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Diego F. Ramos

Economista ecuatoriano, con interés en Doctrina Social Católica, Distributismo, Nueva Arquitectura Financiera, Comercio Internacional, Desarrollo Económico, Inclusión Financiera, Teoría Monetaria Moderna. Colaborador habitual del Observatorio de la dolarización. No se sorprendan si empiezo a hablar de fútbol, política o historia, en fin, cualquier cosa que pueda convertir la conversación en interminable.

Diego F. Ramos tiene 4 artículos publicados

Defender la propiedad privada y no destruirla en el intento

En Economía por

Pareciere que, al hablar de propiedad privada, tuviésemos un falso dilema entre dos extremos. En el uno, el liberalismo económico (Vallet de Goytisolo, 1974, p. 54), que defiende de forma absoluta la propiedad privada, como si esta fuese intrínsecamente buena; en el otro, otra forma de liberalismo, que tiende a suponer que “la propiedad es un robo” que atenta contra la libertad de los hombres.

El darle a la propiedad privada un valor intrínsecamente bueno es atentar contra ella, y los defensores del liberalismo económico son confundidos erróneamente con defensores de la propiedad privada. De hecho, Chesterton, en su libro Esbozo de la cordura dedica una palabras inusualmente duras a quienes vivimos en lo que él reconoce como capitalismo: Sigue leyendo

Subsidiariedad y sociedades intermedias: reflexiones sobre economía

En Economía/Pensamiento por

Empecemos por una definición. El principio de subsidiariedad se reconoce en la siguiente formulación:

como no se puede quitar a los individuos y dar a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyendo un grave perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos.” (Quadragesimo Anno, 1931, §79)

Esto significa, particularmente en el orden económico, que conviene que las comunidades más cercanas a un problema tengan la libertad de asumirlo y resolverlo.

Es importante mencionar que el principio no realiza un juicio valorativo acerca de las decisiones que pueden realizar las organizaciones más pequeñas, ni tampoco acerca del estilo de gobierno (por ejemplo, no implica una posición favorable respecto al federalismo), sino que reconoce la supremacía de la persona por sobre el Estado, el derecho a la propiedad como medio para la prosperidad, y que las personas somos seres sociales por naturaleza. Sigue leyendo

Estado y mercado: ¿antagonistas?

En Economía/Pensamiento por

Todavía sobrevive en el imaginario colectivo la noción de antagonismo entre el Estado y el mercado. Mientras una facción sostiene airadamente que las fuerzas del mercado deben ser liberadas de las ataduras que el Estado le impone y que, por tanto, este último debe reducirse a su mínima expresión; la otra reacciona con no menos violencia observando que la riqueza tiene una función social, pero otorgándole al Estado la exclusividad en la interpretación de las aspiraciones sociales. El Estado y el mercado son entonces dos archienemigos que se enfrentan constantemente en esos campos de batalla que constituyen los parlamentos, los despachos gubernamentales y los medios de comunicación.

La realidad, como de costumbre, se nos presenta más compleja e infinitamente más interesante. Sigue leyendo

El regreso de la economía a la senda de las ciencias morales

En Economía/Pensamiento por

El economista David Anisi aprovechó la que sería una de sus últimas intervenciones públicas para denunciar la extendida -y errónea- tendencia de sus compañeros a creer que la Economía es ya una ciencia. Una posición tan apabullante que incluso se atreven ya a denominar a sus escuelas como facultades de Ciencias Económicas.

Como recoge Alvey (PDF, páginas 53-54), esta es una tendencia mayoritaria en la economía que ve la sociedad como si estuviera regida por leyes naturales(asimilables a las que rigen la química o la física), y que aspira a un desarrollo académico en ausencia de consideraciones éticas o juicios de valor. Sigue leyendo

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