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El aborto y otras ‘obnubilaciones’ de la señora Carcedo

En Asuntos sociales por

Amanecía la web de El Mundo hace algunos días con una entrevista a María Luisa Carcedo, médico de atención primaria de profesión y desde hace tan solo unos meses Ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social (como si ocuparse de la Sanidad en España no diera suficientes quebraderos de cabeza).

Esta asturiana de nacimiento heredó de Carmen Montón la cartera de sanidad después de que ésta última dimitiera por su sonado caso máster. La ministra Carcedo, una veterana en política, lleva desde principios de la década de los noventa en las filas del PSOE y según los últimos datos del CIS es, junto a Luis Planas, la ministra peor valorada del gobierno de Pedro Sánchez.

Los recortes en el sistema sanitario, las huelgas de los médicos, la necesidad de una mayor inversión para las personas dependientes, la sobrecarga del sistema de atención primaria, los vientres de alquiler, los copagos sanitarios, la eutanasia, el aborto… Son tan solo algunos de los muchos frentes abiertos que tiene la ministra en ciernes. Poca es la autocrítica que muestra la señora Carcedo que, viéndose en gran parte maniatada por la situación de bloqueo político que va de la mano de la incapacidad del gobierno de sacar adelante los presupuestos, achaca sus pésimos resultados del CIS a que es la “menos conocida” de sus colegas del ejecutivo.

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La ministra manifiesta en la entrevista mencionada la preocupación existente respecto a que el perfil del consumidor de homeopatía sea el de una mujer universitaria. La eficacia de los tratamientos homeopáticos no cuenta con el respaldo de las evidencias científicas y a la señora Carcedo le sorprende, no sin razón, que una persona con formación universitaria pueda caer en las manos de estos tratamientos pseudocientíficos. Esto me suscita la siguiente cuestión: ¿Puede que algo estemos haciendo mal en las universidades si no somos capaces, desde la institución académica, de liberar a nuestros estudiantes de la manipulación de las pseudociencias?

A veces olvidamos, como le sucede en parte a la ministra, que la persona es más que su inteligencia y que nuestras decisiones no están solamente motivadas por argumentos científicos y racionales. La fe que la ministra deposita “sólo en el conocimiento” da a entender que este asunto sólo puede encontrar solución en la cruzada que tiene que librar la ciencia contra la irracionalidad de cualquier decisión que no se tome con base en esta, pero si somos más que mera razón permítanme dudar que ésta sea la solución.

Algo tenemos que estar haciendo mal en la Universidad. Pero no -o no solo al menos- porque haya personas que crean que la homeopatía les ayudará con sus problemas de salud, sino porque de sus aulas salen médicos como la ministra que no son capaces de valorar la vida de los demás seres humanos hasta el punto ir en contra del juramento hipocrático que realizan al acabar la carrera al defender la eutanasia y el aborto como un derecho. ¿Cómo puede ser que esto suceda con una persona con formación universitaria?

No estaría de más que la ministra fuera coherente con esa fe en el conocimiento de la que hace gala y resituáramos en el plano de la ciencia, del conocimiento cierto por causas, no solo la discusión sobre la homeopatía, sino también la del aborto y la eutanasia. Cuestionar el aborto según la ministra es como “volver a la Edad Media”. Pues, como buena universitaria, seguro que sabe que la Universidad nace en la Edad Media y en su esencia y misión se encuentra la búsqueda comunitaria de la verdad orientada al bien común.

Debatir y cuestionar aquello que nos viene dado y más si se trata del pensamiento dominante (sea esto la licitud del aborto o cualquier otra cosa), no es ni retrogrado ni trasnochado como pretende hacernos ver la señora Carcedo, sino que es uno de los ejercicios más sublimes de una persona que en libertad pretende elevarse sobre una ideología gracias al desarrollo del pensamiento crítico, ¿cómo puede ser que una persona con formación universitaria renuncie en principio a cuestionarse algo?

Aunque a la ministra pueda parecerle mentira, no existe una relación necesaria entre cuestionar la licitud del aborto y querer desposeer a la mujer de sus derechos fundamentales. No mezclemos churras con merinas; pues esto no va de otra cosa que de defender la vida. Es más, no entiendo cómo se puede concebir la defensa de la vida del no nacido olvidándonos de la defensa de la vida y la salud de la madre. Aunque esta decidiera quitar la vida que lleva dentro de su vientre, deben minimizarse los riesgos que esta práctica tienen para su propia existencia y su salud en la línea de lo que propone la OMS. Esto también implica no ocultar los riesgos médicos que implica el aborto para la madre, ni tampoco lavarse las manos con la necesidad de tratamiento psicológico que necesitan muchas mujeres que sufren el síndrome postaborto.

Estoy seguro además de que a la ministra, como médico y como madre, no se le escapan las diferencias entre estar y no estar embarazada, las diferencias entre un óvulo no fecundado y uno que sí lo está, aunque en la entrevista no lo parezca. Es inadmisible e injustificable enfrentar la defensa de la vida del no nacido con la libertad reproductiva de la mujer como si el aborto no fuera más que un método anticonceptivo. Esto, viniendo de una profesional de la medicina devota del conocimiento… ¡Telita!

Claro que una mujer en el ejercicio de su libertad responsable puede decidir si quiere o no ser madre, espero que junto a su pareja pues si estamos avanzado en eso de que la crianza de la prole sea cosa de dos entiendo que también debe serlo la decisión de tener hijos; pero esa decisión, hablando de una maternidad biológica, siempre es previa a que se produzca la fecundación y en ningún caso posterior.

Que la mayoría de los países que forman parte de Naciones Unidas y de la UE estén a favor del aborto no es lo que hace a estos países más desarrollados y tampoco implica que la dirección correcta sea en la que vaya la mayoría, al contrario de lo que pretende hacernos creer la ministra.

¡Seamos serios!

Sentémonos como universitarios a poner en cuestión el aborto sin manipulaciones torticeras. Creo que, si nos preguntamos honestamente, podremos dialogar si partimos de la premisa de la que parte la ministra, que “los niños no son propiedad de nadie, son sujetos de derechos propios y los padres tienen la obligación de cuidarlos”. Saquemos los mejores argumentos que las ciencias empíricas y la filosofía nos brindan y veamos ¿qué es lo que vive dentro del vientre de la mujer embarazada?

Esto no va de poner en tela de juicio la voluntad de la mujer para ser madre -como dice la señora Carcedo-, sino de preguntarnos, sinceramente, lejos de trincheras ideológicas, lo que ella misma dirá sobre los niños españoles nacidos de vientres de alquiler si “el derecho superior del niño debe respetarse. Porque el niño no tiene culpa de nada”.

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