Publicaba Servimedia hace un tiempo la siguiente información:
“La secretaria de Igualdad del PSOE, Carmen Montón, es partidaria de “hablar de laicismo de verdad” y poner sobre la mesa acciones concretas para avanzar en esa línea. Lo dijo en una entrevista a Servimedia al hilo de los indultos concedidos cada año con motivo de la Semana Santa. “Tendremos que dar una vuelta a todo el sistema, y hablar de laicismo de verdad”, sentenció. En su opinión, es necesario “hablar de denunciar el Concordato, de sacar la religión de las aulas, de no financiar con fondos públicos la educación segregada que muchas veces está asociada a colegios religiosos”. Al hilo del reciente siniestro aéreo en Francia, subrayó que muchos ciudadanos “admiran” el laicismo que destilan sus autoridades y sus actos institucionales, y ese país “sería una buena referencia” para el avance de España.“
“— Es evidente que la música es el opio del pueblo —afirmó con contundencia el Secretario del Partido— Se trata indudablemente de un invento burgués para esclavizar a la sociedad. Nuestra juventud, esa panda de imbéciles que está ahí enganchada al Spotify y gastando su tiempo y energías en las discotecas, en vez de hacer algo productivo con su vida, no se da cuenta de que se está dejando alienar. ¿De qué sirve la música? ¿Cuándo ha servido la música para construir un mundo mejor? ¿Por qué deberíamos financiar con fondos públicos los conciertos de música clásica? ¿Por qué debería el Estado financiar las clases de música en los colegios? ¡La música debería estar prohibida! –concluyó dando un puñetazo en la mesa. Sus camaradas aplaudieron y celebraron la machada con gruñidos de aprobación.
— Pero…¿no iría eso contra la libertad de las personas? —se atrevió a objetar un joven militante.
— “Estos aguafiestas….. —pensó el Secretario.
—Bueno… —carraspeó un poco— en la intimidad, cada uno puede hacer lo que quiera. Pero se acabaron los conciertos en los parques, los músicos ambulantes y las bandas del pueblo. La radio y la televisión públicas no emitirán música, así que olvídate del concierto de Año Nuevo. Y tampoco en los colegios enseñaremos música…
— ¿Ni siquiera en los colegios? Pero aunque sea como cosa cultural, digo yo…. —apuntó uno.
— ¡Ni hablar! Además, ¿por qué iríamos a enseñar música clásica en vez de rock o música indie, o flauta en vez de violín o pandereta? Hay muchos tipos de música y de instrumentos, así que, para respetar los gustos de todos, ¡no enseñaremos música en absoluto! Que la gente monte escuelas privadas de música.
— ¡Eso! Basta ya de favorecer a la música clásica…¡muerte a los profesores de flauta dulce! —corearon los demás en un improvisado brindis, jarras de cerveza en ristre.
El Secretario, llevado por la emoción del momento, prosiguió con su discurso ante su entregado público.
— ¡¡Puedo prometer y prometo que prohibiremos los karaokes!! ¡No escucharéis más Vivir así es morir de amor ni Libre!
— ¡Bien! ¡Viva la Revolución!
— ¡Ni dejaremos que nuestros jóvenes lleven esas horrorosas camisetas de AC/DC ni similares!! Y mañana —silencio cargado de dramatismo— le tocará su turno al fútbol, esa otra alienación que sólo causa peleas en los estadios y que reblandece el cerebro de nuestros niños….”
Moraleja:
El Estado debe promover la realización de las personas en la sociedad. En ese servicio a los ciudadanos, no debe subordinarlos a sus propios fines (¡ojo, totalitarismo!) ni sustituir su libertad en la búsqueda de esa realización (¡ojo, teocracias!). Pero sí facilitar, ofrecer medios, condiciones favorables para esa realización personal. No debe decirte qué música te debe gustar: eres libre para decantarte por el pop o por el dance, o para declarar que no te gusta la música o que la música es una tontería. Pero el Estado debe ofrecer a todos educación, facilitar el acceso a la cultura y al arte, sostener bibliotecas con fondos públicos, etc…
Inevitablemente, esta misión del Estado presupone una idea de lo que es el hombre. Para el caso, el meollo de la cuestión es saber si se reconoce o no la religiosidad como una dimensión significativa en la realización personal del ser humano. Nos podríamos preguntar qué imagen tiene de ti y de mí un Estado que cierra iglesias y abre narcosalas. La respuesta nos llevaría lejos…digamos sólo que se intuye el lastre no superado de una ideología para la que el hombre es una pelota de células, y la religión, el opio del pueblo.