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Lo que dijo Francisco, lo que no, y qué implica

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¡Extra! ¡Extra! La polémica está servida a raíz de la última “ocurrencia” de Francisco. Su respuesta a una pregunta sobre los atentados contra Charlie Hebdo en París la pasada semana ha llegado a las portadas y páginas interiores de los diarios españoles . No tanto así (salvo alguna excepción) en los diarios internacionales.

Una posible explicación podría ser que los medios británicos, estadounidenses y europeos en general son más serios en el tratamiento de las declaraciones del pontífice. La otra –la más probable– es que no les importe tanto el Papa como a los diarios españoles, pese a que algunos les cueste reconocerlo.

Pero, antes de abordar la cuestión, sería conveniente hacerse una pregunta:

¿Qué dijo exactamente el Papa en el avión? (expandir)

 

PREGUNTA: Santo Padre, ayer a la mañana durante la misa habló de la libertad religiosa como de un derecho humano fundamental. Pero en el respeto de las diversas religiones, ¿hasta qué punto puede ir la libertad de expresión, que también es un derecho humano fundamental?
RESPUESTA: Gracias por esta pregunta que es muy inteligente, es buena. Creo que los dos son derechos humanos fundamentales, tanto la libertad religiosa, como la libertad de expresión. Pero… ¿Usted es francés? Vayamos a París, hablemos claro. No se puede esconder la verdad: cada uno tiene el derecho de practicar su propia religión sin ofender, libremente. Y así hacemos y queremos hacer todos. Segundo, no se puede ofender, o hacer la guerra, matar en nombre de la propia religión, es decir, en nombre de Dios. A nosotros lo que pasa ahora, nos asombra. Pero pensemos en nuestra historia: ¿cuántas guerras de religión tuvimos? Piense en la Noche de San Bartolomé. ¿Cómo se entiende esto? También nosotros fuimos pecadores en esto, pero no se puede matar en nombre de Dios, es una aberración. Matar en nombre de Dios es una aberración. Esto es lo principal de la libertad de religión: se debe hacer con libertad, sin ofender, pero sin imponer y sin matar.

La libertad de expresión: cada uno no sólo tiene la libertad, sino que tiene el derecho y la obligación de decir lo que piensa para ayudar al bien común. Si un diputado o un senador no dice lo que piensa que es el verdadero camino, no colabora al bien común. Y no sólo estos, sino tantos otros. Tenemos la obligación de decir abiertamente, tener esta libertad, pero sin ofender. Porque, es verdad que no se puede reaccionar violentamente. Pero si el doctor Gasbarri, gran amigo, dice una mala palabra en contra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo. ¡Es normal! No se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás. No se le puede tomar el pelo a la fe. No se puede.

Benedicto XVI en un discurso, no me acuerdo cuál, había hablado de esta mentalidad post positivista, de la metafísica post positivista, que llevaba a creer que las religiones o las expresiones religiosas son una suerte de subculturas, que son toleradas, pero que son poca cosa, no son parte de la cultura ilustrada. Y esta es un herencia de la Ilustración, eh. Hay mucha gente que habla mal de otras religiones o de las religiones, les toma el pelo, digamos que juguetea con las religiones de los otros. Y estos provocan y puede pasar lo que le podría pasar al doctor Gasbarri si dice algo en contra de mi mamá, ¿no? Es decir, ¡hay un límite! Cada religión tiene dignidad, cualquier religión que respeta la vida, la persona humana. Y yo no puedo tomarle el pelo. Y esto es un límite. Tomé este ejemplo de límite, para decir que en esto de la libertad de expresión hay límites, como el de mi mamá. No sé si logré responder la pregunta.

 

A la luz de lo que sí ha dicho Francisco, es más que razonable juzgar que hay quien ha hecho gala de esa costumbre luterana (y periodística) de sacar las cosas de su contexto y sentido original para lucir un buen titular o una idea fuerte.

Lo que NO ha dicho Francisco

    1.  Francisco no ha justificado ni legitimado ningún tipo de ataque, violencia, respuesta o reacción de ningún tipo en nombre de la fe, más allá de la respuesta dialogada y pacífica.Tanto es así que él mismo tacha cualquier acción de este tipo como “aberración” y el propio Vaticano lo ha confirmado en un comunicado este jueves para despejar toda duda, debido a los mensajes transmitidos desde los medios de comunicación.
    2. Tampoco ha enunciado como principio moral cristiano que sea legítimo “dar un puñetazo” a quien insulta a la propia madre (o a la propia religión) o realiza una provocación. Él mismo afirma que el modo de decirlo es solamente “un ejemplo“.De hecho, las palabras que utilizó fueron “es normal” y que “podría pasar”. No deja de ser una descripción perfectamente fidedigna de la condición humana, quien diga lo contrario miente o no es humano.
    3. Asimismo, no ha propuesto limitar en modo alguno la libertad de expresión en términos legales (no sería su función). ¡Al contrario! Por un lado la enuncia como “derecho humano fundamental”. Por el otro, va aún más allá y afirma que el ejercicio de esta libertad es “derecho y la obligación” de todos para lograr el bien común, también en lo que afecta a la religión.Ahora bien, distingue entre la expresión del propio pensamiento y la “ofensa”, ofensa que no se define en cómo puede recibir la crítica su destinatario sino en si el enunciado contiene una intención agresiva.

Lo que SÍ ha dicho

Además de lo ya indicado (que no hay necesidad de repetir), lo que puede deducirse de las negaciones del apartado anterior, el Papa ha aportado elementos interesantes que no está de más destacar:

  1. “No se puede esconder la verdad”, entendiendo verdad como sinónimo (para un lider religioso) de religión. Francisco ha vuelto a poner de relieve la necesidad de que la vivencia de la fe pueda realizarse públicamente como cualquier otra dimensión de la vida humana.De hecho, ha rechazado la consideración –“ilustrada” y “post positivista”– de la religión como una forma de “subcultura” que llevaría a pensar que estas deben ser “toleradas” como una forma inferior de pensamiento.
  2. Sí ha definido un “límite” a la libertad de expresión desde el punto de vista de la moral, que es el que le toca como líder religioso.Independientemente de la conveniencia o no de regular desde el derecho los límites de esta libertad (cosa que ya se hace en aspectos como el nazismo, el antisemitismo o la homofobia), ha declarado que el uso de la libertad de expresión tiene, como todas las acciones humanas, consideración moral y que, por tanto, existen límites.
  3. Se ha pasado por alto otro punto de la respuesta de Francisco, cuando ha subrayado que “cada religión tiene dignidad, –y ha puntualizado– cualquier religión que respeta la vida, la persona humana“.

Lo que implica

No nos engañemos: decir que las palabras de Francisco son una nimiedad, o que no ha dicho lo que, efectivamente, ha dicho sería mentir. Aún así, también sería mentir decir o sugerir que, de forma tácita o velada, Francisco ha introducido un principio de justificación a los atentados.

Hay quien señala la propensión del primer Papa argentino a hacer declaraciones “a lo loco” , sin pensar en las posibles repercusiones que sus comentarios puedan tener. No deja de ser un posible indicio de lo incómodo que puede resultar a ciertos modos de vivir la fe el tener que dar explicaciones cada vez que Francisco invita a “bajar del balcón a la calle” también en el plano político-social. ¿Se sienten abochornados por el “qué dirán”?

Parece infantil pretender que los mensajes de uno de los líderes mundiales de mayor peso en la actualidad no provienen de una reflexión sosegada y contrastada con el magisterio sino de un arranque de personalidad.

Cabe más bien asociar su carácter rompedor a una decisión personal no carente de valentía intelectual. Si Benedicto XVI legó a la Iglesia, entre otras cosas, un inmenso patrimonio teológico y filosófico, Francisco parece haberse impuesto el reto de contrastar dicho legado con todos y cada uno de los aspectos de la vida del hombre y de las sociedad, tratando de iluminarlos con la “caridad” desde la “verdad“.

Si, para realizar esta tarea, el Papa tuviera que ajustar sus palabras a lo que finalmente llega a los hogares en forma de telediario a la hora de cenar, o a quienes viajan en metro a través de un ‘tweet‘, lo más probable es que ni consiguiera suavizar el efecto que otros dan a sus palabras ni lograra realizar la tarea de llegar al fondo de lo humano.

Aún así –y sin que suene a excusa o justificación, que no lo es– es necesario recordar que, de acuerdo con la doctrina católica, la infalibilidad del pontífice se aplica únicamente cuando se refiere al magisterio ex catedra, lo cual no quita ni pone verdad a lo dicho pero sí puede dar tranquilidad a unos cuantos.

Por eso, en lugar de tratar de interpretar en clave “de izquierdas” o de “amabilidad” o de cualquier cosa ajena a lo que debe ser un Pontífice, no está demás plantearse la pregunta: ¿Y si Francisco quiere decir lo que dice? (el enlace es un magnífico artículo publicado en ‘El País’).

 

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