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Ignacio Pou - page 4

(@IgnacioPou) Fundador de Democresía. Soy un catalán felizmente afincado en Madrid. Agnóstico futbolístico (para mi tranquilidad) pero católico. Marido y papá. Periodista doctorando en Filosofía.

Ignacio Pou tiene 100 artículos publicados

Refugiados: ¿Hasta dónde debemos ayudar?

En Asuntos sociales/Pobreza e inmigración por

Este no es otro artículo rasgándose las vestiduras sobre el hecho de que, tras cuatro años de guerra en Siria y 1.600 ahogados en el Mediterráneo solo en 2015, nos hayamos dado cuenta ahora –ahora que la foto de un niño ahogado ha abierto las portadas de todos los medios– de que algo hay que decir ante esto.

No se escandalicen, el hombre siempre ha sido así. Yo no he ido a Jordania a ayudar a los refugiados y usted tampoco lo ha hecho. Las cadenas de mensajes de Whatsapp y los vídeos e imágenes que ha compartido en su Facebook de poco le han servido a nadie, así que dejemos el tema por ahora.

Precisamente ayer me tocó cubrir la reunión entre los consejeros de las comunidades autónomas y la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, para “coordinar esfuerzos” y preparar lo que, a todas luces, va a ser una llegada masiva de refugiados sirios a España.

Es significativo el hecho de que si en julio se hablaba de acoger a 3.000 personas procedentes del holocausto sirio, hasta esta semana las cifras que se manejaban rondaban las 15.000. A día de hoy el ministerio ha dejado de emplear esa cifra, con toda probabilidad debido a que serán muchos más quienes acudan a nuestro país en busca de auxilio.

Ahora bien, volviendo a lo que nos interesa ¿por qué nos impresiona tanto el dolor ajeno? ¿Por qué la intuición general da por sentado el hecho de que nosotros (los países “ricos”) tenemos algo que decir ante la avalancha de gente buscando ayuda?

No me malinterpreten. Soy de la misma opinión. Pero son preguntas que es necesario hacerse, por lo menos con la misma urgencia que la siguiente: ¿Hasta dónde debemos ayudar?

Si traigo estas odiosas preguntas hoy aquí es precisamente por el deseo de ir un poco más allá de la indignación generalizada, de la pataleta del flipadillo que clama contra “Occidente” y el “comercio de armas” y de los aires de los representantes públicos que ayer callaban como muertos y hoy acaparan minutos de televisión sosteniendo que “todo es poco para nuestros queridos refugiados sirios” y haciendo ascos a cualquiera que no demuestre estar, por lo menos, tan “comprometido” como ellos.

Lo cierto es que la broma nos va a costar un pastón: en las próximas semanas y meses vamos a procurar alojamiento a miles de familias, escolarizar a miles de niños, procurar manutención y atención sanitaria, tramitar conforme a la legalidad los visados de refugiados, pagar transportes, invertir en clases de español para los recién llegados y poner en marcha programas de orientación laboral para que quienes puedan trabajar tengan alguna posibilidad de ganarse la vida en nuestro país.

No hace falta que me extienda en el hecho de que esta inversión va a salir de algún lado y que, tras años de carestía, la ayuda a los refugiados no saldrá de lo que “sobra” en las cuentas del Estado, esas que nutrimos entre todos.

¿Hasta qué punto estamos moralmente obligados a ello? Solamente hasta donde podamos, desde luego, y donde podamos es un límite que de forma responsable han de determinar nuestros representantes con el apoyo de la ciudadanía. Es necesario hacer una tarea conjunta, un examen de conciencia, para medir nuestro corazón frente a la tragedia y dar una respuesta que vayamos a ser capaces de mantener.

Con todo ello, lo único que pretendo decir es que si, como indica el CIS, hay un 77,8% de la población que aprueba que España se comprometa con quienes hoy sufren las atrocidades que –por fin– nos han conmovido, es necesario que el compromiso sea de todos, y que asumamos que la causa vale la pena, incluso si hemos de renunciar a algo nosotros.

En palabras de la nueva lideresa de Barcelona, es necesario que aceptemos y enfrentemos que la acogida se hará por encima de nuestro propio “miedo a vivir un poco peor”. Y sucederá.

Pero el miedo es sólo eso: miedo. Nuestro miedo a vivir un poco peor contra su miedo a no sobrevivir. Nuestro miedo a tener que compartir una pequeña parte del bienestar contra su miedo al hambre y a la muerte, tan profundo que les ha dado el valor de arriesgarlo todo, para venir sin otro equipaje que el propio miedo.

Miedo contra miedo. Y el suyo es más fuerte.Ada Colau, 28 de agosto.

 

¿Y qué pasará con aquellos a quienes no podamos atender? Solo Dios lo sabe. Ante las dimensiones de la tragedia, la tentación de creer que nosotros podemos con todo (y que solo es cuestión de “voluntad política”) es muy fuerte, pero no es justa. Si bien la ayuda no puede limitarse a compartir “lo que cae de la mesa” de los países ricos, tampoco sería razonable endeudarse para asumir más de lo que nuestra capacidad real permite.

Anteayer un amigo me dijo que se había ofrecido voluntario para acoger a una familia siria en su piso. Fue una provocación inmensa.

 

Cataluña: de la independencia al bono basura

En Cataluña/Economía/Elecciones 27S/España por

No les desvelaré nada si les digo que España y la UE se encuentran inmersos en una recesión económica grave y profunda, cuyas causas van mucho más allá –al menos en los países denominados como PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España)– de las recesiones cíclicas que, según los economistas, experimentan las economías de vez en cuando, para después volver a la senda del crecimiento económico.

A diferencia del famoso Crack del 29 (la mayor depresión económica que ha conocido el mundo hasta hoy) o de otros periodos de recesión más o menos largos y profundos, la actual recesión económica mundial (debido a la explosión de una burbuja financiera) ha derivado en algunos países (los PIGS, entre ellos) en una crisis de deuda, producida a su vez por un déficit de competitividad que hace a estos países imposible remontar sus cuentas en el mercado global. Sigue leyendo

¿Qué pasa con el ATC nuclear?

En España por
Manifestación delante del Consejo de Seguridad Nuclear. FOTO: Ignacio Pou
Protesta delante del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). FOTO: Ignacio Pou

A lo largo de las últimas dos semanas, la pugna entre el Gobierno y organizaciones e instituciones de diverso tipo en torno al proyecto de construcción de un Almacén Temporal Centralizado (ATC) de residuos nucleares en la localidad de Villar de Cañas (Cuenca) ha copado buena parte de las portadas de los periódicos digitales.

La importancia de esta infraestructura, para que nos entendamos, consiste en que fue proyectada para acoger buena parte del combustible (uranio) empleado por las centrales nucleares españolas y que, pese a no resultar ya útil para la producción de energía con la actual tecnología de que disponemos (en realidad conserva un 90% de su capacidad), sigue manteniendo un alto nivel de radiactividad (vamos, que podrían causar una catástrofe).

Para quienes no hayáis ido siguiendo la cuestión, en los últimos días se ha enquistado el proyecto, después de que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) emitiera un informe preliminar favorable a comenzar el proyecto y, antes de que el Gobierno diera luz verde, la Junta de Castilla-La Mancha (con el apoyo de los contrarios al proyecto y de organizaciones ecologistas) ha puesto en marcha un procedimiento para declarar la zona como espacio natural protegido.

Así pues, dado que la legislación establece que la declaración por parte de la Junta tiene legitimidad para paralizar cualquier proyecto sobre el terreno, la única salida que le queda al Gobierno si quiere que el proyecto se lleve a cabo es declarar la infraestructura como una cuestión de “interés público”. Únicamente con esta calificación sería posible “saltarse” las competencias autonómicas, según la Constitución. Llegado este punto, todo se reduce a una batalla legal.

Ahora bien, ¿Por qué se oponen quienes se oponen? ¿Por qué se ha de construir en Villar de las Cañas? Y, todavía más, ¿Por qué es necesario un ATC en España?

Empecemos por el principio:

Estado actual de la central de Vandellós I. FUENTE: CSN

Si hay que darle un comienzo a toda esta historia, este tendría lugar en 1989, cuando, debido a un incendio en el reactor I de la central nuclear de Vandellós (Tarragona), se desmantela la instalación y, al no tener un cementerio nuclear (lo que viene a ser un ATC), envía el combustible nuclear a Francia.

Entre otras condiciones, el acuerdo entre España y Francia establecía que, si en 2011 España no tenía un ATC construido donde albergar el combustible nuclear, pagaría 65.000 euros diarios de fianza.

De hecho, a la vista del vencimiento del plazo, España actualizó su (sexto) Plan General de Residuos Nucleares en 2006, en el cual (en su Anexo C) se establecía como “objetivo prioritario” tener finalizadas las instalaciones del ATC en 2010.

Sobra decir que dicho plan no solo no se cumplió, sino que, en lo peor de la crisis económica, España tuvo que renegociar el acuerdo con Francia para no tener que hacer frente a la penalización.

El caso es que, 20 años después del incencio de Vandellós y dos años antes del vencimiento del plazo, en 2009, –como siempre, tarde y mal– el ejecutivo de José Luiz Zapatero puso en marcha el proceso para elegir la ubicación del nuevo almacén. En un principio se presentaron 13 localidades candidatas, de entre las cuales se preseleccionaron ocho. En diciembre de 2011, tras los informes técnicos pertinentes, el recién estrenado ejecutivo de Mariano Rajoy anunció que la localidad elegida para albergar la instalación era Villar de Cañas (pese a que en el informe era la cuarta localidad por orden de idoneidad).

Representantes del Gobierno, la Junta y el Ayuntamiento en el emplazamiento elegido. FOTO Ayto. Villar de Cañas

Ahora bien, de 2011 a esta parte, lo que se ha venido hacer es idear el proyecto y realizar prospecciones y estudios sobre la adecuación del terreno a las condiciones geológicas necesarias para albergar unas instalaciones que, recordemos, deben ser de altísima seguridad (nada de maremotos, terremotos, corrimientos de tierras, inundaciones, etc.).

Como resultado de estos informes, según denuncia el Colegio de Geólogos, y como también critican la Plataforma Contra el ATC en Villar de Cañas, Greenpeace y Ecologistas en Acción, resulta que el terreno del emplazamiento escogido está cercano a un humedal (el que origina la laguna de El Hito, a menos de 20 kilómetros), lo que puede dar lugar a inundaciones y erosión del terreno; y en un entorno cuyo terreno es de tipo yesífero (compuesto, en parte, de yeso), lo que puede originar la disolución de bolsas de tierra y posibles corrimientos o hundimientos. Ya es puntería, ya…

Según los expertos que llevan a cabo el proyecto, estos problemas se podrían solventar en buena medida volviendo a plantear una cimentación especial para el edificio del ATC, pese a que, según denuncian las mencionadas organizaciones, esto elevaría en mucho el presupuesto necesario para construirlo.

Pero, ¿Por qué es necesario un ATC?

Resulta evidente que, después de décadas con varias centrales nucleares en marcha (seis en la actualidad) algo hemos hecho con los residuos de forma que no era necesario construir un ATC.

Lo cierto es que, además de este formato de instalación, cada una de las centrales dispone de un espacio de almacenamiento provisional (las famosas piscinas) y, además, tres de ellas cuentan con un Almacén Temporal Individualizado (ATI) con mayor capacidad. Asimismo, existe un proyecto para construir un ATI en la central de Garoña (Burgos), que lleva inactiva un año.

En cualquier caso, quedan cuatro centrales activas que no disponen de un ATI propio, por lo que, una vez no quede espacio de almacenamiento en las piscinas, de no haberse construido un ATC o un almacén individualizado, habrá que encontrarles una solución.

En la actualidad, la capacidad de almacenamiento de residuos nucleares de las piscinas de las seis centrales se encuentran en un grado de ocupación de entre el 75,4% y el 97,1%, según los datos (a 31 de diciembre de 2014) de las propias centrales nucleares y de la asociación Foro Nuclear.

(Pincha sobre cada central para ver los datos de ocupación de combustible y ATI)

Así pues, una alternativa a la construcción de un ATC sería construir cuatro ATI que fueran capaces de atender a las necesidades de cada una de las centrales nucleares que no disponen de uno, aunque, a juicio de los responsables de política nuclear, esto supondría un coste excesivo (construir y gestionar varias instalaciones en lugar de una), además de plantear dudas de seguridad, debido a la dispersión de residuos nucleares por todo el territorio nacional.

¿Qué inconvenientes tiene el cementerio nuclear?

Ahora bien, la construcción de esta instalación también plantea inconvenientes, según los detractores de la construcción del ATC en Villar de Cañas.

Más allá de los problemas técnicos que, de acuerdo con estos, plantea el terreno sobre el que se pretende construir el cementerio nuclear, uno de los principales argumentos de quienes se oponen a él consiste en el peligro añadido que, a su juicio, supone trasladar los residuos nucleares de alta actividad a un punto centralizado.

De hecho, una de las plataformas que han liderado la campaña contra la construcción del ATC en la provincia de Cuenca, Greenpeace, asegura que la construcción de la instalación en esta provincia supondría que un total de 217 municipios españoles verían convertido en “habitual” (varias veces al mes) el tráfico de camiones de transporte de residuos nucleares de alta actividad. Municipios que, según esta organización, “no han sido consultados” sobre si esto les parece bien o no.

A juicio de la directora de Proyectos de esta organización ecologista, Carmen Montón, el transporte por carretera del combustible nuclear de forma regular supone un incremento de la peligrosidad (por la posibilidad de que se produzca un eventual accidente), además de someter a “estrés” a la población local.

No deja de ser cierto que la oposición de esta organización a la construcción del ATC podría interpretarse en clave de oposición a cualquier proyecto relacionado a la energía nuclear. Sin embargo, lo cierto es que la demanda de Greenpeace es la de paralizar el actual proyecto para realizar nuevos estudios técnicos y estudiar posibles alternativas al mismo.

La realidad es que, tanto si uno es favorable a la utilización de la energía nuclear como si es partidario de dejar de emplearla, los residuos radiactivos ya se han generado e, incluso en un hipotético marco de desmantelamiento de las centrales nucleares en activo, es necesario encontrar una solución que permita almacenar el combustible empleado en las mejores condiciones de seguridad.

Faunos, ninfas y trasgos de la Cataluña independiente

En Cataluña/España por

Hacia delante y hacia detrás. Se mire como se mire, la promesa de una Tierra Prometida al oeste del Mediterráneo tiene todos los rasgos de una epopeya de carácter mítico, de una lucha milenaria entre el bien y el mal, entre la opresión y la libertad de un pueblo que, una vez emancipado, tendrá “helado de postre todos los días”. Sigue leyendo

La conjura de los cenizos

En España por
Cabecera de la página web de la nueva coalición
Cabecera de la página web de la nueva coalición

Hay un nuevo zorro en el corral. Otro más, sí, solo que esta vez amenaza con comerse las gallinas del otro lado del “ring” político, el que hoy corre detrás de Pablo Iglesias. Se trata de Ahora en Común, una nueva plataforma procedente de la izquierda y extrema izquierda que aparece para atacar a Podemos desde la retaguardia.

Hasta ahora, el equilibrio que permitía a Podemos campar a sus anchas por la izquierda, e incluso hacer incursiones para robar las gallinas del centro del cuadrilátero radicaba en el hecho de tener cubiertas las espaldas por una IU completamente desactivada y encastada, incapaz de robarle votos por ese costado.

No hay que olvidar que, en su mejor momento, tras décadas encabezando la “resistencia” contra la dictadura de Francisco Franco, el PCE (más adelante IU) obtuvo el 9,3% de los votos en las primeras elecciones democráticas, en junio de 1977.

Tras ese “rechazo” de los españoles a un proyecto más alineado con el tono previo al levantamiento nacional que con la melodía que hizo bailar a los españoles durante la Transición, el proyecto IU se ha mantenido a remolque de la democracia española sin ser capaz de aglutinar en torno a sí más que a los “cenizos” (Pablo Iglesias dixit) que se reúnen –cual fieles parroquianos– a cantar la Internacional y a despotricar contra un sistema que pretenden heredero de la dictadura (por aquello de creerse todavía necesarios).

Prueba de ese inmovilismo es que, con los años, sus resultados apenas han conseguido igualar el porcentaje de votos de la formación en las sucesivas elecciones generales. Ni siquiera antes de que Podemos viniera a rentabilizar el desastre que José Luis Rodríguez Zapatero supuso para la izquierda española y que ni Rubalcaba ni Sánchez han sabido remontar.

Conscientes de ello, la estrategia ganadora de Podemos consiste en, desde una posición fuertemente asentada en la izquierda, “emplumarse” lo suficiente para ganarse a las gallinas del centro, a la par que transmitir a los suyos una narrativa de “misión” que, avalada por los poco acostumbrados resultados en las encuestas, fuera capaz de ilusionar a los “cenizos” sin ceder al discurso casposo de IU y sus socios.

Los idus de marzo

Ocurre, sin embargo, que de tanto estirar los brazos hacia el resto del corral y hacia la política “de verdad” ha quedado hueco para una el recelo y la conspiración entre los suyos.

A nadie se le pasa por alto que, desde que en enero de 2014 apareció un joven con coleta que se proclamó heredero del 15-M y proponía gobernar España mediante asambleas de vecinos, hasta la presentación –la semana pasada– de un controvertido sistema de primarias para elegir candidato a la presidencia del Gobierno, ha pasado algo más que meses: ha habido un cambio rotundo del proyecto Podemos.

Dicha evolución supone  –desde cualquier perspectiva que se mire– una traición a casi un año (el primero) de discursos sobre la renovación política y el déficit democrático que, a juicio de ese sector de la izquierda española, sufre España.

Sin embargo, responde también a la constatación evidente, por parte de los líderes de Podemos, de que pretender gobernar siquiera un partido (ya no digamos un país) exclusivamente a base de reuniones en la calle lideradas por el frutero, el arquitecto, el peluquero y el responsable de marketing de una pyme no solamente es una chiquillada sino que supone una tremenda pérdida de operatividad respecto a las demás opciones políticas, mucho más ágiles en la toma de decisiones gracias a su “injusto” sistema vertical y su sentido de lealtad partidista.

No hay que dejar de recordar la salida (hace varios meses) de Juan Carlos Monedero del partido debido a discrepancias con la estrategia de la formación, o el hecho de que incluso la muy aclamada Manuela Carmena (la primera en arrebatar el Gobierno de la capital a la derecha) se ha desdicho rápidamente de su pretensión de adoptar un gobierno horizontal, al afirmar que el programa electoral elaborado mediante participación social eran meras “sugerencias”.

En lugar de eso, el “gobierno de los ciudadanos” de Carmena ha quedado reducido a una postura poco menos que estética basada en un recorte de sueldo y unas cuantas fotos en el metro, pero no ha supuesto un aumento real de la participación social en la toma de decisiones.

Como resumen de todo ello, ha quedado un hueco que se ha convertido en lugar de encuentro para los “cenizos” y los puristas del proyecto original de Pablo Iglesias. De este hueco nace Ahora en Común.

Si bien es poco menos que imposible que el nuevo proyecto llegue a sustituir a Podemos como primera opción de la izquierda, en un escenario en el que, a día de hoy, tres fuerzas políticas se sitúan prácticamente en el empate de cara a las generales, es una piedra en el zapato bien grande.

Es obvio que el “bombazo” que ha supuesto la irrupción de Iglesias en el escenario político español no se corresponde con un cambio drástico del espectro político en el que sitúan los españoles (la extrema izquierda continúa siendo minoritaria) sino más bien al éxito de Podemos en la construcción de un relato capaz de atraer a buena parte de la izquierda y del centro.

Por ello, perder pie (aunque solo sean unos dedillos) en su principal caladero de votos, obliga a Podemos a tener que tomar la decisión de apostar más fuertemente por el centro (y perder la base de apoyo que le permite estar más sólidamente asentado que Ciudadanos, por ejemplo), o fundirse con la izquierda y resignarse a ser un proyecto residual, como lo es IU.

¡Haga una locura, mírele a los ojos!

En Asuntos sociales/Mujer y género por

Me ocurrió el otro día. Resulta que he vendido la moto y ahora me toca ir a las ruedas de prensa en metro, como un mortal más. Lo cierto es que, más allá de los pros y los contras, mi nueva condición de peatón conlleva una buena dosis diaria de aquello tan sano que es mezclarse con “el pueblo” –por oposición a “la casta”–, en mi caso los madrileños.

Para no extenderme en cosas que ni les interesan ni quiero contarles, les diré que el otro día me vi en una situación que (una o dos semanas después) sigue rondándome la cabeza. La escena fue la siguiente:

Iba yo en la línea diez, de vuelta a la redacción, cuando un hombre de aspecto extranjero, con algo de barba gris y una muleta se acercó a mi con un vasito de café para llevar, haciendo tintinear unas monedillas que llevaba dentro.

Les prometo que llevaba la cartera vacía de cualquier metal de valor. Así se lo expliqué y continuó su camino hacia la siguiente bancada… Y ahí estaba ella, mirando algo en el móvil muy concentrada.

Estoy seguro de que el hombre debió cazar que aquello era una pose y, para vergüenza de ella, decidió –por pillería o por dignidad– quedarse ahí, a no mas de dos palmos de ella. El caso es que la chica se quedó completamente paralizada. Juraría que hasta empezó a temblar mientras se acercaba el móvil cada vez más a la cara, casi como si intentara desaparecer tras la pantalla del teléfono. No creo que aquello durara más de ocho o nueve segundos, pero la violencia de la escena debió sacudir medio vagón por lo menos.

Tengan por seguro que no les cuento esto para señalar con el dedo a la pobre chica y despellejarla en una plaza pública. Ocurre que, a veces, justo en el momento en que uno mira, la realidad se levanta la falda y se ve de lo que estamos hechos.

Es algo casi instintivo, una absurda estrategia de supervivencia, un error de Matrix. Ya desde bien pequeños, todos lo que hemos sido perezosos empleamos la absurda técnica de tratar de no mirar al profesor cuando reclamaba voluntarios en clase. Algo tendrá esa otra realidad (que se aparece en cualquier parte, en la esquina de una tienda, en la terraza de un bar, o con un vasito de café en el metro) que nos recuerda que no hemos hecho los deberes.

Uno puede pagar sus impuestos, votar a Podemos, clamar contra la corrupción y manifestarse contra el hambre en el mundo y los ricos capitalistas que ahogan a la clase obrera, cumplir religiosamente estos y otros muchos rituales que nos impone la corrección política, pero nadie es capaz de sustraerse del hecho de que esa realidad que pasa por delante mientras escuchamos música en nuestro ‘smartphone’ y hacemos ver que leemos mensajes de ‘Whatsapp’ (confiéselo, todos lo hacemos), le interpela a usted de forma personal.

Black_Mirror_bloqueado

Ante esta verdad solo caben dos opciones: la primera es “bloquear” a la parte de la realidad que nos incomoda, al más puro estilo Facebook, tal como plantea el especial de Navidad 2014 de ‘Black Mirror’ (si no conocen la serie, el enlace es una indirecta. No contiene ‘spoilers’).

La segunda es la que planteaba el Papa Francisco en su encíclica ‘Laudato Si’:

Los medios actuales permiten que nos comuniquemos y que compartamos conocimiento y afecto. (…) Sin embargo, a veces nos impiden tomar contacto con la angustia, con el temor, con la alegría del otro y con la complejidad de su experiencia personal“.

¿Hay algo más antinatural e inhumano que vivir juntos e ignorarnos?

Quizá mirar al tipo del metro a los ojos, darle la calderilla que uno lleve encima, y desearle un buen día o algo de suerte no le resuelve el problema a nadie (de hecho, si se permite compadecerse quizá descubra que se entristece con él), pero es más sano y más sincero enfrentar la realidad tal como es que cerrar los ojos y esperar a que estalle. Pocas cosas se me antojan más violentas (con esa violencia que no se ve, que duele más) que ser capaz de ponerse frente a otro y decirle (sin decirlo, en este caso) “tú no existes”.

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50 sombras de Brey

En Elecciones 24M/España por

Se abrió la tierra, las nubes descargaron tormenta y los justos temblaron, mientras sus príncipes y guías eran arrojados al abismo, despojados de su antigua gloria, y sus palacios ocupados por los malditos.

¿Dónde está el presidente? ¿Dónde está Rajoy?

Nadie lo sabe. Ni está ni se le espera.

La segunda gran cita electoral desde que los populares accedieron al gobierno de la nación ha adquirido un tono apocalíptico entre las filas del partido. Muy posiblemente ha contribuido a ello el discurso electoral del “voto del miedo”, que al parecer ha calado más entre los voceros que en la audiencia. “¡Qué vienen los comunistas!“, ha sido la esencia del mensaje que, con poco éxito, ha tratado de inculcar la campaña dirigida por Floriano durante los últimos meses.

En esta huida hacia delante, los barones y líderes del partido coinciden en señalar al culpable, al “tapón”, que impide que fluyan las fuerzas necesarias para salvar al partido de la debacle más absoluta. Se llama Mariano Rajoy Brey.

No en balde, progresistas, conservadores, liberales y socialdemócratas (dentro del amplio espectro ideológico que cubre el partido) se han visto por igual sepultados bajo la carga de las siglas del PP. El tiempo apremia, pero no se aprecia en Génova más que un murmullo, apenas nada frente al muro de silencio de la disciplina popular.

Un muro –recordemos– que se ha convertido en la seña de identidad más notable de este Ejecutivo: silencio ante Bárcenas, silencio ante el “prusés” independentista, silencio ante la liberación de presos etarras, silencio ante las consecuencias de los recortes y el aumento de la desigualdad, silencio ante los partidos emergentes. Demasiada oscuridad para haber tantos fuegos encendidos.

Para la posteridad quedará, como un mal sueño, la comparecencia de Rajoy ante varias decenas de periodistas convocados a la sede del partido, para ver al presidente de Gobierno dar su discurso a través de una pantalla. Se apagó el monitor. No hay preguntas.

Detrás de esa cortina de sombras está probablemente la voluntad de un hombre, quizá un estadista, puede que un visionario, que no se permite que los acontecimientos alteren el curso que ha trazado para sus decisiones. En su balance de fuerzas ha previsto que en muchos de los fuegos que hoy estallan con vehemencia y estruendo no hay aire suficiente. Se apagarán.

Lo que no ha podido prever Rajoy es la capacidad de la duda y del miedo para desmoralizar a los suyos. Ante la aparente pasividad del presidente en medio de la tempestad, asoman ya las primeras voces de alarma. Esta semana, Álvarez de Toledo, la pasada, algunos de los barones territoriales. “¡Maestro, que nos ahogamos!“.

El tiempo apremia (‘winter is coming’) y el líder –depositario del poder temporal– tendrá que someterse al refrendo de los suyos y del pueblo.

Como ya le ocurrió al profeta, puede que los suyos prefieran abandonar al que les sacó de Egipto con la promesa de una tierra que manaba leche y miel (y que por ahora es poco más que un espejismo). Ante la inmensidad aterradora del desierto, es plausible que prefieran agarrarse a la seguridad del becerro de oro, obra de sus manos, sí, pero brillante y atractivo, tangible y presente.

Puede que el “profeta” gallego haya errado la naturaleza de su autoridad, que haya olvidado que es el pueblo y no el FMI quien habrá de respaldarle en noviembre. Puede que lo que haga falta sea un poco más de becerro y un poco menos de promesas, por el bien y la paz de todos.

Revolcarse en la miseria

En Elecciones 24M/España por

rajoy y sánchez“La primera conclusión de estas elecciones es que el Partido Socialista ha alcanzado al Partido Popular”, dijo Pedro Sánchez ayer al empezar su valoración de los resultados electorales en España. Es cosa sorprendente. Cualquier otro menos creativo habría dicho algo así como “La primera conclusión de estas elecciones es que el Partido Popular ha alcanzado al Partido Socialista”.

El PSOE obtuvo en las elecciones municipales de 2011 un total de 6.276.087 votos, mientras que ayer le votaron 5.587.084. En torno a un 11% menos. Por otra parte, el PP obtuvo hace cuatro años un total de 8.474.031 votos, mientras que ayer recibió el apoyo de 6.032.496 personas. Casi un 29% menos.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que ambas formaciones concurrieron en 2011 en una situación excepcional: el PP obtuvo un apoyo muy superior al que acostumbraba, debido a que el PSOE estaba en sus peores horas.

Desde esta perspectiva, lo lógico sería mirar la evolución de los resultados desde 2007, si aceptamos que estas tuvieron lugar en un momento político de relativa estabilidad. Mirado así, la interpretación de lo ocurrido este domingo podría ser perfectamente la de una relativa vuelta de las aguas a su cauce para el PP, sin dejar de tener en cuenta el desgaste importante que ha sufrido (pierde 1,8 millones de votos en lugar de 2,44 millones de votos) y la de un estancamiento del PSOE en su peor momento (de 2007 a 2011 perdió 1,48 millones de votos y de entonces a esta parte ha perdido 689.003 votos más).

No el balde, el PSOE pedía el pasado 19 de mayo que “no había que comparar los resultados con los 2011” porque la situación “es muy diferente”. En realidad no lo es. El PSOE no solamente no ha sido capaz de remontar sino que sigue cayendo, y ahora sus votos los recogen en buena medida quienes sí han sabido tocar las las teclas para hacer bailar a los ciudadanos.

Por suerte para Pedro Sánchez, la espada de damocles que pendía sobre su cabeza hasta hace unos meses ha quedado mellada, al estrellarse contra unos malos resultados en Andalucía por su incapacidad para formar Gobierno. Susana Díaz ha mostrado sus cartas y no tenía más que doble pareja.

Por su parte, el PP se ha pasado de frenada y, pese a haber ganado las elecciones, va a tener que mancharse las sandalias y bajar a la arena política para conservar el suelo bajo sus pies. De no hacerlo, podría encontrarse en cuestión de una semana con que ha perdido prácticamente todo el poder territorial de un plumazo.

Más allá del “aviso” que algunos dirán que ha recibido (yo no estoy del todo seguro que haya sido un voto de castigo tanto como un verdadero cambio de liderazgo), quizá no sea un mal resultado para los populares (no hay que olvidar que han ganado y que son la primera opción de gobierno), y sea más bien una oportunidad para bajarse del caballo y empezar a hacer las cosas bien. No les queda otra.

El niño bonito de España

En Elecciones 24M/España por

ciudadanos

El líder de Ciudadanos vive ahora su momento dorado. Las encuestas para este domingo le prometían una entrada triunfal en la política al sur del muro (jejeje) y parece que así ha sido. Qué duda cabe de que, con permiso de Iglesias, Rivera ocupa ahora mismo el cargo honorífico de “niño bonito de España”.

Si, en Cataluña, C’s es ya el buque insignia para los votantes asqueados del patio de viejas que es el nacionalismo (según vaticinan todas las encuestas), en otras plazas de gran importancia nacional se ha hecho al primer intento con un buen pellizco de representación política y en algunas regiones clave está en condiciones de negociar intereses con la llave de gobierno en la mano. Sigue leyendo

El hijo de en medio

En Elecciones 24M/España por

vox

En toda familia numerosa hay distintos “tipos” de hijo. Todo el que tenga un par de hermanos o más lo sabe. Está el pequeño, casi siempre el más espabilado y popular; el mayor, que tiene que “abrirse camino” entre las expectativas de sus padres y la responsabilidad sobre los pequeños; y luego esta ese otro…

Es fácil reconocerle en las fotografías de familia: es el que está donde no toca, poniendo algún tipo de mueca, sacando la lengua, chinchando a algún otro hermano o, en definitiva, tratando de diferenciarse a costa de llamar la atención y armar jaleo.

Debido al tirón inicial de VOX en noviembre de 2013, con la sonada salida de Santiago Abascal del PP y el afán de los medios por hacer leña del árbol caído (lo que viene a ser buscarle las cosquillas al Gobierno), lo lógico parecería pensar que la formación intentaría coger carrerilla para formular una propuesta de partido capaz de colarse en las instituciones y articular parte del descontento social que, como se vio ayer, existe hacia el partido del Gobierno.

Dicho tirón no fue suficiente para hacerse con el porcentaje de votos necesario para obtener uno de los 54 escaños de España en el Parlamento Europeo, cosa bastante comprensible teniendo en cuenta el poco margen de tiempo (1) para articular una propuesta política sólida y (2) para “crear” un candidato con el liderazgo suficiente como para llamar la atención del electorado. En lugar de eso, en una jugada más que discutible, optó por ceder su marca al ex dirigente popular Aleix Vidal Quadras.

De entonces a esta parte, en un camino que ha llevado del primer “tortazo” europeo al “tortazo” municipal y autonómico, el partido se ha comportado como lo que, en el fondo, es: el hijo de en medio. No haciendo los deberes de articular una propuesta política realista y seria, pretendiendo abanderar cualquier causa con el único objetivo de atraer la atención o haciendo propuestas (tan peregrinas como irreflexivas, irresponsables e inútiles) como otorgar a los padres de familia el derecho a tantos votos como hijos tengan.

De forma parecida a como le ha pasado a Díez con UPyD en los últimos tiempos, da la sensación de que los impulsores de la formación de Derechas se sentían tan especiales y originales que no necesitaban escuchar a la calle para cosechar el apoyo de los electores. Así, mientras los periódicos hablaban de corrupción, Santiago Abascal hablaba de las víctimas del terrorismo vasco; mientras hervía la opinión pública por la precariedad laboral y el desempleo, VOX disertaba sobre la natalidad y la carga presupuestaria que suponen las comunidades autónomas.

Prueba de ello es que todo el que ha participado en manifestaciones a favor de la vida del no nacido y de la mujer embarazada habrá visto con toda seguridad (pese a las prohibiciones de los organizadores) los paraguas verdes de VOX adueñándose de las reivindicaciones. También algunos se los habrán encontrado en la puerta de la Iglesia, esperando a la salida de misa para prodigar lo muy ortodoxos que son.

Pese a todos sus esfuerzos por hacer un hueco en el espacio público desde donde poder comunicar, se llevan siempre un portazo, quizá por no parecer “serios”, “razonables” o por no tener intención ninguna de rebajarse al nivel de discusión de la calle. A ojos de la opinión pública, están bien lejos de ser una respuesta a las incógnitas actuales. No han logrado quitarse el cartelito de “el ala más rancia del PP” que en su día les colgaron.

En este escenario, Ciudadanos le ha rebasado por todos lados, logrando generar (por qué negarlo) altas dosis de ilusión en un sector nada desdeñable de la ciudadanía. Para qué negar que el espacio que ha venido a ocupar Rivera en el espacio político nacional es en gran medida el mismo que pretendía para sí Abascal.

La diferencia está en que el pequeño es casi siempre el más espabilado, el que sabe más lo que se cuece en el mundillo y el que está dispuesto a arremangarse y a meterse en el juego, en lugar de tratar de reclamar para sí lo que nadie va a otorgarle sin más.

Ahora bien, todavía está por demostrar que Ciudadanos haya venido a quedarse. La diferencia, sin duda, la marcarán la humildad, el esfuerzo y el ingenio político que se inviertan a largo plazo. Ahí tiene que decidir VOX si quiere seguir jugando en la liga de Impulso Social o proponer un proyecto político de verdad.

Rosa

En Elecciones 24M/España por

rosa-diez

 

“México o muerte” debió decir a sus hombres el legendario conquistador, tras quemar las naves que habían de llevarle de regreso a España en caso de que la conquista de las Indias se torciera. “España o muerte” (o algo parecido) se repite a sí misma seguramente la lideresa de UPyD, firme en su intención de no retroceder un solo paso en su cruzada personal contra la corrupción y el caciquismo en nuestro país.

(Artículo actualizado el 24 de mayo)

La diferencia entre nuestros dos héroes consiste en que el primero consiguió lo que se proponía y conquistó, con un centenar de hombres, el mayor imperio centroamericano, y la segunda, tras lograr algunas victorias, obtuvo la desbandada de su comitiva y ayer anunció que no volverá a optar al liderazgo del partido, tras una derrota fulminante en las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo.

La bandera de la transparencia y la honorabilidad de la política no es para UPyD ni –mucho menos– para Rosa Díez, un objetivo político a lograr. Es una cruzada personal. Tanto es así que, si uno se acercaba hasta hace no mucho por los pasillos del Congreso al lugar donde el partido tiene su grupo parlamentario, distinguía estos despachos de los de los demás diputados por estar separados con un muro bajo del resto de puertas, tras el que colgaba un cartel con la leyenda: “Zona libre de corruptos“. La próxima vez me fijaré en si sigue ahí el cartel.

Díez vuelve al colgar el cartel en los despachos de su grupo parlamentario, pese a la prohibición del Congreso. EP

Ahora bien, del mismo modo que Cortés tuvo que pactar con los pueblos indios para acercarse a la capital de los mexicas y ser capaz (no sin grandes esfuerzos) de someterla a la corona de Castilla, viene creciendo cada vez más entre las fuerzas de la formación magenta un clamor a favor de la unidad con quienes, al menos desde esta perspectiva, comparten en buena medida sus objetivos.

La derrota en Andalucía, la sospecha de estancamiento (o incluso de retroceso) que promueven las encuestas para las próximas elecciones generales y la paulatina (cada más evidente) desafección hacia la cúpula amenazan con provocar un derrumbe absoluto, animado en parte por la sensación de que el partido se ha quedado anclado en una suerte de puritanismo elitista y estéril que no conduce a ningún sitio.

A todas luces, se ha producido en las conciencias de quienes dirigen esta formación una asociación inquebrantable entre las ideas ‘UPyD’ y ‘honradez’, hasta el punto de que cualquier otra forma política o individuo ajeno se vuelve para ellos sospechoso de corrupción –“¡impuro!”– y conspirador contra el proyecto de regeneración de la política española.

Esta relación se produce de forma más evidente en la dirigente del partido, quien se ha tomado tan a pecho su vocación de salvar el país, que parece no ser capaz de disociar esta idea de su propia persona.

Como consecuencia de ello, asistimos al desmoronamiento del proyecto de quienes –hay que reconocerlo– llevan predicando años en el desierto, pero han cometido el error de no comprender que, ni en política ni en la lucha contra la corrupción, hay alguien imprescindible.

¡PIAF, en toda la boca!

En Asuntos sociales/España por

La vicepresidenta de Gobierno, S. Sáenz de Santamaría. FOTO: Moncloa
La vicepresidenta de Gobierno, S. Sáenz de Santamaría. FOTO: Moncloa

 

PIAF es una buena onomatopeya para describir cómo ha sonado en nuestros morros el Plan Integral de Apoyo a la Familia 2015-2017, aprobado este jueves en Consejo de Ministros. El Gobierno, en un acto de magnánima generosidad, quiere desquitarse de la enésima promesa electoral incumplida (y así permanece) de aprobar una Ley de Apoyo a la Familia con que aliviar el régimen injusto a que están sometidos quienes deciden tener hijos en España.

Por resumir el contenido del plan, que de por sí no es criticable, el planteamiento de la flamante propuesta del PP consiste en una deducción fiscal de 1.200 euros para familias numerosas y monoparentales, un paquete de ayudas a menores y mujeres embarazadas y en periodo de lactancia en situación de riesgo social, ayudas a las madres jóvenes en materia de educación y vivienda, flexibilizar las jornadas laborales para favorecer la conciliación laboral, contemplar el impacto que tienen las propuestas políticas de cara a las familias y mejorar las pensiones de madres que hayan cotizado menos debido a que se han dedicado al cuidado de sus hijos.

Salta a la vista el hecho –curioso cuanto menos– de que dicho plan llegue después de 1.637 días desde la elección del actual Gobierno, y a tan solo diez días de la primera gran cita electoral a la que se enfrenta el PP (las elecciones locales y autonómicas del próximo 24 de mayo), en la que se juega el dominio territorial de la mayor parte de las instituciones. Juzgue cada uno el interés del actual Ejecutivo por las políticas familiares.

También llama la atención que el formato elegido para impulsar estas medidas sea el de un Plan Integral, en lugar de una ley, como se había prometido. Entre otras cuestiones, implica que el desarrollo y aplicación de las medidas no va impuesto más que por un compromiso “moral”, por lo que, en caso de que no se cumpla, los ciudadanos no tendrán recursos legales para obligar al Ejecutivo a aplicarlo.

Luego además está la cuestión presupuestaria. Pese a las estimaciones de la vicepresidenta del Gobierno de una dotación de alrededor de 5.000 millones de euros, lo cierto es que, al carecer de fuerza de ley, la dotación que se destine finalmente a dicho plan a partir de 2016 dependerá del gobierno que salga elegido en las próximas elecciones generales. Por eso los miles de millones de euros prometidos son papel mojado.

Por otra parte, no pierdan tiempo en buscar qué significan exactamente medidas como “mejora de la coordinación y cooperación interadministrativa y de la participación social en materia de apoyo a las familias”. No se molesten, el PIAF no contiene mecanismos concretos para llevarlo a cabo, solo líneas generales de acción.

En conjunto, lo único que se puede extraer del PIAF en claro es que es un conjunto de buenas intenciones –incluso buenas ideas– y una magnífica lista de todo lo que no ha hecho el Gobierno mientras disponía de mayoría absoluta. Para la próxima legislatura queda ver quien se sienta en la Moncloa, y qué hace con el susodicho PIAF.

A estas alturas de la película, no cuenten con que se inicie un proceso (guiado por el susodicho plan) para adoptar medidas en firme con aprobación parlamentaria y dotación presupuestaria. Ni da tiempo ni le importa a nadie. Huele mucho más a operación de marketing electoral aprovechando los recursos del Estado que a otra cosa.

La banalidad de nuestro mal (I): Comercio Justo

En Economía/Pensamiento por

Jerusalén, Israel, 1961

Cuando Hannah Arendt fue enviada a cubrir para el New York Times el juicio de Adolf Eichmann en Jerusalén, lo único que no descubrió en el líder nazi fue un despiadado asesino, un enfermo mental o un sádico, pese a haber sido uno de los responsables directos de los campos de concentración en los que fueron quemados, fusilados o forzados a trabajar hasta la extenuación millones de hombres, mujeres y niños.

Adolf Eichmann

“Ninguna relación tuve con la matanza de judíos. Jamás di muerte a un judío, ni a persona alguna, judía o no. Jamás he matado a un ser humano. Jamás di órdenes de matar a un judío o a una persona no judía. Lo niego rotundamente –defendió el acusado durante el interrogatorio– Sencillamente, no tuve que hacerlo.” (‘Eichmann en Jerusalén‘, 1961. Hannah Arendt)

La descripción que la filósofa judía hizo de la personalidad de aquel hombre, y que le valió los ataques de quienes la acusaron de tratar de exculparle, fue, a falta de una imagen mejor, la de alguien incapaz de hablar sus propias palabras (“llegaba a constituir un caso moderado de afasia“) que solventaba su problema adoptando las expresiones y esquemas mentales propios del sistema en el que trataba de progresar, la Alemania nazi. Sigue leyendo

Vieja y nueva política

En Cultura política/España/Pensamiento por

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Los medios de comunicación nos hicimos eco la semana pasada de un suculento estudio publicado por el Centro Reina Sofía, un organismo dedicado a la realización de estudios sociológicos sobre adolescencia y juventud dependiente de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) titulado ‘Política e Internet’.

INFOGRAFIA CRS POLITICA E INTERNETDicho estudio arrojaba dos conclusiones interesantes: la primera, que el interés por la política entre los jóvenes de 18 a 25 años  ha aumentado del 26% en 2008 (entonces, ese porcentaje declaraba estar muy o bastante interesado por la política) al 72,6% a finales de 2014. Cerca de un 50% más en seis años de crisis económica. De hecho, el 80% asegura que votará en las próximas elecciones.

La segunda de las conclusiones era que una mayoría amplia de este colectivo no siente prácticamente ningún apego o confianza por la mayoría de las instituciones y organismos en los que se desarrolla la vida política y social española, a excepción de los clubs deportivos, las ONG y poco más.

Ni los partidos políticos, ni el Parlamento, ni el Ejército o las fuerzas de seguridad, ni la Iglesia, ni la patronal de empresarios o los sindicatos, ni otros actores económicos como empresas o bancos son para esta generación actores de los que se pueda esperar algún tipo de avance en las cuestiones que les preocupan.

Las causas de esta aparente contradicción son del todo conocidas. El informe no aporta ninguna sorpresa en este sentido: corrupción, ausencia de opciones que les representen, desengaño, desánimo sobre la utilidad del voto, decepción tras las últimas elecciones…

Para el director general de la FAD (y del Centro Reina Sofía) el desapego de la juventud hacia los organismos en los que se desarrolla la vida política del país es un signo “preocupante” porque, a su juicio, “ningún país del mundo puede gestionar su convivencia interna sin unas instituciones fuertes“.

En otras palabras, integrar el descontento y las reclamaciones de los jóvenes en un marco político común se presenta como una tarea en la que debe implicarse toda la sociedad, a fin de que estas puedan articularse en un diálogo que beneficie a todos. La alternativa, a todas luces, es el riesgo de una ruptura de la vida política, no para ser sustituida por una nueva fórmula sino para romper todo cauce de diálogo y, por ende, de convivencia.

Decíamos hace unas líneas que la consulta a los jóvenes (un total de 808) fue realizada los últimos meses de 2014. Precisamente ese año se cumplía un siglo desde que uno de nuestros grandes (o de nuestros pocos) pensadores políticos, José Ortega y Gasset, se lamentaba en su discurso ‘Vieja y nueva política‘ del desinterés de la juventud (hoy igualmente pretendida) acerca de las cuestiones políticas y del estatus caduco de las instituciones de la “política oficial“. Decía así:

Todos esos organismos de nuestra sociedad — que van del Parlamento al periódico y de la escuela rural a la Universidad —, todo eso que, aunándolo en un nombre, llamaremos la España oficial, es el inmenso esqueleto de un organismo evaporado, desvanecido, que queda en pie por el equilibrio material de su mole, como dicen que después de muertos continúan en pie los elefantes“.

Ortega y Gasset, por F. Vicente

Como curiosidad, el filósofo y periodista señalaba a un tal Pablo Iglesias (no el nuestro, sino el fundador del PSOE)  como uno de los pocos que no representaban los “odres caducos” de la política de 1875, la de la restauración monárquica.

Aún así, afirmaba que la novedad que suponían los sindicatos y el Partido Socialista de aquel momento (léase hoy como Podemos) “le confundirían si no se limitaran, sobre todo el socialismo, a credos dogmáticos con todos los inconvenientes para la libertad que tiene una religión doctrinal“.

De hecho, y pese a reconocer la “utilidad” de algunos “radicales” que “han ejercido una función necesaria” consistente en “producir una primera estructura histórica en las masas” –lo que hoy viene a ser el clamor por la “regeneración“– acusaba a los responsables de estas fórmulas de ser “buenos demagogos” que “van gritando por esas reuniones de Dios” (pongan aquí “círculos” y tendrán la analogía perfecta).

Sobre las consignas que entonces –y hoy de forma parecida– movían la reivindicación contra la vieja política afirmaba que “son los tópicos recibidos y ambientes, son las fórmulas de uso mostrenco que flotan en el aire público y que se van depositando sobre el haz de nuestra personalidad como una costra de opiniones muertas y sin dinamismo“. “Nuestra política es todo lo contrario que el grito, todo lo contrario que el simplismo –advertía el filósofo– Si las cosas son complejas, nuestra conducta tendrá que ser compleja”.

Por ello, en su discurso, pronunciado en el teatro de La Comedia el 23 de marzo de 1914, abogaba por la recuperación de la “sustancia nacional“, concepto algo vago que no mucho más tarde se emplearía en el auge de los movimientos fascistas, pero que, para Ortega, significaba que “la política no es la solución suficiente del problema nacional“, tal como hemos defendido en este blog anteriormente.

La ruptura de la tradición política –que no el interés político, tal como se aprecia en la encuesta– y, por lo tanto, del derrumbe de la legitimidad o utilidad de sus instituciones a ojos de la nueva generación, proviene del vaciamiento del significado que estas tienen como legado de una convivencia común y articulada (formal y legalmente) como producto de esta.

Es cierto que, como decía el director general de la FAD durante la presentación del estudio, la semana pasada, “es tarea de todos” el reunir a la sociedad y reforzar las instituciones de modo que estos se conviertan en cauces efectivos de comunicación y gobierno para todos. Pero, para ello, es necesario que exista una voluntad mutua de convivir y una preocupación compartida hacia la comunidad.

Es una ilusión pueril creer que está garantizada en alguna parte la eternidad de los pueblos; de la historia, que es una arena toda de ferocidades, han desaparecido muchas razas como entidades independientes –advertía Ortega– En historia, vivir no es dejarse vivir; en historia, vivir es ocuparse muy seriamente, muy conscientemente del vivir, como si fuera un oficio. Por esto es menester que nuestra generación se preocupe con toda consciencia, premeditadamente, orgánicamente, del porvenir nacional.”

Seguridad absoluta

En Asuntos sociales por

El accidente de un avión de Germanwings esta semana, que se estrelló con 150 personas a bordo en los Alpes franceses, y que presuntamente ha sido provocado por un pobre desgraciado (el copiloto) que, voluntariamente, lo estampó contra las montañas, da que pensar.

Sería un error quedarse únicamente en el jaleo que siempre se organiza cuando ocurre una tragedia de este tipo y que lleva a una búsqueda encarnizada de responsables que “podrían haber previsto” o “podrían haber adivinado” lo que iba a ocurrir, o el debate sobre si las medidas de seguridad que se aplican actualmente “son suficientemente seguras” como para prevenir con una precisión del 100% que no se vuelvan a producir incidentes como este.

Por supuesto que es un deber del Estado y de las compañías que trabajan, no solamente en el sector aeronáutico, sino en cualquier sector, trabajar al máximo para reducir cualquier tipo de fallo o error que pueda llevar a la muerte o poner en peligro a las personas.

Sin embargo, más allá de todo esfuerzo que pueda y deba realizarse, lo que se aparece como evidente es que quien quiera hacer daño (incluso mucho daño) puede hacerlo con una facilidad pasmosa. Es algo que he oído comentar a bastantes conocidos y amigos desde este martes, algunos de los cuales temían en su momento que pudiera tratarse de un ataque terrorista.

Cada vez que ocurre algo así, las noticias nos devuelven una y otra vez a la realidad de que, por muy avanzados que estemos como sociedad y por mucha tecnología y protocolos que empleemos, una simple coincidencia o un detalle puede mandarnos al otro barrio, incluso sin necesidad de que exista una voluntad expresa por parte de alguien.

Es algo que choca porque, a mi modo de ver las cosas, formo parte de una generación que no ha vivido (ni visto siquiera de lejos) una guerra. En el mundo en que vivimos, las guerras en las que participamos no tienen muertos (al menos no en televisión, si participa Occidente), las calles son seguras a cualquier hora, pocas enfermedades son irremediables si se detectan a tiempo, los muertos en carretera son cada vez menos, las personas creen que no envejecen, siempre que puedan pagarse un ‘lifting’, y, desde que me compré mi primer ‘smartphone’, Google Maps me lleva a casa cada vez que me desoriento.

Si a ello le sumamos el alto nivel de garantías y derechos sociales de que disfrutamos (no dejemos que la crisis empañe lo que, objetivamente, hemos alcanzado), el resultado es que muy rara vez alguien se ve en la tesitura de temer por su vida, y mucho menos de ser “atacado”, lo cual muchas veces provoca la deformación de que creamos que tenemos derecho a casi cualquier cosa.

Todo esto viene a cuento porque desde hace unos meses (en realidad más, pero no nos hemos querido dar cuenta) se cierne sobre la civilización occidental una amenaza terrorista que ha golpeado ya en Francia y Dinamarca en solo dos meses, y que este mes de marzo ha vuelto a hacerlo en Túnez, país que afronta un admirable proceso de democratización.

Vivimos en el punto de mira de los islamistas radicales de ‘Daesh’ y de los fanáticos que de vez en cuando se dejan ver entre los nuestros. Además, para cerciorarse de que lo sabemos, tratan constantemente de comunicárnoslo con la maestría del mejor maestro de cine ‘gore’.

Es algo con lo que tendremos que aprender a vivir, queramos o no, sin esperar que la cada vez más todopoderosa administración del Estado pueda hacer más que lo que hace para protegernos (que es mucho más de lo que nunca sabremos, quizá por que no estaríamos de acuerdo con ello).

Es solo una reflexión: no solamente un poco de mala suerte, sino también nuestro modo de vida y nuestros valores nos pueden costar la vida si así lo decide cualquier “iluminado”. Invita a repensar y a abrazar (o no) lo que somos, pero ahora con pleno conocimiento de sus implicaciones.

Andalucía: análisis de resultados

En Andalucía/España por

elecciones
Fuente: EL PAÍS

 

Las elecciones en Andalucía, como ocurre la mayoría de las veces con los resultados electorales, sirven para poner el freno a los desvaríos de los gurús apocalípticos, y al mismo tiempo para dar pábulo a los de otros con no mayor credibilidad.

Entre los análisis que hemos desayunado la mañana de este lunes, jornada post electoral, hay conclusiones para todos: batacazo del PP, batacazo de Podemos, Susana Díaz cotiza al alza, Ciudadanos se come a UPyD, IU camino de la desaparición (este último podría ser cierto).

Lo que está claro es que, al igual que en los pasados comicios andaluces, las elecciones de este domingo se han producido en un clima especial como ocurrió en 2012, esta vez marcadas por la crisis y las profecías de la llegada del mesías con coleta, como en aquel momento por el vacío de poder y credibilidad del PSOE, tras el hundimiento del Zapaterismo y la explosión de los ERE de Griñan.

Así pues, los dos puntos más destacables de los resultados de este domingo son, por un lado la vuelta de las aguas a su cauce “natural” (victoria del PSOE) y la irrupción de dos nuevos partidos con una fuerza quizá inédita en nuestra democracia.

Por muchas ganas de revolución que tengamos (las revoluciones son siempre adictivas) y por más que agitemos los datos para augurar el batacazo del PP, no es serio olvidar que Andalucía es y ha sido siempre el patio de la casa de los socialistas (y como tal la han tratado), y que el PP no ganó las elecciones en 2012 por méritos propios (solo subió tres) sino por que el PSOE prácticamente no se presentó a aquellos comicios, en los que perdió nueve diputados (pese a lo cual obtuvo suficiente apoyo para poder gobernar).

No en balde, el PSOE manda en Andalucía desde que dejó de hacerlo Franco –se dice pronto– lo que hace, si cabe, más extraño que el mensaje de Díaz tras ganar la elecciones es que “quiere dejar una Andalucía mejor de la que le dejaron sus padres”. ¡Será que no han tenido tiempo!

Comentario aparte merecería la candidatura de Moreno, un tipo muy majete pero sin carisma ninguno, que llegó desde Madrid elegido a dedo tras ocupar la Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, donde era la cara visible de los recortes en el sistema de ayuda a la dependencia y en los servicios de atención a las víctimas de violencia de género. Una jugada maestra.

El desconocimiento del candidato, sumado al desgaste gubernamental de la crisis hace comprensible el desgate que ha sufrido el partido, aunque a mi juicio no ha perdido respecto a los resultados de 2012 sino respecto a los de 2008, frente a un Javier Arenas curtido en batalla que en aquel año obtuvo el apoyo del 38,8% del electorado, un 12% más que el de este domingo.

Dicho lo cual, la primera e indiscutible conclusión tras el fin de semana es, guste o no guste, la resistencia de los adalides del denominado “bipartidismo” frente a la pretendida ansia de cambio de toda la sociedad que reflejaban los medios de comunicación. A día de hoy, PP y PSOE son los partidos con mayor representatividad política en aquella comunidad, por mucho que haya quien quiera arogarse la voz de la ciudadanía con peores resultados.

El segundo y no menos incuestionable veredicto es que, más allá de quienes han querido ver en los 15 escaños un “batacazo” electoral, lo cierto es que tanto la representación obtenida por la formación morada como la de los naranjitos (que han sacado 9 diputados) es poco menos que un “milagro político” en una democracia en la que no ha ocurrido nada semejante en las últimas décadas.

Más allá de las voces de quienes ven al lobo por todas partes (los mismos que disfrutan de predecir como irrevocable el apocalipsis bolivariano), lo cierto es que no sé si se puede hablar de que otro partido haya logrado algo parecido en la historia de nuestra democracia. La deforme percepción de la realidad a que a menudo inducen el miedo y las encuestas preelectorales no debe dejarnos apartar la mirada de que tanto una como otra formación política se han abierto un hueco muy reseñable en uno de los sistemas electorales más estáticos de esta España nuestra.

La cuestión fundamental

En Asuntos sociales/Bioética por

A raíz de una polémica que nada tiene que ver con la “cuestión fundamental” hemos podido ver a todo el mundo aplaudiendo a Madonna, quien muy acertadamente dijo la semana pasada que los niños fabricados en probetas “tienen alma” y no son “niños sintéticos” como había sugerido cierto personaje.

madona
Imagen de ‘Huffington Post’. Por otra parte, para Madonna el alma de todo niño justifica la fecundación in vitro y los vientres de alquiler, cosa de la que ya hablaremos…

 

El hecho es que no deja de tener gracia que, si lo que dice la diva del pop acerca de los susodichos niños “químicos”, lo dijera cualquier otro acerca de los que son gestados en el vientre de sus madres, la reacción sería muy distinta.

Recuerdo que hace unos meses, tomando unas cañas –con Madonna no, obviamente– llegamos no se sabe muy bien cómo a la discusión sobre el aborto.

Un buen amigo con quien discrepo en casi todo, pese a que ambos compartimos espacio en este blog, y a quien tengo en muy alta estima quiso dejar de lado cualquier discusión bizantina diciendo:

-Todo se reduce a una única pregunta: el feto, ¿es o no es humano?

Y lo cierto es que –aquella vez sí– no pude estar más de acuerdo con él, aunque ambos tuviéramos una respuesta distinta para la misma pregunta.

El tema no es baladí. La diferencia entre una respuesta u otra es la que hay entre el asesinato de un niño a manos de sus padres o una operación para retocarse la nariz. No parece que quede mucho espacio para esos “grises” en los que tanto gustamos de refugiarnos cuando nos conviene.

Ocurre sin embargo que, por alguna clase de defecto de la lógica social, la respuesta a esta pregunta rara vez se mueve en el espacio de las dos salidas posibles: o no, y punto. Si no, ¿Cómo se explica que, ante una pregunta por el ser (¿es o no es?) las respuestas más comunes sean las siguientes?:

a) el hambre en África:

 



 

 b) el machismo

 

 


c) los desahucios

 

 

d) la dignidad de la mujer

 

 

 

e) la Iglesia Católica

 

 

  f) Franco

 

 

g) la felicidad y el sufrimiento (en abstracto, por supuesto)

 

 

   h) la masturbación (la clásica pregunta de: ¿Si te masturbas estás abortando?)

 

 

i) los curas que abusan

 

 

j) la cultura medieval

 

 

k) Y así hasta desquiciar al más razonable…

 

En definitiva, el resultado de formular una pregunta aparentemente sencilla tiende de forma irremediable a producir una ensalada de intervenciones, cada una más peregrina y creativa que la anterior, que pretenden matizar atendiendo a razones “prácticas”, teológicas, o de “progreso” a una pregunta que nada tiene que ver: ¿Es o no es humano?

Quiero creer y creo que no somos tan estúpidos. Prefiero pensar simplemente que todo cuenta si se trata de no enfrentarse a la pregunta: ¿Existe el derecho a matar por cuestiones de “utilidad” social o particular? Que, a su vez, precisa de una cuestión anterior: ¿Existen jerarquías entre hombres, cuando se trata de derechos?

Catalanofobia

En Andalucía/Cataluña/España por

Hoy escribo en calidad de catalán, para sacar a colación una de esas bajezas de la vida política que en periodo electoral suelen aflorar y quedar a la vista de todos, para vergüenza del país.

Me refiero a las declaraciones del delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, que ayer tuvo la genialidad –quiero creer que como estrategia electoral y no como declaración de principios– de advertir contra el voto a Ciudadanos en las autonómicas de esa comunidad afirmando lo siguiente: Sigue leyendo

El espejo roto de la Democracia

En España por

Desde que comenzó el año, se aprecia una moda morbosa entre los votantes naturales de la derecha (si es que existe de eso en España) que consiste en preguntarse entre sí: ¿Oye, y tú a quién vas a votar?

Si bien no es extraño que empiecen a removerse las aguas conforme se acercan las muchas citas electorales a las que estamos llamados este ejercicio, lo que sí es novedoso es lo hagan en esta orilla.

Vertebra la moral política de una parte de la población una llamada a la prudencia —¡Prudencia!— antes de hacer una “locura” y votar a según quien, sin necesidad de referirse a quienes (obviamente) no son un reclamo para esta clase de votantes.

Pese a todo, en muchos parece como si quedara un resquemor tras tomar la determinación de, cual héroe odiseico, atarse al mástil de la virtud –la más alta de todas, según los grandes filósofos– y quedarse con las ganas de desahogarse: ¿Oye, y tú a quién vas a votar? (como si buscaran algún “disidente” a modo de tentación).

Y ya que hemos apuntado una metáfora, continuemos con ella. ¿O no son cantos de sirena las constantes encuestas que una y otra vez nos bombardean, espoleando la “furia” de unos, el “miedo” de otros, la “responsabilidad” de estos y la locura de todos?

Dijo un francés perspicaz que “cada nación tiene el gobierno que se merece“, algo que se ha repetido hasta la saciedad en esta nación nuestra, la española. Lo dijo en el siglo XVIII, cuando cada hombre votaba a aquel candidato que, según creía, representaba mejor sus propios intereses e ideas, sin ‘trending topics’, ‘encuestas de estimación de voto’ o minutos televisivos que le disuadieran de hacerlo así.

Ocurre, ahora que los gobiernos no son ya el espejo del sentir (y el pensar, por qué no) de la calle, sino una ponderación de reclamos, miedos, prejuicios, e ilusiones orquestados a un tiempo por los propios ciudadanos, los partidos políticos y por una abundacia tal de sobreinformación (valga la redundancia) que cualquiera se aturde con tan solo tratar de comprender. En un marco así: ¿Quién se arrogará el valor de votar por sí mismo?

Como consecuencia de ello, son los ciudadanos los que, a través de las muchas y variadas encuestas, modelan sus decisiones a modo de “pacto”, para terminar votando a unos políticos incapaces de pactar entre sí, pese a ser ese (y no el de los ciudadanos) su trabajo. En definitiva, o vota uno mismo, o votan las encuestas.

De la misma manera, parece que son los ciudadanos y no los políticos quienes han de hacer gala de su responsabilidad y prudencia, acudiendo a las urnas con la pinza en la nariz si es necesario, para obviar la podredumbre y la corrupción que, bajo toda apariencia, impregna las instituciones del Estado, del Congreso a los ayuntamientos.

Déjenme darle la vuelta a la imagen, ya que parece poco heroísmo para nuestro Ulises renunciar a su Penélope para quedarse con Circe. Si van a atarse a un mástil, que no sea el de la prudencia sino el de la verdad. Y si han de escuchar a las sirenas, que no sean las encuestas sino las noticias.

¿Oye, y tú a quién vas a votar?

Votaré a quien me represente, faltaría más.

 

Lo que dijo Francisco, lo que no, y qué implica

En Asuntos sociales/Religión por

¡Extra! ¡Extra! La polémica está servida a raíz de la última “ocurrencia” de Francisco. Su respuesta a una pregunta sobre los atentados contra Charlie Hebdo en París la pasada semana ha llegado a las portadas y páginas interiores de los diarios españoles . No tanto así (salvo alguna excepción) en los diarios internacionales.

Una posible explicación podría ser que los medios británicos, estadounidenses y europeos en general son más serios en el tratamiento de las declaraciones del pontífice. La otra –la más probable– es que no les importe tanto el Papa como a los diarios españoles, pese a que algunos les cueste reconocerlo. Sigue leyendo

¿Quién es Frank Underwood?

En Democultura/Series por

Cada cachorro crece para convertirse en gato. Se ven tan inofensivos a primera vista, pequeños, callados, lamiendo la leche de su platillo. Pero apenas tienen garras lo suficientemente largas hacen sangrar la mano que les da de comer. Para aquellos escalando a la cima de la cadena alimenticia no puede haber misericordia. Solo hay una regla: cazar o ser cazado. Bienvenidos.

Así, con un plano a cámara en el que el político Frank Underwood se dirige directamente al espectador, termina el primer episodio de la segunda temporada de ‘House of cards’, la serie estadounidense que relata las intrigas de la Casa Blanca y las luchas internas por el poder.

Su actuación como protagonista en la serie le ha valido a Kevin Spacey un Globo de Oro al ‘Mejor actor de drama’, que ha recibido este fin de semana, tras ocho nominaciones a los premios en ediciones anteriores sin ganar ninguno. Además, el próximo mes de febrero está previsto que arranque la tercera temporada de la serie.

Pero vayamos al grano:

¿Quién es Frank Underwood?underwood

El arranque de la serie (primera temporada) nos presenta a un experimentado político, líder de la bancada republicana en el Congreso de los EE.UU. que, después de lograr que su candidato gane las elecciones presidenciales, ve esfumarse la promesa de ser el segundo de abordo, en favor de un líder más manejable.

A partir de aquí –al más puro estilo de una humillada ‘Scarlet O’hara’– hace un juramento a su mujer (otro personaje fascinante, su alter ego) de vengar la ofensa y tomar, no solo aquello que le corresponde, sino la presidencia de Gobierno.

Durante las dos temporadas que lleva la serie, su creador, Beau Willimon, nos lleva de la mano de Underwood, quien con sus esporádicos monólogos a cámara nos invita a ser espectadores de la crudeza de los actos y razonamientos que emplea para mover los hilos del poder a su favor.

En definitiva, es un hombre frío, profundamente consciente de sus propias fuerzas, y todavía más consciente de las fuerzas de los demás; que carece del límite que en otros denominaríamos el factor humano y que él sabe aprovechar con crueldad para lograr sus fines.

De su boca hemos escuchado frases como:

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En él vemos la lógica aplastante de quien sabe aprovecharse del “pensamiento débil” que sustenta la ética y la afectividad del hombre moderno –por lo general desprovista de fundamento– y que hace a quienes la ejercen no solo vulnerables sino “carnaza” para quien está dispuesto a saltarse los convencionalismos y aprovechar cualquier debilidad para subyugar al contrincante o eliminar obstáculos.

Así, bajo esta premisa, le hemos visto mancharse las manos de sangre en más de una ocasión (empezando por el primer capítulo) sin producir más horror que al aprovechar cada bajeza y cada virtud de quienes se encuentra para machacarlos, todo ello hilado en una trama inteligente y adictiva.

Es inevitable que surjan algunas preguntas: ¿Es posible la existencia de un hombre como este? ¿Resistiría la antropología una conducta mantenida al margen de todo respeto al más mínimo resquicio de idea de bien, fuera de sí? O, todavía más importante, ¿Resistiría nuestra civilización a alguien con esa “libertad” de espíritu?

Al fin y al cabo, no podemos dejar de recordar que el principio y fundamento de nuestra sociedad es un crucificado, signo de la mansedumbre, y lo más opuesto al superhombre de Nietzsche, un engendro maquiavélico que se nos presenta bajo la piel del respetable y poderoso Frank Underwood.

Una y otra vez, la pregunta es la misma: ¿Quién es el hombre?

Trailer de la 3ª temporada:

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