Hace unos días el Tribunal supremo de Australia por unanimidad declaró inocente al Cardenal George Pell del delito de abuso sexual por el que había sido condenado injustamente.
¿Y si tal vez las historias bíblicas estuvieran custodiadas bajo un manto de incomprensibilidad hasta que llegase el momento culminante en que haciéndose carne en alguien empezaran a cobrar vida para él? ¿Y si hubieran sido escritas para cada uno en su momento? Me vinieron a la mente un montón de relatos parecidos a Job, maltratado por sus supuestos amigos, a José perseguido y objeto de un intento de asesinato por sus hermanos, a Juan Bautista decapitado por una veleidad, a Cristo crucificado siendo inocente, como todos, por un tribunal inicuo. Todos esos relatos han sido escritos como arquetipos para dar sentido a historia reales y verdaderas.
El cardenal George Pell, acusado por un monaguillo de haber sido abusador ha sido absuelto por Tribunal Supremo de Australia. Recuerdo el día en el que la prensa bombardeó los telediarios, las primeras páginas de los periódicos hablando con fruición de los abusos, condenándole sin haber sido sometido a juicio. El Tribunal de Apelaciones, primer tribunal escuchó los cargos que se le imputaban y no dudó en condenarle a seis años de prisión por abuso de menores, sin que las pruebas fueran fiables, concordantes y verosímiles. Los tiempos no coincidían, los testimonios tampoco, las circunstancias menos razonables: ¿unos minutos después de una misa multitudinaria en la catedral? Pero quien va a dudar con el cacareo de la prensa azuzando la culpabilidad de un linchado mediático, que se había manifestado siempre como defensor de la ortodoxia en cuestiones de sexualidad en un país como Australia, e implacable con los fraudes económicos. Fue encarcelado en agosto del año pasado en una prisión común, insultado y humillado (lo sé de testimonios de primera mano) por los funcionarios y los otros presos, habiendo podido acogerse a la libertad condicional, para ser operado de una rodilla en mal estado; renunció a esa posibilidad para ir a prisión. Siempre defendiendo su inocencia… Nos suena a los que hemos leído el libro de Job, el libro de Girard: La ruta antigua de los hombres perversos, y El Chivo expiatorio, que la sociedad necesita periódicamente expulsar a Edipo, crear cabezas de turco de la nada, linchar a sus prohombres acusándoles de crímenes nefandos, para hacer catarsis. Echar fuera, en las espaldas de inocentes, la mierda que llevan dentro. Luther King, Gandhi, Rabin… son solo repeticiones del arquetipo Cristo.
El cardenal de 78 años, que siempre se ha declarado inocente, ahora está libre. Pero cuando se le ha vejado públicamente como a un animal …¿habrá alguien que le defienda públicamente y le devuelva el honor? ¡Ni una nota de prensa, ni un segundo de telediario, ni un comentario!
Los siete magistrados del Tribunal Judicial Supremo de Australia se pronunciaron unánimemente “sobre la base de que existen razones para que el delito no se haya cometido y que, por lo tanto, existe una posibilidad significativa de que se pueda condenar a una persona inocente”.
¡Viernes Santo! La masa acusa unánimemente a un inocente ante el tribunal de Pilato. Y este político posmoderno, que gobierna a golpe de encuestas de masas, de opiniones del pueblo, suelta al criminal y crucifica al inocente. Se repite cada viernes santo a lo largo de la historia.
El cardenal Pell, como Job, una y otra vez “sostuvo sistemáticamente” su inocencia. Al salir del tribunal, libre, dijo lo que el viernes Santo dirá el Siervo de YHWH: que la injusticia que había recibido ya estaba curada. “Dirigiéndose a la persona que lo acusó de algo que sucedió en los 90, en ese momento un monaguillo de la catedral de Melbourne, el cardenal dijo que no tenía ningún resentimiento. Así que esperaba que su absolución no añadiera más dolor. La base para la curación a largo plazo, dijo, es la verdad y la única base para la justicia es la verdad, porque la justicia significa la verdad para todos”. ¿Y qué es la verdad? Preguntó el escéptico Pilato: no obtuvo respuesta. La tenía delante, la verdad no hace falta demostrarla, se muestra: un ecce homo. Un hombre machacado a latigazos, prisionero por juicio inicuo, vejado por malhechores, que no se resiste al mal, perdona a sus enemigos y disculpa a sus jueces y acusadores.
El cardenal agradeció a sus abogados y a todos los que rezaron por él y le ayudaron y consolaron en este difícil momento. Pero ¿quién le restituye ahora el honor? Sobre él siempre pesará la sospecha. No hubo presunción de inocencia, una creación cristiana en el código jurídico del Imperio romano, para evitar los linchamientos de masas que han sido costumbre a lo largo de los siglos. Para él no hubo justicia y eso “que no hubo engaño en su boca”.
Sí, todo estaba profetizado para aquel que sigue las huellas de Cristo. En esta Pascua es bueno que uno muera por todos, decía Caifás, para que se cumpliera la profecía de Isaías del siervo de YHWH que se refiere a todos aquellos que se toman en serio seguir a Cristo. Isaías 53, seiscientos o setecientos años antes de Cristo ya lo profetizó:


«”¿Quién dio crédito a nuestra noticia? Y el brazo de Yahveh ¿a quién se le reveló? 2 [….] No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar [hay que ver las fotos que le hicieron cientos de periodistas al entrar en la cárcel con el batón cojeando, demacrado, delgado, sin apariencia, lo que era un hombre corpulento, altísimo convertido en un trapo]. 3.Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. 4.¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. 5.El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. 6.Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros. 7.Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca. 8.Tras arresto y juicio fue arrebatado, y de sus contemporáneos, ¿quién se preocupa? Fue arrancado de la tierra de los vivos; por las rebeldías de su pueblo ha sido herido; 9.[..] por más que no hizo atropello ni hubo engaño en su boca».