Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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Santiago Huvelle

Santiago Huvelle es doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Sus interesen abarcan la fenomenología y el pensamiento de S. A. Kierkegaard. Padre de familia. Fumador de pipa.

Santiago Huvelle tiene 20 artículos publicados

Johnny Cash: poeta de los oprimidos

En Democultura/Música por

Entre las fuerzas de la naturaleza, mi preferida es Johnny Cash. No me cabe duda de que el magnetismo que ejerce sobre nosotros resulta, en buena parte, de su credibilidad. Una credibilidad que brota de la honestidad del mensaje que comunica, de su música simple, directa y diáfana, sostenida por una voz que parece provenir del centro de la tierra.

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La crítica de la religión de Marx

En Religión por

El título de este artículo es ambiguo. ¿Me refiero a la crítica de la religión que elaboró el propio Marx, o a la crítica que hace del marxismo una encubierta aspiración religiosa?

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Shtisel: una serie para profanos llenos de nostalgia

En Series por

Dos judíos haredíes viajan en tren llevando, con extremo cuidado, un rollo de la Torah. Una mujer se acerca y se inicia una conversación. Le pregunta al mayor de ellos, el rabino Shulem Shtisel,si puede besar la Torah. Esta mujer, judía y laica, ha comenzado el camino del retorno, baal teshuvá.

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Haz click aquí para acabar con el aburrimiento

En Antropología filosófica/Pensamiento por

Hace unos días un amigo comentaba que la conversación más habitual entre las mesas del restaurante donde trabaja, gira en torno a un tema de actualidad. Todo el mundo entiende lo que es la actualidad, y mucho más, lo que es estar actualizado. Actualizamos entradas en blogs, estados en Facebook, fotos en Instagram. Y estamos actualizando cuando retwitteamos o cuando nos damos por enterados del último trending topic. Pero también cuando llevamos toda esta información recogida en los medios de comunicación a nuestra comida de amigos o familia.

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Amor y liberación en el cine de Hayao Miyazaki

En Cine/Democultura por

De los ocho millones de dioses que acuden a la casa de baños de la bruja Yubaba, no es probable que entre ellos encontremos a Eros. Pero la razón de esta ausencia es su falta de tiempo: el dios griego no se toma descanso en la filmografía de Miyazaki. El amor humano es uno de sus grandes temas, y el genio japonés, de una u otra manera, acaba por invocarlo en todas sus películas. Es verdad que aparece en compañía de otros  amores, como el amor filial y sobre todo la amistad. Pero siempre hay un lugar reservado para Eros. ¿Cómo no iba a tener este amor un lugar privilegiado en el imaginario de un artista que sustenta su universo en el poder transformador de la mirada? Sigue leyendo

Jordan Peterson o San Jorge y el dragón

En Asuntos sociales/Mujer y género por
Jordan Peterson sobre la libertad de expresión

Entre sus referencias continuas están Dostoievksy, Jung, Nietzsche y Piaget. Profesor en la Universidad de Toronto, este psicólogo de 55 años ha conseguido romper los muros del aula y proyectar sus clases en Youtube: nada menos que un cóctel explosivo de psicología de la religión, existencialismo y psicología de la personalidad. Clases magistrales –algunas de varias horas de duración – que han recibido una extraña  y muy positiva acogida, si tenemos en cuenta que se trata de un espacio y público acostumbrado a contenido fácil de digerir, entretenido y en muchos casos banal. Pero las clases del profesor Jordan Peterson son desafiantes, y sobre todo, rompedoras de clichés académicos: ciencia experimental, literatura, filosofía, Jung, Rogers…

El profesor Peterson camina en constante equilibrio sin dar pasos en falso y consiguiendo unos resultados mucho más coherentes y ordenados de lo que uno podría esperar en alguien que salta de una disciplina a otra. Sigue leyendo

Better Call Saul o la caída en slow motion

En Series por

Una historia que narra las aventuras de un tipo insignificante en una ciudad ficticia casi tan insignificante como él. Ningún crimen digno de arrastrar la furia de las Erinias, ningún amor trágico que despierte la compasión de los dioses, ninguna injusticia que clame al cielo. Y sin embargo, Better call Saul sigue abriéndose camino entre tanta oferta de neón y escaparate, con su ritmo lento, sus diálogos inteligentes, su apuesta por el detalle y los matices.

Hay un aura innegable del universo de Breaking Bad, aunque el envoltorio que recubre ambas propuestas es tan distinto, que muchos pueden descartar la historia de Jimmy McGill y recordar con nostalgia a ese Fausto de la química llamado Walter White. O simplemente reducir Better Call Saul a un spin-off para frikis cautivos de las semejanzas o relaciones que pueden trazarse entre la original y la derivada. Sin embargo, los creadores no han querido rizar el rizo más de la cuenta, al estilo del nefasto Joey desgajado de Friends. Me atrevería a decir que se trata más bien de lo contrario: con Breaking Bad se ganaron el derecho a jugar según sus reglas, a explotar su estilo guste a quien le guste. Y en vez de correr una carrera de cien metros (y haber ganado las olimpiadas) han querido correr la maratón. Sigue leyendo

Maximiliano Tomas: “El libro ha perdido su lugar de influencia y preeminencia”

En Entrevistas/Literatura/Periodismo por

Quedamos en un café, a media cuadra del edificio de la agencia de noticias Télam donde Maximiliano es hoy Prosecretario General de Redacción. Llega hablando por teléfono con alguien de su equipo (“la nota tiene que salir hoy”) pero en cuanto me ve, se despide y me saluda. Cordial. Sencillo.

Nos sentamos y pedimos un café. Tardamos un rato en empezar la entrevista, el entrevistado tenía curiosidad por conocer las razones por las que el entrevistador quería escribir sobre su trabajo. Le conté que cuando vivía en España la nostalgia me llevaba a leer todas las semanas prensa argentina, entre ellas, La Nación-Online. Ahí me sorprendió una columna de crítica literaria, de buena crítica literaria. Y me dije, “si algún día vuelvo a la Argentina, tengo que entrevistar a este crítico”. Y volví. Y ahí estábamos.

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Lo que la risa del niño “dice”

En Educación/Pensamiento por

Diógenes Laercio cuenta que Heráclito fue sorprendido un día por los efesios mientras jugaba con unos niños en el templo de Diana. Me pregunto si no iría allí el sabio a buscar el Logos en la risa de los niños. Una risa que es la prueba más irrefutable del milagro del ser. Sigue leyendo

500 años de la Reforma Protestante: la disputa teológica que cambió el mundo

En Pensamiento/Religión por

Martín Lutero clavando en la puerta de una iglesia en Wittenberg las 95 tesis que cambiarían la historia de Occidente. Aunque esta imagen la tenemos todos muy presente, no está claro que haya ocurrido realmente. El simbólico gesto que daría inicio a la Reforma Protestante puede no ser más que una expresiva ficción.

De lo que no hay duda alguna, es que en el 2017 se cumplirán 500 años desde que Lutero escribiera las famosas tesis (aunque él no las llamaría así) y las enviase al arzobispo de su diócesis, iniciando una polémica teológica cuyo desenlace sería imprevisto para todos.

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Buscando a Kierkegaard

En Diario compartido/Filosofía por

¿Quién fue Søren Kierkegaard?

Al igual que ocurre con Sócrates, esta es una pregunta difícil sino imposible de responder. Es tal la riqueza de su legado que filósofos tan distantes entre sí como Jacques Derrida o Cornelio Fabro han visto en Kierkegaard un interlocutor imprescindible. Hermano Kierkegaard, le llamaba Unamuno a principios del siglo pasado mientras que las dos figuras decisivas de la filosofía del siglo XX, Heidegger y Wittgenstein, reconocen su influencia, como también los dos grandes de la teología cristiana, protestante y católica, Barth y Balthasar. Kierkegaard está más que presente en Ordet, tal vez la mejor película del genial Dreyer, así como en el cine de Bergman y, por acercarnos a nuestros días, nos lo encontramos también en las películas de Terrence Malick, los guiones de Charlie Kaufman o las series de David Milch. Sigue leyendo

La versión hardcore de Don Draper se llama Ray Donovan

En Series por

No sé si un fan de Mad Men se encontrará a gusto con la familia Donovan. Los Donovan de Boston no tienen nada de la elegancia y seducción de los despachos de Steerling Cooper. Lo suyo es la picaresca de los bajos fondos, el trapicheo, el boxeo, la droga y la fidelidad salvaje de la manada.

La serie que tiene a Don Draper como protagonista es, como la llama un buen amigo “un culebrón de lujo”, mientras que la segunda es un policial al revés, un drama criminal pasado por el tamiz del realismo sucio. Ray Donovan es el tercero de una familia de origen irlandés (cómo no, son de Boston) que se dedica a resolver los enredos de la clase alta, ¡qué digo!, de ese colectivo semidivino que integran los ricos y famosos. Un Sr. Lobo de la farándula de Los Ángeles. Sigue leyendo

De Argentina a España y vuelta

En Cultura política/Mundo/Pensamiento por

Hoy, 9 de julio de 2016, se celebra en Argentina el bicentenario de la declaración de la Independencia. Esta declaración supuso un hito en el proceso de consolidación del Estado argentino, que comenzó ya en la revolución de Mayo de 1810 y se extiende hasta la promulgación de la Constitución en 1853. Revolución, Independencia y Constitución en un período largo de tiempo, que anuncia ya la complejidad característica del tejido de voluntades que intervinieron en este proceso de ruptura con España. Sigue leyendo

Dime qué deseas y te diré quién eres

En Filosofía/Pensamiento por

En uno de sus Discursos cristianos, el filósofo –para muchos, padre del existencialismo– Søren Kierkegaard examina con sutileza y con la precisión de un cirujano el deseo humano. “La pureza de corazón es desear una sola cosa”. El filósofo describe allí cómo las diversas formas del deseo esconden las más de las veces una contradicción interior, sintomáticas de aquella desesperación más común a los mortales: aquella en la que el desesperado no sabe que lo está. Enredados en múltiples deseos vagamos sin rumbo por la vida, sin conocer la causa de nuestro dolor. Sigue leyendo

¿Firefly o Battlestar? Aventura y epopeya más allá del firmamento

En Democultura/Series por

Firefly y Battlestar Galáctica son dos series de TV, ¿o son dos naves espaciales? Firefly (Serenity) es una nave de carga, usada principalmente para el noble arte del contrabando. Galáctica es un crucero militar, una estrella de combate, el último bastión de una civilización acorralada y a punto de extinguirse. Ambas huyen. Ambas surcan el espacio infinito. Ambas explotan lo mejor de su género: la aventura y la epopeya. Sigue leyendo

Daredevil: los demonios de Matt Murdock

En Democultura/Series por

Si en la primera temporada del Daredevil de Netflix asistimos al nacimiento de un héroe, la segunda resulta en una intensificación de los conflictos ya sugeridos en el comienzo: hay algo que no le permite a Matt Murdock sumergirse ebrio de entusiasmo en la bacanal de los héroes del barrio neoyorquino de Hell´s Kitchen. [Este artículo contiene spoilers] En el fondo de la historia, detrás de la trama, presenciamos la colisión de dos mundos espirituales irreconciliables. Una colisión que ya se presentía en el piloto de la Serie, en aquella sugerente escena del Confesionario:

–Matt: No busco perdón por lo que hice, padre, pido perdón por lo que estoy por hacer

–Padre Lantom: No funciona así Sigue leyendo

El Espejo de América

En Democultura/Series por

En su obra ya clásica, El Universo del Western, Astre y Hoarau dedican una decena de páginas a hablar del ocaso del Western. Desde los años 40´comienza a imponerse el afán revisionista. Los indios no son los malos de la película. Custer no fue un campeón sino un sádico. Comienza a ser difícil distinguir entre buenos y malos. En los años setenta EEUU se muestra ya cansada de su mito nacional. Los western crepusculares vienen a desmitificar el gran relato, América se ríe, sin ganas, de sí misma. Como en toda etapa de decadencia, los frutos que se entregan al gran público son un recuerdo vago de las glorias pasadas. El género agoniza. Así acaba el ensayo de estos autores franceses. Corre el año 1975. Sigue leyendo

El debate sobre el aborto

En Asuntos sociales/Bioética por

Cuando leo sobre el escándalo de Planned Parenthood –la venta de tejidos y partes de fetos abortados– y las reacciones que esto ha tenido –politizar la noticia, como hace el New York Times u ocupar las portadas de muchos portales cristianos y católicos– me pregunto hasta cuando el debate sobre el aborto seguirá siendo un tema pendiente.

No hay mucho debate, a lo sumo, peleas entre “nazis” y “retrógrados-fanáticos”, como se llaman mutuamente, o monólogos incomprensibles para unos y otros. Una excepción es el que mantuvieron en la Universidad de Yale los filósofos Peter Kreeft y David Boonin en 2008, y en 2010; esto representa de lo mejor que uno se puede encontrar googleando, y sin embargo, sigue sabiendo a poco. Sigue leyendo

The Shield: una garantía para paladares exquisitos

En Democultura/Series por

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El género policial es tal vez el género más recurrido en el mundo de la ficción televisiva. Digámoslo sin miedo: las series policiales son una plaga, se reproducen como conejos clonados, repiten esquemas y la mayor de las veces no proponen nada.

Series facilonas, maniqueas y de superficie. Pero también se da el otro extremo, y algunas maravillas como True Detective o The Wire consiguen elevar el género a su mejor versión. Quisiera hablar hoy de una auténtica joya, que acaso ha pasado algo desapercibida para el gran público. The Shield, de Shawn Ryan.

He aquí algunas razones de por qué hay que incluir esta serie entre las mejores de aquello que algunos llaman la 3ª Edad de Oro de la televisión.

Romper el molde, expandir los límites

Dentro del género policial, se suele caer en un abuso: cada capítulo repite un esquema o molde, que consiste en una partida de cuatro cartas: crimen, sospechosos, genio policial y resolución del caso cuyo broche de oro lo da la confesión.

La policía de Farmington sabe bailar al compás de esta melodía, claro que sí. Pero se sale de la pista en el piloto y ya no danza según las reglas en las siete temporadas que dura la canción. Juega con todos los elementos del género, quiere abarcarlo todo: el patrullero de a pie que se enfrenta con los borrachos cotidianos, los robos ínfimos, las quejas de los vecinos. El detective, que resuelve los casos difíciles, auténtico player del género, aquél que combina la observación deductiva y la intuición-olfato-corazonada… Y el plato fuerte de la serie: Vic Mackey y su strike-team, que nos abren la puerta al mundo del crimen organizado, la pandilla y la violencia callejera, pero sobre todo a la racionalidad efectiva del delito, aquella que le da sentido al ser policial, su contrario dialéctico.

Crímenes pasionales, crímenes irracionales (el asesino en serie), pequeños pecados de lo legal, vale. Pero lo que de verdad le da consistencia al ser policial, es el delito pensado y organizado, en su estrato más bajo –la pandilla –o superior –la política –, es decir, el delito sistemático, aquél capaz de producir riqueza y ejercitar el poder al margen de la ley y contra la convivencia.

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El pulso

En The Shield la adrenalina no alcanza su más alta dosis en el tiroteo o en la persecución trepidante, sino en la dinámica inquisidora. Ésta atraviesa toda la serie, desde el final del primer capítulo, con Vic Mackey de un lado, y Aceveda, Claudette o Kavanaugh en la silla de enfrente. Pero también se da fuera de la trama general, repitiendo la fórmula básica de cuatro cartas por capítulo, con una nota diferencial: el peso está concentrado en la confesión.

Toda confesión arrancada constituye una epifanía y supone una concesión al espectador al darle ocasión de ver lo que no se ve, lo impenetrable de la conciencia culpable. A veces se trata de confesiones mínimas, excusas de relleno, pero otras veces somos testigos de la insoportable tensión de una cuerda que no acaba de romperse sino tras un titánico esfuerzo del genio policial, que combina el conocimiento de la psique humana con técnicas sofisticadas de manipulación.

Hay momentos, a lo largo de la serie, que alcanzan la cumbre del género, su apogeo, a la altura del genio literario que puso las bases del interrogatorio policial y la confesión, me refiero a Dostoievski y la paradigmática e insuperable cuerda tensada entre Raskolnikov y Porfiri en Crimen y Castigo.

Así, Dutch y Claudette se enfrentarán a contrarios que los superan en varios niveles, que se salen de los parámetros psicológicos tipo; el espectador será testigo del esfuerzo sobrehumano del detective en una carrera que terminará en el colapso, a veces incluso de ambos, interrogador e interrogado. El acierto de The Shield es, a este respecto, la paciencia sutil: para conseguir el mayor efecto de la fórmula, la restringen a casos contados, poco más que un par de ellos en las siete temporadas. El día a día de la sala de interrogatorios no se sale de los parámetros de la normalidad, de la confesión arrancada sin mucha dificultad.

De ahí que los contados casos de criminales fríos, calculadores e intelectualmente superiores, consigan un efecto tan explosivo. Dan pie a la pregunta por la irracionalidad del mal y su sentido, su inquietante poder; todo ello custodiado por la lógica perfecta de una mente puesta a su servicio.

vic mackeyOtro pulso distinto es el que mantiene Vic Mackey con sus oponentes: se trata de ver quien es capaz del mayor exceso. Cada vez que un matón, capo o jefe criminal le hace frente, Vic Mackey reacciona con una fuerza de empuje igual o superior. El choque es colosal, y el resultado es la supervivencia de la manada. Astucia y violencia al servicio de la demostración de poder. Entramos en el imperio de la bestia astuta.

La contraposición entre el modus operandi de Mackey desbocado en lo legal y los detectives civilizados puede tentarnos con un maniqueísmo fácil. Nada de eso. La manipulación psicológica de Dutch, resulta a veces tan cosificadora y denigrante como las tácticas de Vic para conseguir la supervivencia. Puede parecer que Dutch es el peso moral en la balanza, y esto porque se mantiene en los márgenes de la legalidad. Pero esto es falso.

Precisamente, The Shield propone lo contrario: se trata de cuestionar seriamente la identidad entre lo moral y lo legal. A veces se actúa fuera de lo legal con propósitos morales (moral de tribu, de manada en el caso de Mackey), a veces se utiliza la legalidad para encubrir acciones inmorales (el afán de dominio, de autosatisfacción y auto-justificación dentro de la sala de interrogatorios en el caso de Dutch). The Shield prefiere la ambigüedad, la comunicación indirecta, y deja que sea el espectador quien saque sus conclusiones en cada caso.

La justicia retributiva

Otro de los grandes temas. ¿Por qué  un policía corrupto, violento y sin escrúpulos puede seducir tanto al espectador? Sabemos por qué sus compañeros lo protegen, y la cuadrilla de Farmington lo reclama como un padre… Parte de la estrategia de Mackey es aupar a los suyos, generar en ellos un sentimiento filial. Pero esta estrategia es sincera: Vic es un egoísta, pero su egoísmo es de grupo, lo que lo lleva a desarrollar un celo propio de una madre con sus crías, que le responden con fidelidad ciega.

Esto no quita que, cuando una cría se convierte en una amenaza interna, la madre se ocupe personalmente de apartarla. Pero la razón de esta simpatía no hay que buscarla en las “virtudes” de Mackey. Esa simpatía está dada a mi modo de ver, por dos motivos principales: el precio que estamos dispuestos a pagar por el sentimiento de seguridad y el goce homicida amparado en la justicia retributiva.

Ante las poderosas amenazas de la violencia criminal, nada como tener un Vic Mackey a mano. Ya sea para sacarle información valiosa a un pedófilo hermético como para pararle los pies a un asesino a sueldo psicópata o cerrarle el garito a un extorsionista profesional.

El segundo motivo de esta extraña empatía puede estar en el goce que nos provoca el castigo del injusto. Para esto remito a René Girard y su teoría de la mímesis y la violencia. Sólo señalar que The Shield enseña los límites de la justicia retributiva, el peligro de utilizarla como criterio último, su, en último término, sin-sentido cuando sirve de base absoluta para justificar nuestro comportamiento y en definitiva, nuestra vida.

La justicia retributiva (en su lado negativo implica castigar con toda la dureza al que se “lo merece”) es el principio que el strike-team esgrime para justificarse, el lema que acompaña todos sus excesos y también es el principio inconsciente de la mayor parte de la policía de Farmington, y por qué no, también del espectador: la lógica de los merecimientos.

La insuficiencia de esta lógica –algo magistralmente revelado en la otra serie policial de altura, The Wire –queda señalada en la permanencia inmutable del crimen sistemático, donde no se dan cambios más que accidentales, y el vacío de poder es ocupado automáticamente por un nuevo jugador. Por ello, y porque, en definitiva, la violencia reactiva es un mecanismo que no detiene sino más bien moviliza aún más la cadena infinita de violencia.

Muchos más aciertos podríamos señalar de esta magnífica serie, muchas sub-tramas enriquecedoras –el policía homosexual cristiano, la carrera política, las miserias y fortalezas de grandes personajes secundarios –pero lo dejamos aquí.

Que sirvan estas líneas como excusa para animarse a disfrutar de una experiencia estética y narrativa que no defraudará.

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