Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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Camilo Porta

Graduado en Derecho y Periodismo. Amante indómito. La literatura, la escritura, el cine y la música guían mis pasos. Colaboro en Radio Internacional y también he publicado una novela titulada Tormenta de verano. Actualmente busco la gran belleza en el fondo de los vasos y ceniceros.

Camilo Porta tiene 18 artículos publicados

Sanchismo kitsch: breve historia de la cursilería política

En España por

Resulta conocido por todos que los cursis han formado parte del imaginario colectivo de los españoles desde hace generaciones. Algunos estudiosos del tema como Noël Valis, profesora de literatura española en Yale, en su libro La cultura de la cursilería, mal gusto, clase y kitsch en la España moderna define el surgimiento del “señorito” español de mediados del S. XIX como el momento fundacional de la cursilería en nuestro país.

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[ENCUENTROS]: Hubo una vez que pasé un rato con David Gistau

En Entrevistas/Periodismo por

Había quedado con él cerca del mediodía. A la salida de la cadena COPE. Es una zona de Madrid que me encanta. Mi madre tenía su despacho allí y de pequeño solía acompañar a mi padre a recogerla. La esperábamos en un bar que se situaba en la acera izquierda, justo antes de llegar a la calle Alcalá. Mi madre y sus compañeras de trabajo lo habían bautizado como los Monster, por la evidente apariencia estrafalaria de los camareros.

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El humo entre tú y yo

En Democultura por

Creo que en las facultades de Periodismo se sigue estudiando todavía el efecto denominado como espiral del silencio. Introducida por la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann, se trata de una teoría que muestra la opinión pública como una forma evidente de control social en la que los individuos con opiniones diferentes se sienten demasiado intimidados por las opiniones de la mayoría, que son las que asientan lo que se considera como socialmente aceptable. 

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Camarero, otra copa por un año más con vida

En La angustia de vivir por

Acabo de cumplir años, ahora mismo, otro año más. El paso del tiempo es desconcertante -o al menos eso he leído-: una vez estás aquí y otra vete tú a saber. En fin. Este tipo de cosas me descolocan completamente. No me siento cambiado. Y eso es porque realmente soy el mismo, lo sé. Pero todo cambiará, evidentemente. Por lo menos muchas cosas lo harán.

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El indie rock tuvo una época dorada (y ya pasó)

En Música por

El nacimiento de un determinado movimiento artístico siempre ha sido el resultado de un cúmulo de circunstancias especiales. Situaciones propicias en las que el talento de algunos se une al hambre de otros. En definitiva, puestos a simplificar, podría ser como ese momento en el que el aire de la habitación está demasiado cargado y se abren todas las ventanas de la casa. La reticencia a lo demodé es otra cuestión a tener en cuenta como la punta de lanza de unos cuantos jóvenes melenudos en busca de algo diferente.

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De bodas: entre OT y Grease

En La angustia de vivir por

Haber sido concebido en una familia grande tiene todo tipo de peajes. Aunque, sin duda, el más feliz de todos ellos es la época de bodas. Les juro que cuando llega marzo miro mi agenda y parece que, por curiosidades inexplicables del destino, a mi mesa ha ido a parar el calendario del Duque de Kent en lugar del de un desgraciado madrileño cuya única culpa es la de tener muchos primos.

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La vida es para el verano (II)

En La angustia de vivir por

Decía Luis Racionero en El ansia de vagar que él podría agrupar los viajes por medios de locomoción: coche, tren, barco, avión, balsa, a caballo, a pie. Entre todos ellos, el autor no duda en concluir que el viaje más cómodo es el que puede hacerse sin cambiar de cama: “y eso solo pasa en el barco, de línea, crucero o yate, y en algunos trenes como el Transiberiano o el Orient Express, con crimen y todo”.

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El día en que mi abuelo conoció a Sophia Loren

En Cine/La angustia de vivir por

Era festivo. En Madrid caía la tarde con el brillo especial que regalan esos días en los que el invierno no acaba de morir y la primavera no acaba de nacer. Por lo capital todo iba un poco como siempre: la mitad de la gente indignada por algo, la otra mitad tomando copas en las terrazas y el Madrid accediendo a finales de Europa. Yo paseaba con mis brazos ocupados. A un lado tenía enroscada a mi rubia favorita. Al otro, sostenía mi ejemplar recién comprado de Insert Coin, el último libro de José Luis Garci. Como ven, una escena muy a lo Holden Caulfield, aunque aquí nadie pensaba en los patos del Retiro (que yo supiese).

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Los valientes ya se han ido

En La angustia de vivir por
Una de las más relevantes líneas argumentales de la aclamada Los Soprano es la que describe las pequeñas manías del protagonista. Sin embargo, sobre todas ellas destaca una que termina convirtiéndose en una verdadera obsesión: ¿qué le ha pasado a John Wayne? Esta sencilla cuestión sirve de ventana para asomarse a todo el planteamiento del personaje.

Tony (fumador empedernido, medio acohólico, padre de familia, infiel reincidente y, sobre todo, capo mafioso con una sensibilidad extrema) no sabe qué ha sido del paradigma de hombre americano: fuerte, valiente, honesto. Sobre la nacionalidad no voy a hablar, ya que es un tema que, al personaje, familiar de inmigrantes, no le importa demasiado. Sin embargo, sí parece interesante su asombro ante la falta generalizada de hombres valientes. Sigue leyendo

En defensa de los cines de barrio

En Asuntos sociales/La angustia de vivir por

Recuerdo con claridad una de las primeras citas que tuve con la persona que hoy ilumina mis días. Quedamos en la parada de metro de Quevedo. Por esa extraña razón que motiva a intentar mostrar lo mejor de nosotros mismos cuando conocemos a ese alguien especial, llegué antes de la hora acordada. Normalmente soy una persona que no es que sea impuntual, sino que siento una total indiferencia por las horas a las que queda el personal. He de reconocer que me parece una falta de decoro y buena educación pero, qué le vamos a hacer. Entonces pude ver sus ojos azules.

Paseando, como levitando por una de esas calles de Manhattan que siempre enseña Woody Allen mientras suena alguna trompeta de Sidney bechet, fuimos acercándonos al cine. Tenía muchas ganas, así que compramos entradas para ver El árbol de la vida, de Terrence Malick. Llevar a chicas de las que nos estamos enamorando a ver películas que no entendemos puede que en provincias quede como algo pretencioso. Sin embargo, en Madrid este tipo de cosas le dan a uno un cierto aire de romántico. Sigue leyendo

Cuñados

En La angustia de vivir por

Por fin ha llegado el frío. Su manera de entrar en escena ha sido devastadora, como un fuerte tortazo. Tras unos meses bastante acalorados, en todos los sentidos, nuestra querida España afronta un reto que este año se plantea más peliagudo que nunca: los cuñados.

Saben perfectamente de qué estoy hablando (y los que no, plantéenselo). Algunos fundamentalistas de la impostura encuentran en estas noches su razón de ser, el motor de su existencia. Son fáciles de reconocer, llevan el traje apretado, beben sin parar antes de la cena y siempre le esperan a uno en un rincón. Esto se debe a que ellos son más eficaces en las distancias cortas, alejados del bullicio propio de la conversación excesivamente compartida. El cuñadismo comienza a impartir su lección magistral en el refugio sagrado de la intimidad.

Expertos todólogos, doctorados en rumorología, los cuñados ilustrados (o ilustres cuñados, como se prefiera) son al mismo tiempo entrenadores del Real Madrid, Presidentes del Gobierno y Magistrados del Supremo, entre otros cargos de honor. Se nota en la gravedad de sus palabras, incluso en los gestos de su rostro (cada vez más apesadumbrado ante el vértigo que da el dominio absoluto del conocimiento humano).

Suelen mostrar una actitud amable, siempre ofrecen una copa o algún aperitivo navideño. De esta manera llega el momento en el que un valiente se atreve a aceptar la copa, y escucha su clásico ¿qué tal, a pesar de todo? El valiente, que simplemente estaba allí por el whisky, siempre se queda pensando en ese a pesar de todo. La curiosidad le puede, ha escudriñado rápidamente entre sus recuerdos más recientes y no encuentra nada demasiado deprimente para ser la causa de ese ya famoso a pesar de todo. Sin dudarlo un momento más, responde mientras se enciende un tímido cigarro (está alerta, puede que el cuñado también sea un monsergas anti tabaco): ¿por qué a pesar de todo? De repente, en toda la casa suena un chasquido muy característico a sus pies, es el cepo cerrándose.

Sin saber bien las razones, descubre que, a medida que pasan las horas, la gente que ha decidido pasar la noche de una manera normal evitan su rincón íntimo de conversación.

El cuñado le explica que hombre, con la que está cayendo en España, es complicado sacar una sonrisa (son expertos en hacer de la situación nacional su estado de ánimo, su bandera ante la indiferencia generalizada del españolito que va a trabajar para volver a casa y soñar con sacar a alguna chica guapa a bailar). Pero nuestro amigo el valiente no se frena, quiere saber qué parte exactamente de la que está cayendo es la que aflige al cuñado. Error de principiante, no supo que a los todólogos les atormenta eso, todo. Un gesto, una calada tonta y un sorbo al whisky se convierten en los tres primeros clavos de su ataúd.

Sin saber bien las razones, descubre que, a medida que pasan las horas, la gente que ha decidido pasar la noche de una manera normal evitan su rincón íntimo de conversación. El cuñado se ha hecho con él, y ya tiene a su víctima perfecta para analizar (siempre desde un punto de vista objetivo, equilibrado y sesudo) los problemas de política nacional e internacional, conflictos bélicos, fichajes de invierno para el Madrid y la situación financiera de Venezuela. Incluso en una cena dicen que un cuñado llegó a salvar al mundo del cambio climático, pero no sé si será real. Ya saben, con los cuñados nunca se es consciente del punto final de la historia y el principio de la leyenda. Eso es precisamente lo que les convierte en unos personajes prácticamente míticos de la mesa española.

Sin embargo, para acrecentar el sufrimiento de los que queremos llevar una existencia razonable, la rumorología y la todología se extienden cada vez más. De esta manera, los cuñados se han multiplicado y han llegado a abarcar todas nuestras capas sociales. Están perfectamente integrados, incluso cuentan con una cuota de pantalla (que es como realmente hoy se mide la trascendencia del personal cuñado) nada desdeñable.  

El otro día encendí la televisión para ver las noticias, otra experiencia vital de altura estos días, por cierto. Justo se emitía una pieza de las reacciones a la decisión del Tribunal Supremo de mantener en prisión preventiva (casi nadie recuerda ya esta segunda palabreja) a algunos de los románticos más famosos de la actualidad española. Una de las que más me llamó la atención fue la de Miquel Iceta. Salía colocándose las gafas y decía muy serio a la cámara que era una mala noticia. Lo mejoró después: No es el resultado que yo hubiera deseado. Pero esperen, que hay más: Me alegro por los que salen, pero creo que se debería haber extendido al resto.

Pocos días después, el Supremo retiró la Orden Europea de Detención contra los nostálgicos de los mejillones. Yo estaba impaciente, no podía esperar a que llegara el momento de llegar a casa y encender la televisión. Una vez llegó el momento me preparé, me senté como es debido, puse las noticias y ahí estaba de nuevo. Apareció con sus gafas (en ese momento juraría que eran de un rojo incluso más chillón) y transmitió su análisis sobre la decisión del Alto Tribunal: Es una buena noticia. De repente, se oyó un chasquido a mis pies. Son días duros para la gente normal, ya ni siquiera esperan a Nochebuena.

 

Repaso ideológico en el aula

En Cataluña/España/La angustia de vivir por

Decía Cicerón que instruirse es el verdadero alimento del alma, instruirse siempre. Los niños van a clase estos días en medio de huelgas, padres gritando al televisor y cargas policiales. Repentinamente, el colegio se ha convertido en un santuario, un remanso de paz en el que encontrar conocimiento, amistad y tranquilidad entre tanto revuelo. El otro día escuché a un niño en el bus decirle a su madre: “Mamá, ¿por qué ahora siempre estás hablando de política?”. El chaval lo comentaba tranquilamente, como una mera observación mientras barajaba sus cromos de fútbol.

Los maestros son una de las figuras más relevantes de nuestra sociedad. Al fin y al cabo, se les deja a cargo de parte (sí, simplemente de parte) de la educación de los hijos. En ellos, los estudiantes han de encontrar a una persona capaz de inspirar, crear, fascinar, cultivar y demás infinitivos, cursis, pero muy reales. Los chavales no piden más, van allí a encontrar algo de conocimiento, reírse, comentar sobre el partido de liga del pasado fin de semana, quizás echarle una miradita a alguna chica y largarse. Sin embargo, los niños en Cataluña se encuentran con algo muy distinto (chicos, chicas, mayores y pequeños). Sigue leyendo

La vida es para el verano (I)

En La angustia de vivir por
Acabo de terminar de leer un libro. Fue hace un par de noches. El libro me ha gustado. Ha sido más que un buen compañero, mucho más de lo que fue Alfredo para Elisa De Santis. No sé en qué campaña publicitaria he escuchado que los libros son para el verano. Mi eterna pose de intelectual me impide suscribir al cien por cien un eslogan, pero he de decir que hay algo de real en ello. La verdad es que los libros son para cualquier momento. Pero en verano se tienen más momentos. Ay, el verano. El mensaje hace una clara referencia al título de la obra de Fernando Fernán-Gómez: Las bicicletas son para el verano. Con eso también estoy de acuerdo, pero no se puede entrar en todo.
Volvamos a esa noche. Pasé la última página. La siguiente estaba en blanco. Y la siguiente.  Las pasé con decisión. No sé muy bien la razón pero soy un verdadero escéptico con el final de las obras de ficción (bueno, con cualquier cosa). Siempre doy una oportunidad más. Igual hay otro capítulo corto esperándome, en todos los sentidos. Creo firmemente que es uno de los traumas propios de una generación que ha crecido con escenas después de los créditos de las películas de animación.
He de decir que me tomo esta clase de momentos muy en serio. El mundo para de girar. Respiré profundamente y me quedé un rato mirando por la ventana. Puede que en tu pueblo de veraneo no, pero en Madrid esta clase de cosas le dan a uno un cierto aire de nostálgico. Terminar un libro que te ha gustado es comparable a los grandes momentos de una vida posmoderna tipo: el final de temporada de tu serie favorita, la primera copa que te tomas, un cigarrillo a escondidas, el beso de una chica en una noche de verano o la primera vez que ves el césped del Bernabéu. Conforma una suerte de síndrome de Stendhal para un millennial como yo, los patos de mi Central Park particular.
Únicamente las noches de julio y agosto brindan la oportunidad de apreciar estos incorruptibles suspiros del tiempo y permiten hacer una irracional (aunque no por ello menos veraz) radiografía de la coyuntura. Porque en verano siempre se está al borde del precipicio. Y eso lo cambia todo. Como decía Cuartango en El club de los corazones solitarios: “Esa conciencia de la fugacidad hace más precioso cada instante, porque en él se condensa toda la eternidad”.  Ay, el verano. La vida es para el verano. 

Coronas, bailes y pantalones de pitillo

En La angustia de vivir por

El verano ha llegado, una vez más.  Algunos se habrán dado cuenta gracias a  los termómetros de las paradas de autobús, o los encierros de San Fermín, quién sabe.  Otros vemos en la llegada de Wimbledon el síntoma inequívoco de la entrada de la temporada estival. La llegada del baile, las vistas, el champán y las fresas. También es época para fumar en exceso y enamorarse, pero bueno en eso ya  entraremos en otro momento.

Este año, el torneo de tenis más prestigioso y antiguo del mundo ha coincidido con la visita del Rey Felipe VI a Londres. Fue recibido por la Reina Isabel II, el duque de Edimburgo y la monarquía británica al completo. El Rey tuvo la oportunidad de dar un discurso en el Parlamento, visitó la tumba de Leonor de Castilla en Westminster y mantuvo un encuentro con empresarios, entre otras muchas cosas. La Guardia de Gales les recibió en Buckingham. Allí se quedaron a pasar unos días, acompañados de distintas personalidades, de pompa y cenas exclusivas. Sigue leyendo

Unos matan, otros mueren

En España por

En las Facultades de comunicación creo que se sigue enseñando el llamado síndrome del foso de orquesta. Este concepto fue definido por el asesor de Ronald Reagan y se podría explicar de esta forma: en un debate un político sube a un escenario y explica de manera efectiva y sesuda su programa. Causa buena impresión. En el momento de la réplica, su rival sube al escenario y en el tramo de escaleras resbala cayendo al foso de la orquesta. En este caso, los titulares del día siguiente se centrarán en el resbalón y no en el debate ni las medidas propuestas.

Hay ejemplos diversos: desde la cuenta de twitter de Trump hasta la mosca de Obama o el hijo de Bescansa en el Congreso. En la actualidad española hay algunas figuras que saben de este fenómeno y juegan con él a su voluntad. Sin ese foso de orquesta no hubiera sido posible, por otra parte, el nacimiento de la posverdad, y la ideologización de cualquier concepto, incluso el de la vida humana. Sigue leyendo

Un café (o la búsqueda incansable de lo extraordinario)

En La angustia de vivir por

El otro día me encontré casualmente bajando el paseo del General Martínez Campos y me entraron unas ganas terribles de tomar un café. He de señalar que mi concepto de el otro día resulta siempre bastante vago, qué le voy a hacer. Recordé que por allí había siempre una cafetería clásica: barra de madera muy alargada, taburetes oscuros y camareros con corbata y chaleco.

Tras una pequeña duda, el sitio no parece el mismo, decidí entrar. Bajé los escalones y observé agradecido que tenían la televisión puesta. No sé muy bien la razón, pero el hecho de que haya un televisor cantando noticias mientras tomo café siempre me ha dado cierta confianza. Hoy en día parece una cuestión demodé. Yo lo veo como una de esas cosas que (desgraciadamente) caminan con lentitud sobre la línea que distingue lo nostálgico de lo puramente rancio. Sigue leyendo

La muerte del espíritu

En Educación/Pensamiento por

“Los alumnos no deben estudiar lo que quieren, sino lo que propicie su empleabilidad”, esta frase del exministro Wert debe haberse pasado por las ilustres cabezas del Gobierno, que ha decidido hacer desaparecer la literatura universal como asignatura optativa en bachillerato a partir de este curso, lo que conlleva su desaparición de Selectividad, o como demonios se haya llamado este año. 

 En general, esto sin duda confirma la decadencia del sistema educativo nacional, y en concreto, constituye otro asesinato más a las Humanidades. La situación no es de ningún modo casual, forma parte de un elaborado plan que falla en su concepto más íntimo: considerar a los estudiantes como un engranaje más en un sistema de mercantilización de servicios. 

La supervivencia de nuestra civilización se encuentra estrechamente ligada a la dignificación del espíritu, al despertar de la sensibilidad. Somos algo más que un buen trabajo y una hipoteca. Esto muestra el principio del fin del cultivo de la intelectualidad, de la inclinación de la condición humana ante la trascendencia. 

Dentro de un tiempo las palabras de Lord Byron, Sófocles o Baudelaire no serán más que fantasmas errantes en las aulas. Las mismas en las que yo pude conocer los amores y desdichas de Hamlet, Madame Bovary, Ulises, o Gregor Samsa. Siempre nos quedará la resistencia de los últimos nostálgicos, que seguiremos confiando en que “Sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe”, como decía Unamuno, pues “sólo la cultura da libertad”.

Cannes y los amantes 

En Cine/Democultura por

Siempre he pensado que si tuviera que ir a algún festival de cine iría a Cannes. No me refiero a una elección a punta de pistola, evidentemente. Simplemente, a veces me gusta imaginar una vida en la que todo es posible y elijo lo que me da la gana. Me encanta. Me imagino levantándome a media mañana, asomándome a la terraza de mi habitación en el Hotel Carlton y encontrando el Mediterráneo entero para mí. En la terraza de al lado está Cary Grant ofreciéndome un pitillo. Junto a él aparece Grace Kelly y está tomando algo de champagne para desayunar. No llevo aquí ni media hora y ya me apetece cotillear, beber, amar y fumar como en Buenos días, tristeza.  Miro a los lados, parece que de cualquier rincón saldrá Jep Gambardella dispuesto a dar un largo paseo en el que podamos hablar de la nostalgia.

Esta semana se ha montado una enorme polémica con el festival de Cannes, aunque ya ni siquiera recuerdo lo que era una polémica de andar por casa, si soy sincero. Almodóvar contra Netflix. El primero defiende las salas de cine, el segundo defiende que pueda verlo mientras hace sus necesidades. En concreto, el director se refería con dureza a la negativa de la productora (y plataforma de vídeo en internet) a mostrar sus películas previamente en las salas de cine de Francia. Todo ello ha conllevado que se desatara la furia en las redes, como siempre. Sigue leyendo

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