Si en la primera temporada del Daredevil de Netflix asistimos al nacimiento de un héroe, la segunda resulta en una intensificación de los conflictos ya sugeridos en el comienzo: hay algo que no le permite a Matt Murdock sumergirse ebrio de entusiasmo en la bacanal de los héroes del barrio neoyorquino de Hell´s Kitchen. [Este artículo contiene spoilers] En el fondo de la historia, detrás de la trama, presenciamos la colisión de dos mundos espirituales irreconciliables. Una colisión que ya se presentía en el piloto de la Serie, en aquella sugerente escena del Confesionario:
–Matt: No busco perdón por lo que hice, padre, pido perdón por lo que estoy por hacer
–Padre Lantom: No funciona así
Daredevil es una serie entretenida, compleja y reflexiva. Estos tres méritos se perciben en cuanto se captan los tres niveles narrativos en que se mueve: puños, trama y propuesta filosófica. Comentaré brevemente los primeros dos para sumergirme a continuación en el tercero, y sobre este nivel, me dedicaré principalmente en dirimir el conflicto más interesante de la serie: justicia retributiva frente a posibilidad de redención.
Los puños me conquistaron nada más comenzar, cuando en 1.2 “Cut man” nos enseñaron que las coreografías marciales de la serie iban a seguir el camino de la magnífica Old boy (2003, Pak Chan-uk). Además, nos mostraron que el héroe sangra, sangra mucho, y esa posibilidad –en varios momentos, de hecho, consumada– de la derrota del héroe, enriquece la acción dramática de las escenas de combate (sino, piénsese en esos combates ping-pong al estilo Los vengadores, cuyo mayor logro estético en este punto es equiparable al que se consigue aplaudiendo en la cara de un bebé, para que éste cierre los párpados por reacción). La posibilidad de ver caer al héroe de las costillas rotas, además de generar empatía en el espectador, vuelve imprevisible el futuro, dejándonos en vilo cada vez que aparece en escena un rival medianamente digno o incluso un grupo numeroso de rivales menores.


En lo que se refiere a la trama o historia, nada que objetar. Un escenario de ciudad corrompida, que sigue la lógica de la Hidra: por cada cabeza que le cortas le crecen otras dos. Las fuerzas del orden no son suficientes (o están mancilladas, como no), la injusticia clama al cielo y la respuesta no se deja esperar: irrumpe en escena el superhéroe. Dentro de esta trama simple, se inserta el universo polifónico de Marvel, y Daredevil consigue dejar espacio a pequeñas historias que con sus rostros bien dibujados, conflictos y arcos dramáticos consistentes, enriquecen la vida de Hell´s Kitchen y se entrelazan con la historia personal de Matt, impulsándola: la historia de Karen Page, de Foggy Nelson, de Wilson Fisk, de Frank Castle, de la enfermera Claire, de Elektra, de Stick…
Entre puñetazos e historias de amor, guerras subterráneas contra sectas milenarias y arremetidas contra el crimen organizado, se insertan discusiones filosóficas sobre la justicia, el bien y la libertad. Pero el plato fuerte de la serie se llama redención. ¿Hasta dónde llega la posibilidad de redención de un hombre culpable? Ésta es la pregunta que Matt Murdock tiene clavada en el alma, como una duda que detiene su brazo y contiene al Diablo de Hell´s Kitchen. Salvo él y el padre Lantom (y acaso la enfermera Claire), el resto del Universo de Daredevil es extraño a esta cuestión decisiva.
Para algunos, el bien es equivalente a la legitimidad de los medios (cumplir la ley a toda costa); para otros, el principio fundamental que hay que seguir es el de la justicia retributiva: cada uno debe obtener lo que se merece. Frank Castle es representativo de este magnético principio, mucho más consistente que la insípida moral de quien se excusa detrás de las leyes positivas, y por eso mucho más seductor (tanto, que llega a seducir y arrastrar a una moralista como Karen Page). El que mata una vida que entregue a cambio la suya. Fin de la historia.
Incluso Stick, el enigmático mentor de Matt, es ajeno al conflicto interior de su discípulo. Para él, todo se resuelve en una lucha entre fuerzas polarizadas (no está claro la línea entre el bien y el mal): La Mano y La Casta. En el mundo de Stick caben ideas que Matt rechaza explícitamente, como la idea de Destino inevitable (concretamente, un determinismo que se lleva por delante la libertad de Elektra). Por ello Matt agónicamente se rebela en el cierre de la segunda temporada A cold day in Hell´s Kitchen y exclama: What about what I believe, Stick? ¿Qué hay de lo que yo creo? Una pregunta, en realidad, que resume ese desajuste que siente Matt no sólo ante Stick, sino también ante Frank, Karen, Foggy y Hell´s Kitchen en general: ¿Qué hay con mi visión del mundo?
La posibilidad de redención como eje del Mundo de Matt Murdock
Matt está dividido, quebrado por algunas contradicciones que nacen de una pretensión – acabar con la injusticia– y de vivir en dos mundos difícilmente reconciliables: el mundo del justiciero y el mundo irlandés-católico que recibió en herencia de su padre. La injusticia que se respira en Hell´s Kitchen le lleva a luchar con las de la ley en los tribunales durante el día, y a vestirse de rojo por las noches para llegar allí donde la ley no llega. Esta es una primera contradicción que Foggy le señalará en un momento de la serie: la Ley es celosa, no admite que se coquetee con otras formas de aplicar la justicia. Por otro lado, Matt se enfrenta a una contradicción más difícil de reconciliar: no basta con meter en la cárcel a los malhechores, ni dejarlos K.O. en los callejones. Se necesitan medidas más extremas (the Punisher) que él no está dispuesto a tomar, porque su visión católica del mundo se lo impide.
Esa visión del mundo que le impide matar a un ser humano se basa en cuatro pilares:
- El hombre no es el Señor de la vida;
- la vida de los hombres no se agota en el vivir, sino que está llamada a trascenderse a sí misma;
- hasta el último hálito en la vida de un hombre cabe la posibilidad de la salvación, es decir, de que esa vida sea redimida;
- todo en el Universo está en relación, interrelacionado, y nuestras acciones individuales afectan la vida de ese todo.
Pero el mismo Matt no está anclado en esta visión del mundo, sino que vive en tensión continua, así puede decirle a Claire en un momento cercano a la desesperación:
–Matt: Creí que podría funcionar. De verdad que lo creí. Pero la ley…parece tan inútil. Todo lo que hago acaba deshaciéndose ([2.10, The man in the box].
Aquello que ha construido según el mecanismo legítimo de la Ley (ante un tribunal), como lo que ha realizado saltándose las normas (vistiendo el traje de Daredevil), de repente se viene abajo. No es suficiente. Al final, es una gota en el océano. ¿Debe acaso extremar las medidas? ¿Extirpar el cáncer social de la injusticia y el delito eliminando con la muerte a los causantes de ese mal? Éste es el demonio que persigue a Matt Murdock desde la primera temporada (1.9) en que lo veíamos dudar ante el padre Lantom:
–Matt: Sé que mi alma se condenará si acabo con su vida. Pero si me quedo sin hacer nada, si dejo que él consuma la ciudad, mucha gente sufrirá y morirá.
–Padre Lantom: Hay un margen muy amplio entre no hacer nada y asesinar, Matthew. El mal de otro hombre no te hace a ti bueno. Los hombres han utilizado las atrocidades de sus enemigos para justificar las propias a lo largo de la historia. Así que la pregunta que debes hacerte es: ¿estás luchando con el hecho de que no deseas matar a este hombre pero tienes que hacerlo o más bien no tienes que matarlo pero quieres hacerlo? “Si el justo se doblega ante el perverso es como contaminar una fuente o enturbiar un manantial” Proverbios 25 o algo así, nunca me acuerdo. Significando con ello que el hombre recto tiene el deber de levantarse ante el mal. Esa es una interpretación. La otra es que, cuando el hombre recto sucumbe al pecado, es tan dañino como si se echase veneno a una fuente pública. Porque la oscuridad contenida en el acto de quitar una vida se expandirá a los amigos, los vecinos y la comunidad entera.


La tentación que persigue al héroe es ésta: traicionar su visión del mundo supeditando los medios al fin utópico de erradicar el mal. El mundo de Matt es un mundo donde prima la libertad del hombre sobre el Hado; donde la acción excede al sujeto llegando a impregnar a toda la comunidad. Al mismo tiempo, sin embargo, esa acción no queda atada al Karma, sino que permanece abierta la posibilidad de que algo inesperado acontezca y redima al culpable. Es un mundo donde no hay buenos y malos absolutos, donde no se debe tolerar la injusticia pero al mismo tiempo tampoco puede uno erigirse en Juez y verdugo.
El mundo de Matt, en definitiva, es mucho más complejo que el de Stick o el de Frank, porque el verdadero enemigo contra el que luchar es siempre, en cada momento, uno mismo.
Hell´s Kitchen es el fiel reflejo de una sociedad contemporánea que ha troceado el lienzo de su identidad y que, llena del ruido de los muchos discursos, no sabe cómo componer un espacio en el que quepan todos. Un lugar donde las ideas y los códigos éticos libran sus propias batallas, tomando partido –como los dioses del Olimpo hicieron en Troya– entre los héroes.
Una serie de superhéroes que, como toda buena historia de superhéroes, habla a los mortales de su mortalidad… y lo demás, relleno prescindible.
Por todo ello y más, haremos bien en incluir a Daredevil entre las mejores series de los últimos años.