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Una visión romántica de la Conquista de América.

El mito y el pecado del revisionismo

En Asuntos sociales/Cultura política por

Ayer volví a leer el excelente artículo de Santiago Huvelle, El Espejo de América. En él relata cómo el Western es algo más que un género en los Estados Unidos de Norteamérica: es su propio mito. Y presentaba también de forma a la vez rápida y clara, la devaluación del mito en la cultura cinematográfica que le dio esplendor. Hoy se vuelve a retomar, especialmente en las series. Lo que para el autor evidencia un interés renovado por arraigar la propia cosmovisión americana.

Porque, en el fondo eso es el mito. Todos los países tienen sus mitos, todas las profesiones, todos los hombres. Porque el mito dice algo de nosotros mismos, de nuestra cultura, que escapa de los sesudos libros de historia nacional. Estados Unidos necesita del Western –y hasta cierto punto de los superhéroes– para completar algo que la historia no dice: su vocación nacional, su forma de ver el mundo… el relato de fondo, más allá de la propia historia, que da sentido a su historia.

Puede argüirse que se trata de un país demasiado nuevo, que carece de rodaje suficiente. También es cierto que en los últimos dos siglos la historia ha rodado a mucha más velocidad, con un frenetismo improbable. Acaso esa apuesta por el progreso técnico y el cambio haya impedido que los países del norte de América forjaran con esmero y cuidado su propia épica.

Fotograma de Deep Water.

El pecado de revisar históricamente los mitos

El revisionismo histórico de post-guerra, -con su afán absurdo de culpar y cargar conciencias-, y la insulsa corrección política que no convence a nadie pero que nos domina a todos, impide que los indios sean malos y los vaqueros buenos. Horrible malinterpretación de historia y mito. La vocación nacional de Estados Unidos propone un mundo de injusticias, causado por un grupo de maleantes, en el que una minoría se revela para salvar a la mayoría. Se trata, en el fondo, de un mito bastante protestante, con una tendencia a sublimar al héroe individual sobre el que cae toda la responsabilidad personal y social. Es un intento de narrar su vocación, y no un esfuerzo por justificar las masacres de nativos -se dieran éstas o no-.

En el fondo el revisionismo denota una actitud bastante reprobable. Puede llegar a ser una falta contra el cuarto mandamiento de la Ley de Dios. Es orgullo en su forma más barata: la ingratitud. En vez de mirar al pasado con ojos de gratitud y misericordia por las cosas buenas y malas de nuestros padres, nos concentramos en buscar partidas de nacimiento, catastros y víctimas de guerras para preguntarnos si, en el fondo, nuestros padres existieron o no.

David Crockett derrotó a un oso gigante sin armas de fuego. Los animalistas en pie de guerra y los autoproclamados progresistas a publicar artículos que explican que David Crockett no era más que un truhán… si es que existió.

David Crockett muere en la derrota de El Álamo. New York History Society

Los mitos de España: un caso más grave

Algo muy similar ha sucedido con las grandes naciones antiguas de Europa: estamos condenados a sentir vergüenza de nuestros mitos. Porque hay un empeño muy extraño en que el pasado que nos da sentido como países, -ese estupendo cúmulo de leyendas, mitos, historia, anécdotas- sea únicamente motivo de superación y erradicación. Tenemos que estar avergonzados de la Reconquista, del Descubrimiento de América y su Dominio, de los Imperios, las Cruzadas, etc.

Por supuesto todo esto, en el fondo, no es más que mito. Pero del malo. Un mito que no asienta las bases de una civilización en un relato que enaltece las cualidades nacionales. Es un mito que sólo pretende desconfigurar el semblante de un pueblo: un ardid para justificar ideas e ideologías. Así, tan mito es el sometimiento de Cataluña por la España opresora como la malvada Conquista de América. Son relatos no históricos -disfrazados de revisionismo crítico- que no hacen bien a nadie. Son mitos muy con minúscula.

Conclusión: arreglemos el Espejo. Salvemos el mito y que el mito nos salve

Si el Western es el “Espejo de América”, la Reconquista y el Descubrimiento de América son, sin duda, el “Espejo de España”. Las Cruzadas y el Imperio Cristiano de Occidente -caricaturizado tristemente por la UE-, son parte del “Espejo de Europa”. La forma como tratamos nuestro mito, nuestro pasado, nos retrata como personas y como sociedad.

Me pregunto cuándo tendremos que pedir perdón por el Imperio Romano, por la conquista de Troya o por el Cristianismo…

Cualquier día de estos.

No seamos necios, arreglemos el espejo. Aprendamos a volver a vernos cuando mereció la pena vernos. La gloria mítica de Europa y de España aún puede salvarnos.

Doctor en Filosofía en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma. Me considero, ante todo, un gran lector. Inclinado por naturaleza hacia las humanidades clásicas y la literatura inglesa, y por vocación a la metafísica y a la lógica. Católico tras las huellas de Newman, Chesterton y Benedicto XVI. Filósofo tras las huellas de Santo Tomás de Aquino y de Aristóteles. Y gran aficionado al mundo de Tolkien.

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