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Guardianes de la galaxia 2 Yondu y Rocket en la nave

Guardianes de la galaxia Vol. 2. La gente guapa no sabe de quién fiarse

En Cine/Democracia y Superhéroes por

Si está leyendo esto es que ha visto Guardianes de la galaxia Vol. 2 (James Gunn, 2017). También es probable que continúe su lectura porque no le importe conocer detalles del argumento de la cinta a pesar de no conocerla. Sea como fuere, a partir de ahora el único responsable de seguir adelante es usted. Queda avisado. 

El género: “Una genealogía poco ortodoxa, un híbrido que parece demasiado insensato” (Ayesha)

Ante el apogeo del mundo cinematográfico de DC, pictóricamente apagado y oscuro, parece que Marvel quiere diferenciarse mediante una paleta de colores vivos y variados. Creo que no doy un salto muy grande si veo en ello una cierta continuidad estética con el tipo de narrativa que plantean: relatos posmodernos, híbridos hasta la indefinición, locos y desenfadados.

En los últimos años, la reflexión sobre la mezcla de géneros en el cine de superhéroes se antoja necesaria para conocer lo que realmente está ocurriendo con los justicieros de la gran pantalla. El mestizaje genérico indica una valoración del cine superheroico precedente, una actitud presente y, posiblemente, una propuesta de futuro. Guardianes de la galaxia Vol. 2 se parodia a sí misma, al subgénero y a la hibridación de los géneros de fantasía y ciencia ficción en general; secuencias como el encuentro entre Ayesha y Yondu son buena muestra de ello.

El revuelto de géneros propicia que la película tenga una identidad visual muy elástica: tan pronto es un drama intimista, como una película de acción, un western, una aventura espacial, un gag a lo Looney Tunes, un homenaje a Tarantino, una Scary Movie y una docena de cosas más que conforman un conjunto no del todo cohesionado. Yo, particularmente, no termino de captar el criterio para la utilización de la cámara lenta, por ejemplo. A veces, la sensación general es que la cinta consiste en un puñado de “cosas que molan”.

Como viene siendo cada vez más habitual en el subgénero, las incoherencias narrativas no pasan desapercibidas. A veces uno tiene la sensación de que la película le dice: “Las inconsistencias dramáticas no importan si la carcajada es intensa. La risa ocupa el lugar psicológico de las exigencias narrativas y es capaz de ceder ante cambios constantes en el pacto entre creadores y espectadores. Se trata de comprobar si somos capaces de vivir en un mundo poco consistente y parece que afrontar la existencia con humor es la mejor solución. Tomarse las cosas a la tremenda te amarga. Mira a Batman”.

Al igual que en Wonder Woman (Patty Jenkins, 2017) o Thor (Kenneth Branagh 2011) parte del humor de Guardianes de la galaxia Vol. 2 reside en la ignorancia de unos con respecto a los referentes culturales de otros. En otras palabras: los chistes no pretenden sólo hacernos reír, sino cuestionar nuestros prejuicios culturales, especialmente los relacionados con la relación de pareja y la familia.

El último apunte sobre el género quiero referirlo a la influencia del videojuego en el cine. Películas como Guardianes de la galaxia Vol. 2 nos hacen plantearnos cuál es la diferencia entre una cinta de acción y un videojuego en el que el atractivo principal es sortear obstáculos. “Tío, mola, es como un videojuego, pero en película”, diría alguno. La retórica de la película está repleta de pequeños guiños que subrayan este espíritu videolúdico: el tipo de rótulos informativos que aparecen a la llegada a cada lugar nuevo; las referencias a Pacman; el pilotaje remoto de las naves soberanas, semejante a una sala de recreativos donde se escuchan disparos digitales y la masa de gamers se congrega en torno al que está a punto de batir el récord; etc.

La fábula: la avaricia y la arrogancia te meterán en problemas 

El cacao maravillao que ocasiona el botellón de géneros no debe apartarnos de los detalles valiosos del relato. El primero de ellos es la fábula que propone. La enseñanza que pretende transmitir Guardianes de la galaxia Vol. 2 podría formularse así: la avaricia y la arrogancia te meterán en problemas.

La moraleja funciona en dos niveles correspondientes a tramas diferentes, pero íntimamente vinculadas: el robo de las baterías de los soberanos y el descubrimiento de Ego, el padre de Peter Quill/Stard-Lord. A ésta última situación nos referiremos más adelante.

La coincidencia temática de trama y subtrama es una manera de profundizar en el mensaje de la película, penetrando en él desde perspectivas diferentes. Por algún motivo (quién sabe si queriendo referirse indirectamente a la actualidad) los creadores de la cinta enfatizan las consecuencias negativas del robo y la vanidad, que son formas concretas de avaricia y arrogancia o egocentrismo.

“Peter, casi morimos por tu arrogancia”, espeta Gamora a su novio-a-su-manera tras el incidente espacial con los soberanos. Como de costumbre, no le falta razón al personaje más equilibrado de este supergrupo. En la trama del robo de las baterías Peter Quill/Stard-Lord encarna el vicio de la arrogancia mientras que Rocket pone cara a la avaricia, pues él ha robado unas baterías que no necesitaba. “Eran muy fáciles de robar”, dice Rocket. “Lo hice porque me dio la gana”. La actitud del mapache antropomórfico complica la situación progresivamente y suscita en el espectador constantemente la reflexión ética. La fábula funciona.

El soslticio del amor 

Antes de adentrarnos en el meollo del filme es conveniente aclarar la premisa fundamental en la relación entre Gamora y Peter Quill/Star-Lord: la semilla del noviazgo está plantada en ellos y poco a poco va a germinar. En otras palabras: al igual que en tantas otras segundas partes superheroicas (Hellboy II. El ejército dorado, Guillermo del Toro, 2008; Superman II, Richard Lester, 1980; Etcétera II) ahora se plantea cómo es la vida del superhéroe principal con la promesa de una pareja estable en el horizonte. Junto con el tratamiento que recibe este mismo tema en la saga Vengadores, Guardianes de la galaxia Vol. 2 es de las cintas que mejor lo desarrolla. Parece que una de las maneras de solucionar este problema dramático es colocar a los dos personajes, en cierto sentido, al mismo nivel: superpoderes, protagonismo dramático, entre otros aspectos como, por ejemplo, dejar que lo poco que ocurra suceda muy despacio.

Guardianes de la galaxia Vol 2 Gamora y Peter
Gamora y Peter Quill/Star-Lord comparten un momento de intimidad la noche en la que el joven conoce a su padre (Guardianes de la galaxia Vol. 2).

Cuando a Peter se le revela que siente amor, él responde lo que esperaríamos de casi todo superhéroe: “Sí, siento amor altruista hacia casi todo el mundo”, que es lo mismo que afirmar que no lo siente por nadie o, dicho de otra forma, que lo que siente es un imperativo categórico como una olla. Pero la relevación es más específica: se trata de amor hacia una persona concreta, Gamora. He aquí la mejor crítica al modelo afectivo del cine de superhéroes “clásico”: no podemos admitir que nadie, por muy superpoderoso que sea, renuncie a sus relaciones más constitutivas en favor de una supuesta entrega universal (altruista). El amor es concreto y esa entrega más amplia tendrá sentido y estará sustentada en el amor intenso a personas concretas, no en ideales altruistas impalpables.

Drax, a pesar de sus rarezas, muestra una lucidez que deslumbra a Peter. Le explica que cada solsticio su padre le contaba cómo fecundó a su madre. Drax asegura que era algo precioso. Ante los escrúpulos de Peter le recrimina que los humanos están acomplejados en lo que al amor erótico matrimonial se refiere. Sinceramente, este alienígena tiene razón. Esto es precisamente lo que necesita Peter: concretar el amor y descubrir que el acto unitivo más bello no es ese que no está sujeto a compromiso y que sucede esporádicamente con vete-tú-a-saber-quién, sino el que se realiza en la comunión.

Este planteamiento contrasta con el tipo de amor que se presenta al principio de la película: el amor de Ego (el hombre venido de las estrellas) hacia su mujer (una terrícola más). Desde el comienzo, la relación parece descompensada (en el sentido que interesa a la historia). Además, esta farsa amorosa es mostrada como un amor ideal y romántico y, por tanto, falso; mientras que, por otro lado, la relación entre Gamora y Peter es tormentosa, sufre altibajos emocionales, es complicada y, por tanto, es verdadera.

En relación a la fabula que propone la cinta, Ego encarna tanto la avaricia de Rocket como la arrogancia de Peter; por ello la relación con Ego siempre terminará por anular a la otra persona y destruir el vínculo. Tanto la trama del robo de las baterías como la de las pretensiones desorbitadas de Ego adquieren un nuevo brillo cuando entendemos una a la luz de la otra.

Ego es un celestial, una especie de dios. ¿Qué es un arrogante, un egocéntrico, sino eso? De su boca escuchamos “No sé de dónde vengo”. Exacto. El egocéntrico es el centro del universo, es inigualable, nadie como él antes que él. El egocéntrico no es hijo porque el hijo sabe que procede de otro y la filiación es condición de posibilidad para descubrir la propia identidad. A pesar de que su experiencia primera es la soledad, se empeña en buscar “vida inteligente”, alguien como él. Esta vida, a la postre, le resultará decepcionante y, por tanto, susceptible de ser devorada. He aquí lo que él identifica como su “propósito”, que no es otra cosa que la entrega pseudoreligiosa al culto de sí mismo.

Cuando encuentra a su hijo lo lleva junto con Gamora, Drax y Mantis a Planeta Ego (asociado musicalmente a My Sweet Lord) su planeta. “¿Por qué no hay más seres aquí?”, pregunta Gamora. “El planeta es Ego”, responde Mantis. En efecto, cerca de Ego huele a cerrado. No admite que la vida de otros eche raíces en él ya que él no tuvo esa experiencia de “brotar” de alguien. Está demasiado lleno de sí mismo, se basta.

Guardianes de la galaxia Vol. 2 Planeta Ego
Planeta Ego, idilio de sí mismo, desierto interpersonal a lo Frozen (Guardianes de la galaxia Vol. 2).

¿Cómo conseguirá Ego fascinar a Peter para involucrarle en su plan? Haciéndole partícipe de ese asombroso poder celestial. Una pequeña bola de energía que hace las veces de pelota (es decir, de ámbito con posibilidad de unir a dos o más por medio del juego) es suficiente para conseguir su objetivo. Ego es el perfecto manipulador, el traficante de sentimientos por excelencia, el maestro del chantaje emocional. Es precisamente el ambiente y las experiencias que generan los sujetos como Ego los que contribuyen a generar un estado de cosas ante el que Drax reacciona con estas palabras: “Cuando eres feo y alguien te ama sabes que te ama de verdad. La gente guapa no sabe de quién fiarse”.

Guardianes de la galaxia Vol. 2 Peter Ego
Ego manipulando Peter Quill/Star-Lord (Guardianes de la galaxia Vol. 2).

A Ego le acompaña Mantis, otra alienígena más para la lista. Mantis se crió sola en Planeta Ego. Cree que es la mascota del petulante rompecorazones. Al vivir toda su existencia a la sombra de semejante imbécil no ha desarrollado ni las más elementales habilidades sociales. A pesar de su gran potencial empático (percepción de sentimientos y emociones) está encanijada espiritualmente. “¡Nadie me ha hecho nunca una pregunta personal!”, declara absolutamente entusiasmada ante la perspectiva de una primera vez en este terreno.

“Soy una pulga con un propósito: le ayudo a dormir [a Ego]”. Mantis ha sido cosificada por Ego, reducida a mero medio para sus fines. ¿No es ese el destino de todo aquel que se cruza en el camino de —un— Ego? Dicho fin no es otro que ayudarle a conciliar el sueño. Mantis es sinónimo de doxilamina 25 mg para Ego. Quien vive encerrado en sí mismo es incapaz de conciliar el sueño. Para dormir con normalidad hace falta paz interior y tranquilidad de espíritu. “En paz me acuesto y en seguida me duermo” (Sal 4,9) sentenció un sabio.

Guardianes de la galaxia Vol. 2 Mantis Drax
Drax y Mantis; los raros son los otros (Guardianes de la galaxia Vol. 2).

Gamora, que ama a Peter de verdad, intentará sacarle del “sueño” en el que le ha sumido Ego: “Aquel lugar [la Tierra] es real y éste [Planeta de Ego] es una fantasía”, por cierto, sin consistencia narrativa: la duda sobre por qué Ego abandonó a su esposa no acaba de ser disipada por sus explicaciones. Ego no tardará en admitir sus verdaderos pensamientos: “Todo lo que nos rodea, incluida la chica, es temporal. Nosotros somos eternos”. ¡Anda, pero si son los pensamientos de un síndrome de Peter Pan de libro! ¡Es la más genuina doctrina de un arrogante ególatra! Para los Egos el único propósito de la vida es crecer y propagarse. Ego deja algo de sí, esto es sus hijos y una planta, en cada mundo para ir poseyéndolos poco a poco. El celestial consigue así expandirse por el universo a costa de la vida de otros.

He aquí otro detalle cargado de simbolismo: a la lista de fechorías de Ego hay que añadir la inducción del cáncer que mató a la madre de Peter. “No deberías haber matado a mi madre y aplastado mi walkman”, declara Peter antes de enfrentarse a su padre en la batalla final.

Filiación y fraternidad. “Eras tú la que quería ganar, yo sólo quería una hermana” (Nebula) 

Sé que dejo abiertos bastantes frentes, pero no quisiera extenderme mucho más. Para acabar, me limitaré a intentar reconstruir mínimamente algo que ha quedado completamente aniquilado en el epígrafe anterior: la imagen del padre. Pero antes…

Por si lo que ya se ha dicho de Ego no supone escarnio suficiente para la figura paterna, todavía existe otro ejemplo de padre cabrón en Guardianes de la galaxia Vol. 2: el ausente Thanos, villano de la próxima Guerra del Infinito y progenitor de Gamora y Nebula. Este valiente perturbado obligaba a sus hijas a luchar entre ellas desde que eran niñas. Cada vez que Nebula perdía, arrancaba una parte de su cuerpo para sustituirla por maquinaria: ojo, cerebro y brazo. Como es de esperar, todo el empeño de esta pobre criatura es matar a Gamora y dar caza a su padre cueste lo que cueste.

“Eras tú la que quería ganar, yo sólo quería una hermana”, dice Nebula a Gamora. He aquí una nueva vuelta de tuerca: el padre como instigador de la ruptura de la fraternidad y pervertidor. En su primera madurez, las hermanas no hacen más que llevar a cabo el desarrollo lógico de la dinámica que planteó su padre en la infancia. Las heridas externas de Nebula son la exteriorización de los traumas internos que les ha provocado Thanos.

Tomando como referencia la idea de filiación, ¿no sería legítimo interpretar Guardianes de la galaxia Vol. 2 como un relato sobre hijos heridos, perdidos, rotos y solos? Rocket es un chico problemático absolutamente destrozado interiormente. Groot es el rarito al que acosan otros niños. Peter es un flipadillo con carencias afectivas que escucha música en su cuarto. Los soberanos son niños encerrados voluntariamente en una sala recreativa que quieren recuperar las pilas de su Game Boy. Los hombres de Yondu son unos muchachos crueles y gregarios. Gamora y Nebula son dos niñas que se pelean por el amor de su padre y, precisamente por ello, la primera tiene problemas para relacionarse con los chicos (con Peter). Vista así, la película es un drama profundo y el humor escapista y destructivo de sus personajes lo endurece todavía más.

La recuperación de la figura del padre viene de la mano de otro ser despreciable y fracasado, alguien que fue vendido por sus padres como esclavo y que posteriormente traficó con niños: Yondu. La cuestión dramática de la película se resolverá cuando los guardianes logren destruir el centro del planeta de Ego: un gran cerebro fosforito. Cerca del momento fatal, Yondu le da a Peter la clave para afrontar la batalla definitiva contra su padre: debe actuar con el corazón.

La figura de Yondu, según la retórica del filme, no es la del padre tradicional, sino la del que actuó como padre, rol mejor valorado que el de padre primero. Lo determinante de la filiación no es la fría racionalidad de los hechos que señalan que éste o aquel es tu padre biológico (cerebro) sino la conexión emocional generada con aquel que asumió el papel de padre (corazón). La verdadera paternidad es la que permanece una vez eliminado ese factor racional. Ego quería exprimir a Peter como si de una batería robada se tratase; Yondu da su vida por Peter, como si de un hijo se tratase. Quien no se sabe hijo (Ego) no puede ser padre.

Guardianes de la Galaxia Vol. 2 Yondu y Rocket
Yondu habla con Rocket sobre su historia común (Guardianes de la Galaxia Vol. 2).

Se trata de un rescate de la paternidad entendida desde lo meramente espiritual, adoptivo, ya que la idea de padre biológico queda hecha añicos sin intento alguno de recomposición. El guion de la presente entrega de los guardianes considera que ser hijo no consiste en un adiestramiento, sino, primeramente, en un don, en una llamada a la existencia, en ser precedido por otros. La idea de filiación de la cinta, al igual que una parte del pensamiento posmoderno, corre el mismo peligro que el del amor altruista de Peter: la espiritualización.

En cualquier caso, Yondu, que ha sido toda su vida un avaricioso y un arrogante, en el momento final lleva a cabo un acto que le separa de esa dinámica: entrega su vida por alguien concreto, alguien al que quiere. No habrá un mañana para Yondu, pero sí para aquellos que han aprendido que la mejor manera de huir de los dos vicios sobre los que advierte la fábula de Guardianes de la galaxia Vol. 2 es vivir dedicados a esos otros más significativos para nosotros.

Responsable del Área Audiovisual y ejecutivo de cuentas en Apóstrofe Comunicación desde 2011. Profesor en los grados de Comunicación Audiovisual y Creación y Narración de videojuegos. Cursó estudios de Humanidades, Comunicación, Cine y Matrimonio y Familia. Coautor de "El antifaz transparente. Antropología en el cine de superhéroes" (Ediciones Encuentro, 2016).

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