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Cine, superhéroes y democracia (III): la ciudad, el ecosistema

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En anteriores artículos se ha mostrado que la democracia es una parte fundamental del mito del superhéroe en el cine. En un mundo sin trascendencia eficiente, la subjetividad del superhéroe reconoce que sólo los valores democráticos son dignos de fe (y algunas personas que los encarnan, también).

Conviene ahora prestar atención al ámbito del superhéroe, su ecosistema artificial: la ciudad democrática. El superhéroe del cine no surge en cualquier tipo de ciudad. Los núcleos urbanos comunistas, totalitarios y pseudodemocráticos son superheroicamente estériles. Según la filmografía superheroica, que un superhéroe surja en Venezuela, Cuba o China tiene tanto sentido como pretender que los delfines erijan universidades. Esto, en parte, explica por qué a ciertos sectores de la izquierda no les agrada este tipo de cine.

En el cine, la vinculación del superhéroe con la ciudad es tan fuerte que sólo le veremos fuera de sus límites cuando se trate de una película de varios superhéroes. Los supergrupos sí salen de las fronteras urbanas y pelean en la selva, los montes o el espacio exterior. De esta forma, se muestra que su propuesta de humanismo no se dirige exclusivamente al tejano o al californiano, sino que es extensible a todo terrícola y a todo ser que podamos considerar ontológicamente semejante a la persona humana.

Sólo las grandes ciudades democráticas están abonadas para que florezcan los superhéroes. Thor (Kenneth Branagh, 2011) es una excepción muy interesante en esta tendencia. El dios del trueno, al comienzo de la cinta, es un soberbio y un arrogante, un rubiales pendenciero al que Odín “castiga” para enseñarle la virtud que lo convertirá en un verdadero rey: la humildad. Thor es desterrado de Asgard y da a parar en el planeta Tierra, concretamente en un pueblucho de mala muerte, donde deberá recuperar sus atributos divinos. Hasta este punto llega el abajamiento de Thor: ni tan siquiera es digno de una gran ciudad (como marca el canon) sino que debe combatir en un lugar totalmente desprovisto del glamour de la democracia urbana (aunque este emplazamiento polvoriento, sin duda alguna, remite a la ciudad).

La ciudad por excelencia del cine de superhéroes es Nueva York. Ella es el arquetipo de toda ciudad. Su mitologización en el relato superheroico es semejante a la de Troya y Atenas en la Antigüedad. Gotham, Metropolis, Central City, Star City… también son Nueva York.  Nueva York es la síntesis de los más grandes logros del espíritu occidental pragmático. En ella se significa la occidentalidad de los Estados Unidos, su breve historia y sus esperanzas. Ella ha acogido a personas de toda raza, lengua, pueblo y nación, por lo que, de alguna manera, toda la humanidad está contenida en ella. Nueva York, según el cine de superhéroes, es la representación de quién es el ser humano hoy desde el punto de vista comunitario y desde el punto de vista personal (los americanos dirían “individual”).

El superhéroe lucha por la ciudad porque en ella se significa y se desarrolla la democracia, que es una propuesta de humanidad para todos. La destrucción de la ciudad es signo del debilitamiento y la lesión de los valores de la libertad y la justicia. Un alumno me dijo una vez en clase que, a pesar de que el superhéroe salve a la ciudad, si es parcialmente destruida, cinematográficamente el momento posterior a la victoria es retratado como una derrota. Tenía razón. Un edificio derrumbado es una herida en el sistema democrático. Un ciudadano fallecido a causa de una batalla contra el supervillano es un navajazo en el costado de la justicia.

En el siguiente artículo seguiré la reflexión precisamente en este punto: los supervillanos y la democracia.

(Si quiere saber más sobre la ciudad en el cine de superhéroes, puede consultar el artículo: La ciudad en el cine de superhéroes).

 

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Responsable del Área Audiovisual y ejecutivo de cuentas en Apóstrofe Comunicación desde 2011. Profesor en los grados de Comunicación Audiovisual y Creación y Narración de videojuegos. Cursó estudios de Humanidades, Comunicación, Cine y Matrimonio y Familia. Coautor de "El antifaz transparente. Antropología en el cine de superhéroes" (Ediciones Encuentro, 2016).

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