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Soy yo. Soy tú. Soy nosotros

En Asuntos sociales por

Soy Charlie Hebdo.

Soy Francia.

Soy una región que ha salido en las noticias, en todas las noticias. Durante un tiempo fui Haití pero me limité a concienciar a otros, no aporté un mísero ochavo a la causa. No soy los cientos de muertos de aquel atentado en Nigeria del que no me enteré. No soy las incontables víctimas de Boko Haram, que no sé qué es. No soy las mujeres que está esclavizando sexualmente la organización terrorista Estado Islámico. Hasta hace dos años y medio me la refanfinflaban bien a gusto los pasajeros de pateras mortíferas. Ahora, cuando me lo recuerda la opinión pública, también soy ellos.

Soy de los que se ponen una banderita en el Facebook.

Soy de esas que repudian a la castuza política que está ensuciando las instituciones, pero no me pidas que me agache a recoger los excrementos que mi perro ha dejado en la puerta de tu casa, que ya me ha costado bastante trabajo que no se cague en mi propio portal.

Soy de los que se queja porque le pagan una m****a como la que mi perro dejó en la puerta de tu casa, pero no me pidas que pague por las series y las películas que veo. Tampoco me pidas que compre repostería en el comercio tradicional si hay una nueva cadena de establecimientos que desplaza los negocios de toda la vida por medio de estrategias inmorales y donde compro lo mismo más barato.

Soy de las que hicieron el Ice Bucket Challenge pero no donaron ni un céntimo para la lucha contra la ELA.

Soy de esos y de esas.

Soy español no practicante. Estoy absolutamente americanizado y orientalizado. Nuestras tradiciones, las fiestas de guardar, la bandera… me resbalan y me parece muy bien que no les demos la mínima importancia a estas realidades arcanas; alguien que no se sienta identificado con ellas podría ofenderse; y no queremos que nadie se ofenda, ¿verdad? Ver nuestro pasado como algo glorioso siempre es una tentación en la que no debemos caer; los españoles somos una vergüenza, excepto yo y los de mi círculo. Por cierto, os recomiendo visitar Egipto, Tailandia y Marruecos. ¡Qué lugares! ¡Qué patrimonio histórico! ¡Qué culturas tan fascinantes!

Soy la que comparte su vida (hormonada) y milagros (ficticios) en Facebook e Instagram.

Soy el típico que no traga a tanto corrupto, a tanto ladrón, a tanto desconsiderado que toma lo que no es suyo, pero no tengo reparo en aparcar ocupando dos sitios o en sentarme en el asiento reservado para embarazadas en el transporte público.

Soy de las que no ha leído la Constitución, pero está plenamente convencida de que hay que cambiarla (que ha pasado mucho tiempo, ¡hombre ya!). Tampoco he leído otros textos cuyo solo nombre me produce bostezo porque sé que no me van a aportar nada: el Quijote, la Biblia, la Ilíada, la Ley Orgánica de… (bostezo). No necesito leer una ley o un libro para saber si son basura o el tesoro más reluciente de los templarios; me basta con escuchar a mis opinólogos de cabecera.

Soy de esas que en redes sociales ha publicado en plan emotivo más fotos de Carrie Fisher y su madre que de mí misma con mi madre o con mi abuela. ¡Que de mí misma con mi madre o con mi abuela! ¡QUE DE MÍ MISMA CON MI MADRE O CON MI ABUELA!

Soy tardoadolescente.

Soy alguien que comparte noticias en redes sociales habiendo leído tan sólo el titular que aparece al compartir el contenido. Lo de contrastar lleva mucho tiempo y, además, estoy de acuerdo con el titular. ¿Pa qué más? Por supuesto, averiguar si la imagen predeterminada se corresponde con el titular y éste con la noticia en sí, es un proyecto que se me antoja tan faraónico como aportar algo novedoso al estudio del léxico arameo en el siglo II a.C. Eso sí, hablando de la Antigüedad…

Soy de las que ahora les da por celebrar las Saturnales; de las que saca ese orgullo greco-romano que todas tenemos in the body y lleva cerca de 1.800 años reprimido. También soy celta, indoeuropea y tengo un pasado como activista de salón que engorda fabulosamente mi CV (del que me siento muy orgullosa).

Soy como muchísima otra gente –que está muy equivocada– debería ser.

Soy bastante más inteligente que la mayoría de las personas, fijo.

Soy de esos que antes de que existiera Twitter y Facebook, no es que no leyera el periódico, sino que directamente apagaba la televisión cuando acababan Los Simpson; pero ahora me dedico a pontificar al socaire de cualquier noticia de actualidad que sea Trending Topic (TT), como un experto más. Lo que antes no comentaría ni en mi cuarto a puerta cerrada (fundamentalmente porque me sentiría estúpido) hoy lo proclamo abiertamente en la red de redes.

Soy de las que no tienen ideología política, ¿sabes? Voy cogiendo de aquí y de allá lo que considero más valioso. No me defino, estoy por encima de las etiquetas y doctrinas estructuradas. ¿Que qué criterio tengo para elegir esto o lo otro? Fácil: yo, el criterio soy yo; opto por lo que me beneficia. Pero qué abierta de mente que soy, ¿verdad? Si es que… ¡No se puede ser cerrado de mente en esta vida!

Soy bastante más inteligente que la mayoría de las personas, fijo.

Soy un apasionado del social media y el marketing 2.0, como la mitad de los perfiles de Twitter.

Soy de los que piensa que todas las culturas deben ser respetadas en igualdad, que tenemos que integrar al resto de tradiciones en nuestro sistema de convivencia y que no debemos imponer nuestras costumbres y valores a aquellos que han venido de fuera en busca de oportunidades. Ya está bien de tanta identidad y tanta mandanga. ¡Seamos un poco más como ellos, sean quienes sean! ¡Lo importante es la diversidad y la pluralidad! ¡Que son muy buenas, leñe!

Soy un apasionado del social media y el marketing 2.0, como la mitad de los perfiles de Twitter.

Soy de las que se cree lo que aparece en el telediario.

Soy contrario/a al sistema heteropatriarcal que tanto mal, opresión, injusticia y desigualdad ha generado “enestepaís”. Los/las que no piensan como yo… en fin… no tengo palabras para esos/esas. Ahora bien, el porno me lo respetan, ¿eh?

Soy de los que se pasa horas pegando tiros y reventando bits de toda condición en un videojuego, pero luego soy incapaz de gestionar una diarrea y me agobio a niveles de valeriana en cuanto se me juntan cuatro cosas en una tarde.

Soy alguien que celebra la muerte de personas a las que no conocía de nada pero que, por lo poco que sé, pensaban de forma diferente a mí. Me da igual la honra de esa persona, la sensibilidad de sus amigos y familiares e, incluso, mi propia imagen de profanador de cadáveres.

Soy una persona muy razonable, cívica y tolerante, no como otros.

Soy de los que abre Twitter, ve el nombre de un famoso de avanzada edad en el TT, comprueba que no es noticia porque haya muerto y luego publica: “Pufff. Cuando he visto que Fernando Esteso era TT casi me da algo. ¡Qué susto! Menos mal que ha sido una falsa alarma. Menuda semana llevamos”. Vivo en una gran comunidad de la que me siento nadie y en la que a nadie importo.

Soy experta en política y economía, de repente, sin haber ejercido nunca y sin estudiar. Sería capaz de enmendar la plana a cualquiera, aunque el susodicho haya contribuido a que muchas grandes empresas prosperen. Últimamente la inmensa mayoría de la gente que consigue algo en la vida o que llega a un alto cargo me parecen completos inútiles, más todavía si los comparo con todo lo que yo podría hacer si estuviera en su lugar.

Soy una persona muy razonable, cívica y tolerante, no como otros.

Soy de los que fantasean durante media hora después de pensar el contenido del párrafo anterior.

Soy tan tolerante, respeto tanto las ideas de otros, que no me beso porque no llego.

Soy adicta a las series. ¿A qué dedicaba antes todo ese tiempo? Misterios de la vida.

Soy de esos que cuando se muere un famoso lo publica en redes sociales y dice D.E.P. y le agradezco todo lo que ha hecho por mí y lo que me ha inspirado su trabajo y lo afectado que estoy. A él se la bufa, está fiambre. Por cierto, también soy de los que se comunica con los difuntos a través de Facebook y de los que utiliza su tablón para dejar notas mentales privadísimas.

Soy de las que abre Facebook y mira arriba a la derecha para comprobar cuánto me quieren mis superamigos de la red social.

Soy de esa parte de la población “enestepaís” que lee menos de un libro al año.

Soy de los que comulgaban al ciento por ciento con los eslóganes de Mr. Wonderful hasta que llegaron Mr. Puterful y Mr. Wonderfuck para decir lo evidente: muchos eslóganes de Mr. Wonderful son radicalmente falsos y, por tanto, frustrantes y pesimistas.

Soy de los que dice que una película tiene buena pinta después de ver su tráiler.

Soy ciudadano de la sociedad de la información, pero desconozco (porque no me interesa lo más mínimo dedicar un ni un milisegundo a investigar) la cantidad de guerras que en este momento se están librando en todo el mundo para que yo pueda cambiar periódicamente de coche, ordenador, reloj y móvil.

Soy masa amasada, más masa, en amor, nada.

Y ya está. No tengo nada más que decir. Simplemente quería comunicarme y manifestar mi identidad a los cuatro vientos. Quiero que se me oiga alto y claro. Quiero que se sepa lo que pienso en todo momento. Y ya está.

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