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Homero Valencia

Fallecido en 2018. Periodista. Fue director de RNE y de Radio Exterior, director de los Servicios Informativos de RNE y exsubdirector de los SSII de TVE. También dirigió la revista Aquí Estamos.

Homero Valencia tiene 28 artículos publicados

El orgullo del idioma

En Asuntos sociales/Periodismo por

El idioma es uno de los instrumentos que mejor tiene que saber dominar el periodista, insistía yo ante los alumnos en las clases de redacción periodística. Porque, desgraciadamente, vivimos en un país en que se lee poco, y por lo tanto, la gente habla como oye hablar a los periodistas en la radio y la televisión o como lee en los diarios y revistas. De ahí la importancia y la responsabilidad que tienen los comunicadores en el manejo del idioma: como ellos escriban así hablarán y escribirán los lectores, oyentes y telespectadores. Sigue leyendo

Eufemismos

En Periodismo por

“Manifestación suave o decorosa de ideas, cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”. Es la definición de la palabra “eufemismo” que aparece en el Diccionario de la Lengua Española. Se trata, como todos sabemos, de una palabra-maquillaje utilizada sobre todo en el ámbito de la política y de la economía, y expandida por los medios de comunicación.

Tras cada eufemismo hay un tema tabú. Con la utilización del eufemismo, quien lo usa trata de neutralizar la realidad que se niega a nombrar, como cuando un gobierno habla de “desaceleración” por no querer que la gente sepa que estamos atravesando una crisis. Sigue leyendo

Medios de comunicación: papel vs. digital

En Periodismo por

En la batalla que estamos viviendo en los medios de comunicación entre la información en soporte de papel y la información digital, los editores españoles de los medios impresos suspiran algo aliviados porque la prensa recupera el camino de los beneficios. A pesar de la caída de los ingresos por publicidad y a pesar de que baja la venta, en 2016 la prensa española tuvo un beneficio de casi 15 millones de euros, frente a la pérdida de 18 millones del año anterior. Este dato positivo aparece cuando el sector aún sigue preguntándose cuál debe ser el mejor modelo de negocio. Sigue leyendo

“If, between”

En Asuntos sociales por
anglicismos en español

Se trata de un antiguo chiste para poner de relieve lo poco y mal que se habla inglés en España, incluso en una presunta academia de idiomas. Cuando el futuro alumno llama a la puerta de la academia de inglés, sale una empleada, y cuando el estudiante pregunta si donde ha llamado es el centro de enseñanza que busca, la empleada le invita a pasar diciéndole: “If, between”. (En vez de “Yes, come in”: “Sí, entre”).

El problema no es el desconocimiento del idioma inglés –la mitad de la población no lo conoce-, sino que son muchos los españoles, sobre todo los políticos, que sueltan palabras inglesas porque piensan que eso les da un aire moderno, y por eso dicen trendy para designar un restaurante de moda o cool para referirse a algo que les gusta. (Un dato que pone de relieve el desconocimiento del inglés entre los españoles es que de todos los presidentes de Gobierno que hemos tenido desde el comienzo del régimen democrático, hace 40 años, solo uno, Leopoldo Calvo Sotelo, hablaba inglés). Sigue leyendo

Dudas sobre el futuro de los diarios digitales

En Periodismo por

No debemos aceptar sin más que hemos llegado al fin del papel como soporte de los diarios. Ningún periódico digital está a la altura de uno de papel. El público lector sigue dando más valor a un producto que puede tocar. Y después de dos décadas de Internet ningún diario ha conseguido ganar más dinero en la web que con el papel.

Estas no son opiniones personales, sino los resultados de un profundo y documentado estudio de dos investigadores de una prestigiosa universidad norteamericana, que han analizado exhaustivamente la trayectoria de más de 50 diarios estadounidenses. Sigue leyendo

Al pan, pan, y al separatismo, separatismo

En Cataluña/Periodismo por

Al pan, pan, y al vino, vino” es un refrán español que aconseja hablar sin rodeos y llamando a cada cosa por su nombre. Creo que debe aplicarle al fenómeno político que tiene como escenario Cataluña.

Dentro de la serie de errores que se han producido y se producen en el caso catalán, uno de ellos ha sido el de no utilizar correctamente los términos. Y en este caso, los partidarios de la separación han ganado la partida y han conseguido que casi todos los periodistas y medios de comunicación usen las expresiones “independencia”, “independentismo”, etcétera. Sigue leyendo

5 cosas que debes saber sobre la libertad de prensa (según la APM y la FAPE)

En Periodismo por

Un año más, en el mes de mayo, las asociaciones profesionales de periodistas dedican sesiones, foros, tertulias y debates a hablar de la situación de la libertad de prensa, precisamente en el mes en que se conmemora el Día de la Libertad de Prensa. Y este año no iba a ser menos. Sigue leyendo

Una aproximación a la ‘posverdad’

En Periodismo por

La palabra posverdad no aparece en el diccionario de la Real Academia Española, aunque es uno de los términos que más presente ha estado en los medios de comunicación en los últimos tiempos. Dicen que este neologismo, la posverdad o mentira emotiva, describe la situación, al modelar la opinión pública, de que los hechos objetivos tienen menos influencia que la apelación a las emociones. Y también  en que algo que aparenta ser verdad es más importante que la propia verdad. Sigue leyendo

Cada vez menos libertad de prensa

En Periodismo por

Tanto en la civilizada Europa como en los países del Este, en Asia y en Iberoamérica, la libertad de prensa se ha deteriorado en 2016, según el tradicional informe anual que elabora la organización Reporteros sin Fronteras (RSF). Tanto en Turquía como en China, Siria, Egipto, Irán; tanto en México como en Honduras; tanto en Rusia como en Hungría; pero también tanto en Alemania como en Francia, el Reino Unido o en España las medidas gubernamentales o las leyes para luchar contra el terrorismo han conseguido el pasado año que la libertad de prensa sea cada vez menor.

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Periodismo en la pendiente de la degradación

En Periodismo por

Aunque con el comienzo de un nuevo año lo lógico sea mostrarse optimista, en el caso de la evolución del periodismo me temo que yo peco de pesimista. Por lo que voy viendo y leyendo en los últimos tiempos, el periodismo sigue degradándose al irse situando al mismo nivel que el espectáculo o el entretenimiento.

Y esa frivolización y adulteración se hace más patente si cabe en el caso de la televisión. En los tradicionales noticiarios son cada vez más los deportes y los sucesos, y la que podríamos llamar información general queda convertida en una pobre secuencia de imágenes y de llamativos titulares. Sigue leyendo

Periodismo y publicidad institucional: mayor transparencia

En Periodismo por

En la publicidad institucional aún falta mucha transparencia. Aunque la ley regula su difusión, la aplicación en el día a día deja bastante que desear, según se puso de relieve y se denunció recientemente en un foro desarrollado en la Asociación de la Prensa de Madrid.

La publicidad institucional, como se sabe, es el conjunto de mensajes que las administraciones y organismos públicos difunden en los medios de comunicación (prensa, radio, televisión…) para facilitar el ejercicio de los derechos de los ciudadanos al darles a conocer los servicios que las administraciones públicas prestan y las actividades que desarrollan. Sigue leyendo

Elemental, querido periodista

En Periodismo por

“Lo que más echaba de menos era la información”. El senador norteamericano y excandidato a presidente John McCain ha confesado que durante los casi seis años que estuvo prisionero tras la guerra de Vietnam lo que más echó en falta no era la familia ni los amigos, ni la libertad, la comida o la comodidad. Lo que realmente echó de menos era la información.

Y es cierto que necesitamos la información para vivir. Y para establecer vínculos, para identificarnos, para incrementar nuestra cultura, para ser libres, para gobernarnos. Esa información es la que suministran los medios de comunicación y la que elaboran los periodistas, a quienes la sociedad ha encargado que presten ese servicio, como a los arquitectos ha encargado que diseñen las viviendas y a los médicos que cuiden nuestra salud. De los periodistas la sociedad espera una información veraz, exacta y ecuánime, que permita a los ciudadanos ser más libres.

Pero lo que el ciudadano desea, o debería desear, es rechazar el rumor, el insulto, el acoso y las conclusiones precipitadas disfrazados de opinión. Y el rumor, el insulto, el acoso… proliferan desgraciadamente en los tiempos actuales, amparándose en la amplitud de Internet y en la abundancia de redes sociales, y lo que hacen es contaminar al auténtico periodismo. Por eso el periodismo está atravesando una crisis de confianza en una época de transición como la que estamos viviendo.

 

El ciudadano desea o debería desear rechazar el rumor, el insulto, el acoso y las conclusiones precipitadas disfrazados de opinión.

 

Es cierto que esta no es la primera vez que en la historia del periodismo se vive una etapa de transición. Ha ocurrido y ocurre cuando se producen cambios sociales y tecnológicos importantes. Pero en esta ocasión, con el auge de Internet, entre otras razones, el choque es quizás más dramático. Entre otras causas, porque proliferan las empresas que no son periodísticas, aunque se dediquen a publicar y transmitir noticias, y lo que consiguen es que la información sea sustituida por un comercialismo interesado y la prensa pierda su papel de vigilante de los otros poderes de la sociedad.

Son muchos los que se preguntan si, pese a todo, la prensa verdaderamente informativa sobrevivirá. La respuesta depende de los periodistas y también de los ciudadanos, si les importa recibir una información auténtica, precisamente por su condición de ciudadanos. Ahora, las nuevas tecnologías permiten a cualquiera que tenga un ordenador y un módem afirmar que hace “periodismo”. Y, junto a ello, la tecnología permite que aparezca una organización económica del periodismo que no sigue las normas de la profesión.

Pero ni la tecnología ni la técnica definen al auténtico periodismo. El objetivo del periodismo sigue siendo proporcionar a los ciudadanos la información que les permite ser libres.

 

Ni la tecnología ni la técnica definen al auténtico periodismo. Sus primeros mandamientos son la obligación es la verdad y la lealtad a los ciudadanos.

 

Dos autores norteamericanos han concretado en unos puntos los elementos que la historia y la experiencia han señalado como básicos para fijar la fidelidad del periodismo. Según escriben Bill Kovach y Tom Rosenstiel en Elementos del periodismo, el primero de esos “mandamientos” es tener en cuenta que la primera obligación del periodismo es la verdad. Además, el periodista debe ser leal, ante todo, al lector, al telespectador, al oyente; es decir, a los ciudadanos. Y para alcanzar sus objetivos debe imponerse como disciplina la verificación de la información.

Kovach y Rosenstiel recuerdan que el periodismo debe mantener su independencia respecto a aquellos de quienes informa y que debe ejercer un control independiente del poder. Los autores apuntan a que los medios de comunicación deben ofrecer un foro público para el comentario y la crítica. Y como normas de actuación de los periodistas, insisten en que las noticias sean exhaustivas y proporcionadas. A las empresas periodísticas les recuerdan que deben respetar la conciencia individual de los profesionales. Se trata, en resumen, de que el periodismo se base en sólidos principios para que los ciudadanos reciban la información que esperan, esa información que el senador John McCain tanto echó de menos durante su cautiverio en Hanoi.

En la sociedad de la información predomina la desinformación

En Periodismo por

En las encuestas, en las tertulias políticas, en las asociaciones de periodistas… Son muchos los ámbitos en que se habla, día sí y día no, de la crisis en la credibilidad de la prensa. Han pasado bastantes años desde que la prensa dejó de aparecer en los primeros lugares de las preferencias de los españoles como una de las actividades, instituciones, etcétera en que más creían y confiaban. Quizás la novedad en los últimos tiempos es que ahora son los propios periodistas los que empiezan a asumir que también ellos son culpables de esta crisis de credibilidad. Sigue leyendo

En las inundaciones falta agua potable

En Periodismo por

En las inundaciones (exceso de agua) el principal problema es la falta de agua potable. Igual ocurre con el exceso de información producido por el llamado periodismo ciudadano, las redes sociales, etc. La superabundancia va en detrimento de la calidad. Frente al ingente volumen de noticias es necesario reivindicar el papel del periodista como intermediario entre la noticia y el lector, como profesional que selecciona, valora e interpreta. Muchos ciudadanos han llegado a creer que los periodistas ya no son necesarios. Pero, como en el caso de las inundaciones,  cuando hay abundancia de un elemento, paradójicamente hay ausencia de ese elemento.

Este fue uno de los problemas abordados recientemente por el Laboratorio de Periodismo de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), que en la última sesión se dedicó a abordar el tema de “La independencia de los medios españoles: nuevas formas de presión  y autocensura”.

Los orientadores del debate (directivos, periodistas y colaboradores de varios medios de comunicación impresos y digitales) partieron de que una de las condiciones para la libertad de información es la independencia de los medios, y de que esa independencia se ve condiciona por presiones externas e internas.

Uno de los orígenes de esa presión es que los medios tradicionales han dejado de ser, en su mayoría, propiedad de editores “que amaban la tinta” y han pasado a ser propiedad de grandes corporaciones, de grandes grupos de comunicación, que defienden sus propios intereses y para los que la información es simplemente un negocio o una forma de influencia. Y el director del medio ha pasado de ser un defensor de la redacción a convertirse en un defensor de los propietarios de la empresa.

A este problema se añade el de la disminución del número de redactores en los medios, debido a la crisis económica y a las novedades tecnológicas, y el de que los periodistas se autocensuren por temor a perder el puesto de trabajo. Según el Informe Anual de la Profesión Periodística de 2015, cerca del 77 por ciento de los periodistas reciben presiones, y el 75 por ciento de ellos ceden a esas presiones, que les llegan de los grupos políticos y de los económicos a través de los consejos de administración y de los anunciantes.

A estos problemas se añade el apuntado al principio, el contacto directo de la audiencia con la información debido a la revolución digital, lo que llega a provocar una cierta tiranía de los lectores.

 

Colectivos y políticos inundan al medio y al periodista con insultos en cuanto se sienten ofendidos.

 

Alguno de los ponentes apuntó a que de muchas de las presiones externas sobre los medios es culpable el sistema judicial, que permite con más facilidad que en otros países la presentación de querellas, y son muchos los empresarios, por ejemplo, que se querellan frecuentemente, porque tienen dinero y abogados para poder hacerlo. Reconoce la existencia de autocensura porque los colectivos y los políticos, en cuanto se sienten ofendidos por un artículo, inundan al medio y al periodista con insultos y críticas.

En el interior, según el mismo orientador, hay presiones de la propia empresa contra algunos redactores por ser autores de informaciones que atacan los intereses empresariales, y los periodistas ceden por temor a perder el empleo. También hay presión interior de los propios compañeros, que cuestionan algunas informaciones porque temen que vayan contra la empresa y al final les hagan perder el puesto de trabajo, y puso como ejemplo que en el diario ABC, cuando los atentados del 11-M, un periodista criticó agriamente a los compañeros que defendían la autoría islamista, por si no era verdad y al final el periódico tendría que despedir empleados).

La mayoría de los intervinientes en el laboratorio coincidieron en que para que un medio sea independiente tiene que ser solvente económicamente. La independencia marca la diferencia entre la información y la propaganda. El problema arranca en el cambio de modelo de los medios en la década de los 90 del siglo pasado, cuando la propiedad pasó a ser de los acreedores de los medios (los bancos, por ejemplo).

Para luchar contra la disminución de la credibilidad de los periodistas (otro de los problemas), habría que convencer a la audiencia a fin de que les valorara y, además, para que pagara por la información. Recuperar la credibilidad para los periodistas pasaría por  demostrar que son los profesionales los que eligen los temas y no los directivos, y convencer a la gente de que debe pagar por la buena información. Debe haber una especie de compromiso: yo, lector, pago para que el medio me informe bien. Para resolver el problema, en los Estados Unidos se están creando fundaciones sin ánimo de lucro a fin de que se establezcan medios de comunicación que solo se dediquen a la información.  Aunque la idea, de la que fue un ardiente defensor el candidato y senador John McCain, está teniendo menos éxito del esperado.

 

Debe haber un compromiso: Yo, lector, pago para que me informen bien.

 

Varios ponentes reiteraron que el problema de la situación actual arranca en los 90, cuando las empresas editoras consideran que el periodismo es solo un negocio, porque los ejecutivos provienen de otros campos que no son el periodístico. En los medios han entrado accionistas que solo buscan influencia política y económica. Además, la publicidad se ha concentrado en pocas compañías y por eso los medios son más vulnerables a la presión. Antes, los ingresos de los periódicos eran de la publicidad y de la venta al 50%, pero ahora la proporción es del 75% de la publicidad y solo del 25 de la venta o suscripción. Otro problema es que no se sabe todavía cómo pagar la información digital porque no hay conciencia ciudadana de que hay que pagarla. La gente cree esa información debe ser gratuita.

En definitiva, que presiones externas, presiones internas, autocensura, superabundancia de información sin control son factores que influyen en la credibilidad de los medios y de los periodistas y que afectan a su independencia.

*FOTO: Juanedc (Flickr)

Ánimo frente al desánimo

En Periodismo por

¿Son mejores los periodistas que se han titulado en una universidad que los que solo han aprendido practicando el oficio? ¿Es necesario el título para ejercer la profesión? ¿Cómo debe ser la enseñanza de esa profesión? En este eterno debate, cada vez hay más foros, reuniones, encuentros y congresos en los que se trata de encontrar respuestas a estas y otras preguntas sobre el tema. Como un adelanto, lo que sí se puede asegurar es que de los periodistas que trabajan en España el 80% poseen la titulación universitaria.

En una de esas reuniones, el Laboratorio de Periodismo que organiza la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), se ha puesto de relieve el problema de la masificación que padecen los estudios de periodismo. En los últimos 35 años, en España se han licenciado en periodismo 78.000 jóvenes, y en los últimos tiempos cada año lo hacen unos 3.000, de los que solo se emplean unos 600. Algunos de los responsables de estos estudios defendieron en la reunión la necesidad de hacer más difícil la carrera, para que tuviera un prestigio mayor y para acreditar que el estudiante va a servir realmente para la profesión. Reducir y recortar serviría para ir hacia la excelencia; haría bien a la carrera, a la profesión y a la sociedad. Un ejemplo de la masificación es el número de facultades que hay en España: más de 40 centros dedicados a la enseñanza del periodismo, que concentran a unos 19.000 alumnos.

Sin embargo, varios decanos y exdecanos defendieron en dicha reunión que los actuales planes de estudio y los actuales profesores sí forman adecuadamente, aunque también subrayaron algunos de los intervinientes que hay pocos profesionales del periodismo en las facultades.

La mayoría insistió en que los periodistas deben tener formación universitaria y en que, aunque no existe un método ideal para formar periodistas, es necesario adaptar la enseñanza a la nueva realidad social, cultural y tecnológica y en que es también necesario utilizar las nuevas tecnologías en la docencia y ofrecer másteres como complemento de la enseñanza universitaria. Los másteres constituyen un buen método de enseñanza en el periodismo porque fomentan la especialización.

Los profesores que intervinieron en el Laboratorio reconocieron el desánimo con que se enfrentan los alumnos a los estudios, ante las dudas de si la carrera servirá a la larga y de si encontrarán trabajo. Ante este panorama que presentan los alumnos, los profesores, además de docentes, tienen que asumir el papel de motivadores –para el que reconocen que no se encuentran preparados– con el fin de convencer a los alumnos que hacen bien al estudiar y licenciarse.

En cuanto a los alumnos, algunos se quejaron de la carencia de prácticas y la falta de materiales y de que algunos profesores no tengan experiencia profesional, lo que reconocieron algunos docentes, que subrayaron la conveniencia de que los profesores, si no todos, muchos, sean periodistas en activo. Los alumnos pedían, en definitiva, que los planes de estudios sean más cercanos al ejercicio de la profesión.

En este Laboratorio de la APM muchos insistieron en que la profesión periodística debe ser una profesión titulada y colegiada, y en que es necesaria una estructura profesional más rigurosa en la carrera porque la profesión es cada vez más compleja.

Tanto en el mencionado encuentro como en otros varios se pone de relieve que, pese al panorama –que muchos califican de desolador– la carrera de periodismo sigue atrayendo a miles de jóvenes. Se reconoce que cada vez hay más actividades prácticas y que aumentan los convenios de los centros de enseñanza con empresas. Aunque las empresas echan la culpa de la situación a los centros por licenciar a un número tan alto de periodistas que no pueden absorber, y las universidades critican a las empresas porque contratan mano de obra barata y no titulada.

En una de estas reuniones sobre los estudios de periodismo, un profesor reconoció la falta de implicación de los estudiantes. Puso como ejemplo la prueba que hace a sus alumnos el primer día de clase: preguntarles que periódico ha leído cada uno ese día. El resultado no puede ser más pesimista: de 40 alumnos solo cuatro habían leído un diario. Y la respuesta es más deprimente cuando indaga que noticiarios han escuchado en una emisora de radio ese día: en muchas ocasiones se encuentra con la respuesta de que ninguno.

 

El futuro de la información depende de comunicar inteligentemente lo que está ocurriendo en el mundo, un mundo cada vez más complicado.

 

Por eso, concluye que no hay que dar mucha importancia cuando los alumnos se quejan de que hacen pocas prácticas, porque entienden las prácticas solo como el manejo de una cámara de televisión, pero no entienden que también sea una actividad práctica manejar con destreza la lengua español. O conocer la realidad del mundo que les rodea, a pesar de que, como decía el famoso periodista norteamericano James Reston, “el futuro de la información depende de comunicar inteligentemente lo que está ocurriendo en el mundo, un mundo cada vez más complicado”. No debe el periodista limitarse a comunicar literalmente un hecho, “hay que explicarlo. Por ello, una buena formación humanística es un requisito sine qua non para ejercer el periodismo”.

De las palabras de James Reston se concluye  que en los planes de estudio se debían incluir más conocimientos de cultura general (literatura, historia, geografía, ciencias políticas…), además de un dominio de las técnicas del oficio, tanto en los aspectos teóricos como prácticos, según muchos de los 350 profesionales de 57 nacionalidades que asistieron en Bélgica al Tercer Congreso Mundial de Periodismo y Educación.

En esta última reunión surgieron ideas originales para la enseñanza del periodismo, como plantear a los estudiantes que creen un blog sobre un tema del que sepan mucho, para poder criticar las noticias que aparecen en los medios de comunicación sobre ese tema. Eso permite a los alumnos aprender a valorar, a interpretar y a analizar con criterio propio la información de los medios.

En definitiva, que la importancia del papel que desempeña el periodista en la sociedad para que los ciudadanos actúen con una buena información obliga a que la enseñanza del periodismo se convierta una y otra vez en objeto de estudio y de debate, y de que se anime a los jóvenes que se acercan a los centros a que sigan adelante si, pese a todos los inconvenientes, sienten que pueden desempeñar en el futuro ese papel.

 

FOTO: Flickr (Mer Chau)

Libertad de Prensa

En Periodismo por

La libertad de prensa, garantía imprescindible de un régimen democrático

La libertad de prensa es una libertad que es garantía imprescindible de un régimen democrático”. Es una de las frases rotundas del manifiesto que la Federación de Asociaciones de Periodistas Españoles (FAPE) ha lanzado con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebra todos los años el 3 de mayo. Sigue leyendo

Linotipia o internet, los mismos criterios

En Periodismo por

Es una rotunda frase de la presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Elsa González, en su reciente asamblea general, mientras expresaba su firme voluntad de actualizar el código deontológico tras la entrada en el mundo digital: “El periodismo de la linotipia y el de internet son iguales en lo moral, y están asentados en los mismos criterios: rigor y ética”. Sigue leyendo

La dificultad de informar sobre el Estado Islámico

En Periodismo por

Los analistas del fenómeno de la comunicación coinciden en que los medios no supieron afrontar desde el primer momento el problema de informar sobre la aparición del terrorismo del autodenominado Estado Islámico (EI). El Daesh (acrónimo en árabe de esta organización) se aprovechó, y sigue aprovechándose, de la ausencia de periodistas occidentales en las zonas que ocupa para ofrecer al mundo su visión partidista.

A este problema se añade el de la falta de calidad informativa, en general, de los medios de comunicación. Ambos fenómenos pueden justificar los logros de las campañas de propaganda de la organización. Los medios se han concentrado en el espectáculo que ofrecen las actividades del EI y han olvidado los principios del auténtico periodismo: explicar los antecedentes, contrastar las fuentes, verificar los hechos ,contextualizar las informaciones, rehuir el morbo. En resumen: imponer la información de interés público sobre el espectáculo.

 

Los medios se han concentrado en el espectáculo que ofrece el Estado Islámico y han olvidado hacer auténtico periodismo.

 

Una de las causas de esta falta de información es la ausencia de corresponsales cualificados, debido al alto costo económico y, sobre todo, al peligro de muerte o secuestro, lo que ha provocado la desaparición de la información en directo, que recae en la mayoría de las ocasiones en periodistas freelance  que se juegan la vida en pésimas condiciones.

En la mayoría de las ocasiones, los medios no han explicado el origen del fenómeno del Daesh, este grupo terrorista de naturaleza fundamentalista, yihadista y wahabita (y ahora trataré de explicar someramente estos términos), que se ha autoproclamado califato, pidiendo lealtad a todos los musulmanes y calificado por algunos como un protoestado que controla un amplio territorio de Iraq y Siria.

¿Qué es el Estado Islámico-DAESH?

En un principio fue conocido como Organización para el Monoteísmo y la Yihad, una organización terrorista próxima a Al Qaeda que pretendía hacer frente a la invasión de Iraq. Posteriormente se expandió y se autoproclamó como Estado Islámico de Iraq, renovándose durante la guerra civil en Siria y pasando a ser conocido como Estado Islámico de Iraq y el Levante, para a continuación romper su vinculación con Al Qaeda, autodeclarar su soberanía, no solamente sobre Iraq, sino también sobre Siria, y autoproclamarse califato. Como califato, reclama su autoridad religiosa sobre todos los musulmanes del mundo y persigue unir todas las regiones habitadas por musulmanes, comenzando por Siria, Jordania, Palestina, Líbano, el sur de Turquía, la península de Egipto, el este de Libia, Pakistán…

La organización se caracteriza por una interpretación fundamentalista del Islam y por una violencia brutal contra los no musulmanes y contra los, según ella, falsos musulmanes. En los territorios que domina impone la interpretación extremista de la sharia, un código detallado de conducta, con normas sobre el culto, la moral, las cosas permitidas y las cosas prohibidas y las reglas para separar el bien del mal.

En su imposición de la sharia, los miembros del EI realizan ejecuciones públicas, destruyen templos y mezquitas y practican decapitaciones masivas de cristianos que se niegan a convertirse al Islam.

El autoproclamado Estado Islámico es la organización terrorista más rica de la historia gracias al petróleo, al tráfico de órganos, a la industria del secuestro y al robo y tráfico de antigüedades.

Decía antes que su naturaleza fundamentalista es yihadista wahabita. El yihadismo es el término que se utiliza en Occidente para denominar a las ramas más radicales y violentas del Islam político, las que recurren al terrorismo en nombre de la yihad menor, de la guerra santa en nombre de Alá. (La yihad mayor es el esfuerzo que el creyente debe realizar para ser mejor musulmán).

El yihadismo es, en cuanto a doctrina política, un ideario teocrático totalitario, antiliberal y antidemocrático. Está considerado como la amenaza más grave a la que se enfrenta Occidente.

En cuanto al wahabismo, se trata de una corriente religiosa musulmana de una de las ramas del sunismo, la rama inspiradora de la ideología del autodenominado Estado Islámico y que ha provocado, según los expertos, la desunión en las comunidades musulmanas al calificar a quienes no están de acuerdo con su interpretación religiosa como apóstatas. Los wahabistas destacan por su rigor en la aplicación de la sharia y por su deseo de expansión mundial.

Habitualmente, los medios de comunicación se refieren a esta organización terrorista como el autoproclamado Estado Islámico, pero otros muchos políticos y periodistas utilizan el término Daesh, término que odian sus miembros. Daesh es una traslación literal del acrónimo árabe de “Estado Islámico de Iraq y Siria”, pero, dependiendo de cómo se conjugue, también puede significar “intolerante”, “sembrador de discordia”, etc., lo que irrita a los militantes por su tono negativo. Y por eso amenazan con cortar la lengua a quien utiliza esta palabra. A Occidente han llegado noticias de que en febrero un verdugo castigó con 60 latigazos en la espalda a un adolescente por haber pronunciado dicha palabra.

Pero muchos políticos occidentales fomentan su uso, como el primer ministro australiano, Tony Abbot, que aconseja que solo se utilice dicho término. “Lo que no les gusta a ellos me atrae a mí”, ha dicho, y el Gobierno francés ha pedido a los medios de comunicación que utilicen exclusivamente Daesh como arma lingüística.

¿Solo importa lo que vende?

En Periodismo por

Analistas y expertos del mundo de la comunicación denuncian cada vez más que el periodismo se adultera cuando se mezcla con el espectáculo. Un ejemplo de ello es que en los noticiarios de televisión predominan los sucesos y los deportes, en detrimento de la información general.

Y así, cuando surgen noticias importantes, como un atentado, lo que predomina es el aspecto espectacular, y no la explicación de las causas, por ejemplo, y no se sitúa al telespectador en el contexto político del hecho. Generalmente, la información se limita a entrevistas con personas que expresan su lógica emoción ante el trágico suceso y a ofrecer al espectador duras imágenes de la tragedia. La información se limita a ser una extensión del espectáculo. Sigue leyendo

Exceso de baba

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“Exceso de baba” es la gráfica expresión que utilizó una cronista política para describir el trato que algunos medios de comunicación y muchos periodistas dan a los políticos. Lo hizo durante uno de los Laboratorios de Periodismo organizados en los últimos tiempos por la Asociación de la Prensa de Madrid, en este caso sobre el periodismo político. Esta adulación es una de las causas que impide recuperar la credibilidad que tuvo el periodismo en la sociedad. Y esa recuperación, como se puso de relieve en dicha reunión, solo puede lograrse con ética, honestidad, alejamiento de las fuentes y cura de humildad. Quizás con esta receta se consiga no sucumbir a las imposiciones del poder político. Sigue leyendo

Matar al mensajero

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Cuando el rey Boabdil recibió los pliegos con la noticia de la caída de Alhama, presintió que la pérdida significaba el fin de su reinado en Granada, y, para que el presentimiento no se convirtiera en realidad, “tiró las cartas al fuego y mató al mensajero”.

Este es uno de los orígenes históricos de la frase con que se representa el hecho de acabar con quien porta un mensaje que no agrada. Y este parece ser el caso de los 67 periodistas que en 2015 perdieron la vida y de los 54 que fueron secuestrados por intentar contar lo que ocurre en zonas de peligro o por practicar el periodismo de investigación donde era peligroso hacerlo.

Las personas somos curiosas por naturaleza; queremos saber qué está pasando en el mundo y, como no podemos verlo personalmente, queremos que nos lo cuente alguien de quien nos podamos fiar. Y ese alguien que nos cuenta lo que pasa y nos lo hace comprensible es el periodista. Sigue leyendo

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