El Father Brown de Chesterton y el Father Brown de la BBC

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¿De dónde salió el bueno del Father Brown?

Distingamos: el Father Brown de la vida real, el de la inspiración narrativa y el de la misma historia.

Como inspiración, Father Brown está inspirado en un gran amigo sacerdote de G. K. Chesterton, el P. John O’Connor. El P. O’Connor fue muy importante para la conversión del mismo autor. Cuando se conocieron era el párroco en la Iglesia de Santa Ana, en Keighley. La amistad que los unió ha perdurado en las 51 aventuras del famoso detective.

Como personaje, en cambio, Father Brown, fue el párroco de Cobhole (Essex) y ahora trabaja en Londres. Este dato es importante, porque el método que emplea como detective se basa en sus experiencias pastorales. En efecto, en algún momento de su vida tuvo un gran contacto con criminales. La búsqueda de la redención del pecador lo condujo no sólo a conocer la vida del criminal sino a acercarse a su forma de pensar de la forma más intuitiva posible. Lo explica en la recopilación titulada “El Secreto del P. Brown”:

“You see, I had murdered them all myself… I had planned out each of the crimes very carefully. I had thought out exactly how a thing like that could be done, and in what style or state of mind a man could really do it. And when I was quite sure that I felt exactly like the murderer myself, of course I knew who he was.”

“Vea, Yo los he asesinado a todos… Yo he planeado todos y cada uno de los crímenes de una forma muy concienzuda. He pensado cómo podrían hacerse, y en qué estilo o en qué estado mental un hombre podría cometerlos. Y después estaba bastante seguro de saber cómo se sentía el criminal y, por supuesto, sabía quién era.”

A imagen y semejanza de su creador…

Lo cierto es que el Father Brown de la narrativa tenía un gran parecido con su creador, el mismo Chesterton. Los razonamientos del buen sacerdote detective y su frecuente ironía tienen un sabor netamente chestertoniano. Qué decir de la idea teológica que aparece una y otra vez en las historias: la parodia de un sacerdote con vocación de guardián de la razón frente a la tentación del espiritualismo. Un hombre para quien la razón es fundamental para poder creer.

La mejor descripción de todo esto la encuentro en la cita de una carta de Gramsci en prisión:

El P. Brown es un católico que se divierte a costa de los procesos de pensamiento mecánicos de los sacerdotes, y el libro es básicamente una apología de la Iglesia de Roma frente a la Iglesia anglicana. Sherlock Holmes es el detective “Protestante” que descubre el fin de la madeja criminal por observarla desde fuera, apoyándose en la razón, en el método experimental, en la inducción. El P. Brown es el sacerdote católico que a través de refinadas experiencias psicológicas realizadas en la confesión y por la actividad persistente de la casuística moral de los sacerdotes -sin obviar la ciencia ni la experimentación, pero apoyándose principalmente en deducción e introspección- derrota por completo a Sherlock Holmes, lo hace parecer un pequeño chico pretencioso, muestra su estrechez de miras y su mezquindad. Por otra parte, Chesterton es un gran artista mientras que Conan Doyle era un escritor mediocre, aunque fuera nombrado caballero por el mérito literario; así en Chesterton hay una brecha estilística entre el contenido, la trama de la historia detectivesca, y la forma, y por lo tanto se da una sutil ironía con respecto al tema que se trata, lo que hace que estas historias tan deliciosas.

El Father Brown encarnado por Mark Williams es uno más en la larga lista de los actores que han tratado de elevarse a la altura del párroco de Cobhole. Nadie lo ha logrado, ni siquiera el gran Alec Guiness. Pero todo esto da riqueza a la leyenda, no la devalúa. Me explico.

He disfrutado enormemente con el show de la BBC. En Inglaterra tienen una tradición interesantísima de narrativa detectivesca. Eso sale a relucir una y otra vez, año tras año, en forma de novelas, series, películas… El P. Brown es un detective elevado al rango de mito: como Sherlock y como Poirot. Ningún actor nos convence, de la misma manera que Brad Pitt no convence para Aquiles Pelida. Todos los Sherlock han sabido acertar en algo y todos han fracasado en lo fundamental: ninguno de ellos era Sherlock.

Lo mismo ha sucedido con el P. Brown. Aplaudo los esfuerzos (y el éxito) de la serie de la BBC. Descubro en esos esfuerzos un intento de no traicionar el espíritu original y, a la vez, presentar un show atractivo. Mark Williams no es el P. Brown, aunque ha sido de los que más se ha acercado…

Quizá debería la BBC plantearse ofrecer el papel a un sacerdote católico, avezado en confesiones de prisioneros y con una grandísima formación teológica.

O, como yo, esperar a ir al cielo para ver a Chesterton cara a cara y que me siga contando historias.

Este artículo, publicado originariamente en Tu opinión, mis ideas es reproducido con permiso del autor.

Doctor en Filosofía en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma. Me considero, ante todo, un gran lector. Inclinado por naturaleza hacia las humanidades clásicas y la literatura inglesa, y por vocación a la metafísica y a la lógica. Católico tras las huellas de Newman, Chesterton y Benedicto XVI. Filósofo tras las huellas de Santo Tomás de Aquino y de Aristóteles. Y gran aficionado al mundo de Tolkien.