El mito de Chile (I): Sueño de inmigrantes
“Seremos chilenos honrados y laboriosos como el que más lo fuere, defenderemos a nuestro país adoptivo uniéndonos a las filas de nuestros nuevos compatriotas, contra toda opresión extranjera y con la decisión y firmeza del hombre que defiende a su patria, a su familia y a sus intereses. Nunca tendrá el país que nos adopta por hijos, motivos de arrepentirse de su proceder ilustrado, humano y generoso”. Timbres de trompetas, como románticos, pronunciados por los colonos alemanes a través de Carlos Anwandter, el 18 de noviembre de 1851. No muy distintas fueron las palabras de otro romántico: Maximiliano, de la casa de Habsburgo, que llegó a México en plan de mexicano y de emperador. Era un modo, una actitud, de partir y de llegar, construir donde no había, adoptar a quienes los adoptaban.
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