Hay países donde la situación económica determina el resultado de una elección. Así, hasta la victoria de Obama en 2012, ningún presidente norteamericano había sido reelecto con un nivel de desempleo superior al 10%. La economía puede ser decisiva para la política, pero no constituye un lastre imposible de superar. Otros países se manejan en clave internacional, un entorno económico muy positivo no bastó al PP para superar el problema de 2004 y la crisis producto de la intervención española en Irak.
Las cifras van y vienen, pero las elecciones son constantes. Un adelanto de las elecciones en 2011 permitió al PP hacerse con su segunda mayoría histórica, y el inicio de lo que parecía ser un nuevo ciclo político. Recordemos que meses atrás, el Partido Popular había arrasado en las elecciones municipales, relegando a su rival histórico a las Provincias de Andalucía (donde también gobernaba a nivel autonómico) y Asturias. Salvo los tradicionales feudos inexpugnables de Cataluña y País Vasco, los populares parecían gozar de un poder total.
Mariano Rajoy, siendo un hombre de partido, despuntó por liderazgo organizacional, más que por carisma (apartado por el que siempre es criticado). Y fue precisamente esa fortaleza organizativa (que aprovechó la fuerte caída del PSOE), lo que permitió al PP ganar de forma aplastante en 2011. Sin embargo, una crisis heredada comenzó a hacer mella en la popularidad. Sigue leyendo