Un insulto de leyenda

En Cuero/El astigmatismo de Chesterton por

Entre mis insultos favoritos pongo en el pódium el que se suele proferir contra el 9 de la selección argentina: “cementerio de canelones”.

La verdad por delante. A mí Higuaín me gusta. Me parece un resultadista, un futbolista fantástico para partidos de mitad de tabla. Un goleador nato de la tierra de nadie, un delantero para la consecución de ligas paliativas ante fracasos europeos.

Eso sí, puede que sea el jugador más aciago de cara a portería en partidos clave, donde el mundo está esperando redimir al rivereño y termina por germinar un nuevo rosario de insultos contra el pobre Gonzalo.

Tobogán de piojos, terrorista del choripán, arruinador de alegrías…

La guasonería que se tiene contra el Pipita viene de lejos, de sus galopadas diesel en el Madrid. Sin embargo, todos coinciden en que se consagró como fatalidad e icono de la poesía subversiva en el mundial de Brasil y obtuvo el cum laude después del 6-1 que le engroso España en el 2018.

Sin embargo, creo que al chivo expiatorio de los albicelestes poco le importa esta guasa. Tiene avales de sobra para que la historia hable de él como un delantero top al que, caprichos de la rueda de la fortuna, le tocó el sambenito de la mofa ajena por errores propios.

121 goles defendiendo al equipo con mejor palmarés del universo conocido, 31 con la selección y 169 en el resto de clubes.

Higuain, más villano que héroe, más leyenda literaria que jugador a pesar de los números.

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(@RicardoMJ) Periodista y escritor. Mal delantero centro. Padre, marido y persona que, en líneas generales, se siente amada. No es poco el percal. Cuando me pongo travieso, publico con seudónimo: Espinosa Martínez.