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Amama: silencio y clamor del pasado

En Cine/Democultura por

Una lección. Esa es la sensación que queda al terminar de ver la película “Amama”, del director vasco Asier Altuna. Nada más lejos de su intención, quizás, pero el tema, la localización y hasta la fecha de estreno se han conjugado para eso. Una cinta que habla del desarraigo, de la ruptura de las raíces y la transmisión de la cultura, del conflicto entre generaciones y la deslealtad a la tradición, en el entorno rural de un caserío.

Pero la lección nos la deja uno de sus personajes secundarios, hoy convertido en protagonista por la circunstancia que le rodea. Su nombre es Amparo, la primera moraleja. A sus 84 años ha interpretado su primer papel, y en la gran pantalla. Ha cumplido su sueño: siempre quiso ser actriz. ¿Cómo llego a sus manos este papel? —“¿No lo sabes ya?” —pregunta sorprendida, por teléfono — “Ya lo sabe todo el mundo…”

“Estaba pasando tres días en San Pedro de Pasaia (Guipúzcoa), donde yo nací, porque llegué para celebrar el cumpleaños de mi hermano. Al segundo día me citó el director Asier Altuna en un bar, donde me había visto anteriormente tomando café. Se fijó en mí. Y cuando nos encontramos me dijo que yo era la abuela que necesitaba. Lo tomé por un hombre un poco raro, la verdad. Pero cuando me contó de qué iba todo, me pareció maravilloso”, repite por enésima vez Amparo Badiola.

Ahora es un nombre conocido, además de madre de dos hijos, abuela de cinco nietos y refugiada de la guerra civil española. Con seis años marchó a Francia junto a su madre y cinco hermanos. Allí olvidó el euskera y el castellano “pero no olvidé a mi familia ni mi país”, remarca. En la cinta ella es la amama (abuela en euskera) de Amaia, una joven rebelde que interpreta Iraia Elías. Pero también es el conocimiento y sabiduría heredado y transmitido por generaciones.

No habla en los 100 minutos de película pero decreta con su mirada elocuente, resignada. Su sola presencia en la pantalla rezuma la nostalgia de un tiempo que se va y la aceptación de que todo cambia. Padece callada el enfrentamiento entre padres e hijos; sus hijos y sus nietos, y hace sanar la brecha de su caserío, que supura. Elegante, estoica y hasta mitológica. Con ojos perspicaces que dan sentido a la mutación. Su peso, en historia, engarza lo que fue y lo que será.

Amama representa “la importancia de saber de dónde venimos, de conservar lo que nos han transmitido nuestros antepasados. Que la nueva vida no tiene sentido sin los testigos de la anterior”, dice Iraia Elías, que da el salto desde las tablas al cine con este papel. Ella, la nieta, es la sublevación y la desobediencia pero al mismo tiempo la morriña; la mirada atrás. Y es inevitable sentirse interpelado por su relación con la amama. “Pura contención”.

El personaje de Amparo “ve que todo ha cambiado, sólo le queda mirar, observar. Eso pasa en las familias, en el País Vasco y en toda España, y hasta en otros países, como en Francia por ejemplo. Amama está tranquila. Su último mensaje, a sus hijos y nietos, es que tiene fe en ellos. Sólo le queda amar, seguir amando”. Y el destino, escrito o por hacer, les llevará la vista atrás.

Cargada de simbología relacionada con el mundo rural y la idiosincrasia del pueblo vascuence, “Amama” ha ganado el premio al mejor guión vasco en el Festival de Cine de San Sebastián y competía por la Concha de Oro. Sus silencios son el peso de un tiempo pasado que brama en nuestra rebelión.

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  • Recomendada para apreciar los detalles. Los del escenario, que se cubre de invierno en la pantalla, los del caserío y los de los propios personajes.

 

 


Título: Amama

Dirección: Asier Altuna

Guión: Asier Altuna y Telmo

Intérpretes: Iraia Elias, Kandido Uranga, Klara Badiola, Amparo Badiola, Ander Lipus, Manu Uranga, Nagore Aramburu

Género: drama

País: España

Duración: 103 minutos


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