativa a la que sólo se accede cuando se conoce bien la norma. Y sí, no espere a Springsteen pegándose carreras por el escenario.

400px-Bob_Dylan_in_November_1963Por último pasemos al episodio del “pacto con el diablo”. En una entrevista en 2004 Dylan dijo: ‘’It goes back to that destiny thing. I mean, I made a bargain with it, you know, long time ago. And I’m holding up my end’’. (Lo pongo en inglés porque es importante para la explicación) Y respondiendo al para qué de ese “acuerdo” dijo: ‘‘to get where I am now”. Después el periodista le pregunta que con quién llevó a cabo ese acuerdo: “With the Chief Commander, in this earth and in a world we can’t see”. No hay duda de que con “Chief Commander in this earth” se refiere a Dios claramente, y es que no hay más que ir a Mateo 28,18 donde Jesús se refiere a sí mismo de esta manera. Además Bob utiliza el término “bargain” y no “deal” como sería de esperar. La definición correcta de “bargain” es un acuerdo por el que uno se compromete a llevar a cabo algo en respuesta a algo hecho previamente, es decir, como modo de agradecimiento: alguien hace algo por ti y eso te conmueve y te lleva a querer responder. Y decía que no utiliza la palabra “deal”, en el que estaríamos ante un acuerdo entre dos partes por las que de las dos obtienen un beneficio (que sería más el estilo del amiguete de los cuernos y rabo).

Conclusión

Si usted ha detectado que puede padecer el Síndrome Zimmerman póngase en manos de su Dylanólogo de cabecera, que la música de Bob, si se comparte, se multiplica.

 

Pablo Velasco Quintana, Dylanólogo a su servicio.

(@pavelaquin) Soy editor (¡uhmmm!) de una editorial académica (¡buuuaah!). Acabo de defender una tesis sobre patrimonio cultural inmaterial (lo que hace dudar de la existencia de la misma). Fundador del Tea Party Dylaniano. Aporreo cualquier cosa con cuerdas con mis compinches en The Free Folking. Junto con mi Tercio español persigo ese minuto donde lo Eterno viva, y a veces lo cuento a cuatro manos en Raíz y Copa.

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