La Universidad Francisco de Vitoria (Madrid) acogió entre el 8 y el 10 de noviembre el Congreso Internacional 50 años de mayo del 68. Una época de cambios, un cambio de época.
Más de 350 personas de diferentes nacionalidades estuvieron durante las tres jornadas de Mayo del 68, donde se buscó abordar los numerosos cambios que en diferentes ámbitos de la sociedad se han producido en los últimos 50 años.
Durante su inauguración, Daniel Sada, rector de la UFV, explicó la razón por la que la universidad ha querido poner el foco en este periodo histórico, crucial para entender la situación actual: “Queremos arrojar luz porque la universidad existe para buscar la verdad, que no es hurgar en el pasado, sino intentar comprenderlo para vivir con más plenitud el presente y aportar al futuro”.


“¿Hay hoy más justicia? ¿Más igualdad? ¿Hay verdadera igualdad? Y si no se hubieran cumplido las promesas que se nos hicieron, ¿tendríamos valor para reconocerlo?”, dijo María Lacalle, presidenta del Congreso.
Poco después, Jean Sévillia, ensayista, historiador y periodista francés en Le Figaró, delineó el marco del congreso identificando la triple crisis que nos legó Mayo del 68: universitaria, social y política. Según el periodista, los acontecimientos que rodearon las manifestaciones de la primavera francesa supusieron una “revolución de carácter antropológico y en la que el individuo se erigió a sí mismo como autoridad, se transformó en el valor supremo, que pasó de deberle algo a la sociedad a reclamárselo, en un espíritu de contestación que, en buena medida, permanece hasta nuestros días”.


De la revolución sexual a la revolución global
La primera jornada estuvo marcada por las intervenciones de Gabriele Kuby y Paola Binetti, quienes analizaron las causas de la revolución sexual.
Kuby, escritora y socióloga alemana ampliamente reconocida, señaló que vivimos una época en la que un “nuevo totalitarismo” se está infiltrando en nuestra sociedad y está socavando las estructuras políticas. Esta ideología, según dice, hunde sus raíces en la revolución del 68, no tiene límites y propicia una mayor intervención estatal y la generación de individuos cada vez más proclives a la manipulación.
A su vez, Paola Binetti, catedrática de Historia de la Medicina y las Ciencias Humanas, y senadora italiana, ahondó en una de las consecuencias del 68: la crisis de la familia. Según afirmó, entre las consecuencias del 68 que hoy permanecen, figura una cultura del deseo que ha primado sobre la cultura de la responsabilidad.
La senadora italiana ilustró con numerosos ejemplos la dificultad que hoy experimentan muchos jóvenes para acceder al mundo del trabajo, según reconoció, en parte por la falta de empleo. No obstante, hizo hincapié también como una de las causas del desempleo en la falta de maduración y de recursos efectivos al asumir responsabilidades en una sociedad para la que no se encuentran preparados.
“Los hijos han huido de la que consideraban ‘esclavitud’ de sus familias y se han visto inmersos en la ‘esclavitud de la soledad’. Es muy necesario que nos queramos y nos cuidemos a nosotros mismos pero la idea de que podemos ser autosuficientes y vivir sin los demás es una fantasía que nos han vendido. Igualmente es muy justo reclamar igualdad, por ejemplo, en los salarios de hombres y mujeres que realizan el mismo trabajo, pero es igualmente fantasioso tratar de negar la diferencia existente entre el hombre y la mujer, su complementariedad y el estilo distinto que tienen de hacer las cosas”, aseguró Binetti durante su intervención.


De la identidad sexual a la deconstrucción del lenguaje
La segunda jornada del congreso tuvo como arranque una de las intervenciones más destacadas del encuentro: la de Francisco José Contreras, Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla. En su ponencia titulada “¿Qué define mi identidad? Naturaleza, libertad, cultura”, hizo un brillante repaso histórico de lo que ha denominado “Mayo del 68, la revolución sin futuro”.
Durante su lección explicó las particularidades de esta revolución, “atípica porque no deseaba una toma directa del poder y porque no es hija de la miseria sino de la abundancia que había en todo Occidente”.
Los protagonistas del 68 fueron jóvenes, según apreció, fruto del baby boom posterior a la segunda Guerra Mundial, que, al no contar con responsabilidades laborales ni familiares pudieron prolongar su etapa formativa, incorporándose más tarde al mercado laboral y con una eminente falta de madurez.
Para Contreras, 50 años después, “vivimos con una herencia inconsciente del 68, que ha ido permeando nuestra atmósfera social hasta convertirse en la moral dominante de la sociedad actual”, razón por la cual el catedrático no augura un futuro demográfico positivo: “el legado del 68 nos aboca a un futuro insostenible como sociedad: pocos jóvenes y muchos viejos”.


El resto de la jornada contó también con una mesa redonda sobre “Identidad sexual. Hombre y mujer, ¿solo dos sexos?” en la que intervinieron José López, profesor titular de Farmacia de la Universidad de Navarra; y María Calvo, profesora titular de Derecho Administrativo de la Universidad Carlos III de Madrid que ha explicado que tenemos un sistema escolar biológicamente irrespetuoso, que “intenta la igualdad a martillazos y no tiene en cuenta las diferencias”.
También participó el profesor Nicolás Jouve de la Barreda, Catedrático emérito de Genética de la Universidad de Alcalá de Henares, quien presentó algunas evidencias científicas de las bases biológicas de la identidad sexual y se mostró convencido de que no es cierto que la orientación sexual esté condicionada genéticamente.
En otra ponencia, María Caballero, catedrática de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Sevilla abordó la cuestión del “género y deconstrucción del lenguaje” y pidió “sentido común para no llegar al ridículo”, porque, según manifestó, “no es lógico forzar las estructuras lingüísticas desde las ideologías impuestas”.
Antes de pasar a los talleres y comunicaciones del segundo día de este congreso, Juan José Daboub, exdirector gerente del Banco Mundial, explicó de forma sucinta la relación entre la economía mundial y la agenda de género.


Según Daboud, los programas económicos orientados a promover el desarrollo están siendo utilizados asimismo como instrumento para la imposición de políticas destinadas a promover la ideología de género.
“Las políticas de género se están extendiendo intencionadamente por todo el mundo. Mi país, El Salvador, es un buen ejemplo. Con altos niveles de pobreza, violencia y emigración, el primer esfuerzo político se hace para redefinir el matrimonio. Esto responde a agendas de organizaciones internacionales, que tratan de romper la familia como núcleo básico de la sociedad”, aseguró durante su intervención mediante videoconferencia.
De esta penúltima jornada, cabe resaltar también la aportación de Marguerite Peeters, directora del Institute for Intercultural Dialogue Dynamics, quien en este contexto económico y político-social, habló sobre la agenda para la igualdad de género que tanto ha influido en las conferencias de Naciones Unidas y que, según indicó, ha supuesto un cambio de paradigma importante para entender nuestro contexto.
“La agenda para la igualdad de género tiene dos orígenes: el feminismo y la homosexualidad, dos colectivos que convergen en sus objetivos y que son reflejo de un nuevo consenso global que ha integrado la agenda de género”, expresó durante su intervención.


La restauración de la carne según Fabrice Hadjadj
La última jornada del Congreso Internacional Mayo del 68 contó, a modo de clausura, con la conferencia del pensador católico francés Fabrice Hadjadj. Su intervención, brillante, directa y comprometedora, comenzó con un reclamo: su negativa a ver el pasado con nostalgia y su recordatorio de la responsabilidad de cada generación para con su tiempo. “Dios nos ha puesto aquí y ahora, en este tiempo, con una misión concreta”, manifestó el pensador a los pocos minutos de comenzar su intervención.
Para llevarla a cabo, según sostuvo, no basta con un arsenal de ideas susceptibles de ser escritas en un muro, a modo de eslogan como se hizo durante los días que duró la “revolución” del 68. “Hoy, como en mayo del 68, se sigue escribiendo por todas partes, en los nuevos muros de Facebook y Twitter”, advirtió el filósofo.
No obstante, precisó también que de la crisis antropológica que emergió entonces “no podemos salir con el espiritualismo ni de la mano de ningún tipo de filosofía, hay que restablecer la esperanza en las personas y entender que si el Verbo se hizo carne, es porque la carne es buena”.
Para Hadjadj, la actual “hipervigilancia” de todo lo relacionado con el encuentro sexual es una consecuencia directa de la concepción del cuerpo que emergió en la llamada “revolución sexual” pero que ya “venía de antes”.
“Se critican mucho las teorías del género pero son un síntoma y no una causa del problema. Si pensáis que unas pocas lesbianas americanas han conseguido cambiar la faz del mundo, deberías venerarlas. La realidad no es esa”, insistió.
Así, lo que ahora se denomina “cultura de la muerte” y se asocia a fenómenos como el aborto, la eutanasia o la disolución de las diferencias sexuales en el género, para el pensador francés no son sino concreciones de una “espiritualización” de los cuerpos que ya estaba presente en la tradición occidental y cuya actitud hacia la materia es la del control.
Como contrapartida, su propuesta es la de una reivindicación de la “carne” en oposición a un cuerpo “objetivizado” y sometido a las pretensiones de control de la voluntad espiritualizadora del hombre moderno: “La carne sexuada es más carne. Es más sensible al otro. Nos podemos descubrir a nosotros mismos. Hay una lógica de la carne que no es la de la manipulación sino la transmisión de la vida”, indicó, para añadir después que la carne “es el lugar de la vulnerabilidad”, así como el de “la miseria y la misericordia”, y “del pecado y del perdón”.
“Hay que restablecer la esperanza de las personas. Hay que creer en la carne”, concluyó el filósofo francés, convencido de que “Dios no solo se ha hecho carne para que el hombre pueda ser dios, sino para que valga la pena ser hombre”.


Conclusiones democresianas de “Mayo del 68: una época de cambios, un cambio de época”
Este congreso internacional ha supuesto una oportunidad de aproximarnos con cierto rigor al contexto de mayo del 68.
Del marxismo cultural de Gramsci hasta la caída de los grandes bloques ideológicos. Desde las tesis de Beauvoir a la ideología de género y la hipernormalización de las relaciones entre hombres y mujeres.
Quedan multitud de referencias, de reseñas a obras publicadas, de ponencias extraordinarias que ayudarán al curioso a formarse un juicio -desde una óptica distinta a la convencional- sobre lo que fueron las revueltas del 68.
Sin embargo, desde Democresía, hemos echado en falta la polifonía de opiniones que cabía esperar de un congreso con una temática como la que ofrecía, en líneas generales, Mayo del 68. Tal pluralidad, a nuestro modo de ver, habría enriquecido los planteamientos y postulados que la universidad y sus ponentes han querido exponer y defender, haciendo honor a dos de los pilares fundacionales de esta joven universidad: el diálogo y el encuentro.
Queda todavía camino por recorrer y un amplio margen de mejora en lo que a difusión divulgativa y académica se refiere. Cabe resaltar, eso sí, tanto el éxito de asistencia como la capacidad de atraer a primeras espadas a este centro educativo y, sobre todo, una cantera de profesores, doctores y profesionales dispuestos a seguir trabajando para hacer valer el papel de la universidad católica en el mundo de hoy.