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Feliz Navidad, en la luz o en la niebla

En Asuntos sociales/Religión por

“NIÑOS: ¿Qué tiene tu divino corazón en fiesta?

YO: Un doblar de campanas perdidas en la niebla“.

Lorca, “Balada de la placeta“.

El mundo es tiniebla. Una densa espesura de nada y vacuidad. Vanidad, sentencia Qohelet, el mundo todo es vanidad.

En la noche oscura de san Juan, la del alma que escenifica la sombra de fuera, nada se ve. Quizá no falte la luz al ojo, y sea el objeto que le mostrare la nada. Ante ella, la misma luz que la educe es absorbida y contraída hasta el no-ser, como uno de esos agujeros negros de los astrofísicos: negros como la noche del alma. Quizá no sea sombra, sino vacío.

Un día, probablemente no un 24 de diciembre (¡Dios mismo sabe cuándo!), un día de llanto y oscuridad, de muerte y tumba, nació una luz celeste. “¡Oh, Luz gozosa!“, se la aclama en Pascua de Resurrección. En medio de las tinieblas nace uno que ve y nos hace ver, que se arroja sobre todo encendiéndolo, valdría decir llenándolo. Instituyéndolo.

Hace cosa de dos milenios, en Belén de Judá, una estrella se posó sobre un establo o una cueva, sea lo que fuere. Una estrella, cuya esencia misma es alumbrar la nada, contrastar en la tiniebla que aniquila en derredor por su misma estatura.

Hace cosa de dos milenios, siendo Quirinio gobernador de Siria, una mujer, doblegando la altura insuperable del varón que nunca hubo conocido, parió sobre un pesebre, una roca o lo que quiso Dios que fuera. Dio vida en la muerte, vida que se arrojó sobre todo encendiéndolo, y fuere mejor decir prendiéndolo en cálida llama, en la llama de amor viva de san Juan.

Ἐγώ εἰμι τὸ φῶς τοῦ κόσμου“, “ego sum Lux mundi“, para que el hombre no caminase en tinieblas. Para que nada fuera tinieblas, que es lo mismo, y el hombre tuviera vida en él. Un niño de teta nos ha salvado.

Un día, probablemente no un 24 de diciembre, una mujer alumbró al Dios o al mito. Sea en verdad o en fantasía (para el irremediable ateo), por medio de ella fueron creadas todas las cosas, porque nada era, nada había, hasta que todo lo llenó un pimpollo (según fray Luis de León, uno de los divinos nombres de Cristo).

“Sagrada familia del pajarito”, Murillo

Sea en verdad o en fantasía, para el ateo irremediable, un Dios, un mito, nos ha salvado. Todo lo tenemos en él, y hasta nosotros, sólo por él, nos poseemos para siempre. Con lágrimas agradecidos, sobre la arena realísima o en terruños de falsedad, venid, adoremos. Adoremos, porque es día de cantar a la vida que nos ha sido dada y de rendir cultos de alegría al sol que nace de lo alto; cantemos, porque es día de vivir, porque es tiempo de adorar y agradecer el regalo de nosotros con corazón filial.

Feliz Navidad, a quien ha visto el rostro de Dios y ha muerto para renacer; a los hombres nuevos, únicos supervivientes. Feliz Navidad, a quien quiere creer y reside en el mito, y en una posibilidad de vida halla consuelo. Feliz Solsticio de Invierno, a los ateos que, antes que increyentes, ni quieren que Dios exista y lo han matado en su cuna cuando pretendía venir a ser. Será difícil en la tiniebla y en la nada.

Hoy, como celebraron los romanos, el Sol invicto arrasa la sombra, y el día vence a la noche digiriéndola, haciéndose ella. Hoy aclamamos al Sol de justicia que ha venido a hacernos para salvarnos.

“Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios». Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que quiere decir, “Maestro”—, ¿dónde vives?».

Evangelio según san Juan 1, 36 – 38.

¡Felices Fiestas, a todos y cada uno!

(@ChemaMedRiv) (Chema en Facebook) Grados en Filosofía y en Derecho; a un año de acabar el grado en Teología. Muy aficionado a la buena literatura (esa que se escribe con mayúscula). Me encanta escribir. Culé incorregible. Español.

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