Revista de actualidad, cultura y pensamiento

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EEUU

Discursos reiterativos y escepticismo sobre Trump

En Mundo por

En mi opinión, muchos de los discursos de la Conferencia de Seguridad de Múnich, que desde hace más de medio siglo tiene lugar en la capital bávara, han ido perdiendo interés por la reiteración de los argumentos de los líderes políticos internacionales. Unos afirman y otros niegan, todos exponen sus alegatos, pero sus percepciones de la realidad y del escenario internacional son muy distintos.

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El gran insomnio americano

En Diario compartido por

A lo largo de este enero tuve la oportunidad de recorrer los 600 km de autopista costera HW1 que separan San Francisco y Los Angeles acompañado de mi primo, compadre de aventureos y fiel mirmidón afincado en Lubbock (Texas) por algún motivo.

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Vice o una forma pícara de bailarle el agua a Christian Bale

En Cine por

Comedia crítica de tintes macabros, el filme de Adam McKay, recorre la vida de Richard “Dick” Cheney, que ocupó varios cargos de creciente responsabilidad en la Cámara de Representantes y la Casa Blanca durante las cinco administraciones republicanas entre Nixon y George W. Bush, con el que llegó a ser el vicepresidente – doble sentido del título – que más poder ha acumulado en la historia de EE.UU. El elenco es de lujo: Christian Bale (El Caballero Oscuro, The Fighter), Amy Adams (Julie & Julia, La llegada) y Steve Carrell (The Office). Vayan al cine sin esperar un relato estricto o historicista, mucho humor negro y amargo, una crítica dura a las democracias liberales representativas, aunque pretenda limitarse solo a Cheney y a su partido, y una línea narrativa abierta a innovaciones.

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Pompeyos

En Cultura política por

La impredecible y políticamente incorrecta diplomacia de la administración Trump tiene un rostro muy dinámico: el secretario de Estado, Mike Pompeo, se ha presentado a través de su sigilosa intervención en el acercamiento de Estados Unidos y Corea del Norte, el cual se hizo visible con el histórico encuentro entre Donald Trump y Kim Jong-un, pero se materializa realmente en su contribución al acercamiento entre las dos coreas. Sigue leyendo

Síndrome de la ciudad asediada

En Mundo por

La inseguridad identitaria quizás sea uno de los rasgos más característicos de este tiempo. En lo personal, en lo social y en lo nacional. Se manifiesta como una voluntad de autoafirmación inmadura, por eso se engrandece y se obsesiona con ataques reales o imaginarios. La globalización pone al descubierto la debilidad de pertenencias que parecían sólidas. Y así surge el “síndrome de la ciudad asediada”: todo lo que sucede se interpreta como ataque de un enemigo que está a las puertas, que quiere destruir las esencias, la tradición, todo lo que bueno hay en el jardín cerrado. Todos los temores tienen su origen en que el huerto que se quiere proteger está deshabitado, vacío, solo quedan sombras de lo que fue.

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Ni Trump ni los demócratas, ganan las mujeres

En Mundo por

En las elecciones nadie pierde. Todos los candidatos y todos los partidos, se agarran siempre al dato que les permita hablar de victoria. Eso es así en todos los países y en todos los procesos electorales. No sorprende, pues, que Donald Trump hable de “tremendo éxito” tras los comicios de medio mandato que se han celebrado este martes, 6 de noviembre, en Estados Unidos. Pero es que, además, el presidente más polémico de las últimas décadas tiene argumentos para hablar de éxito. Sigue leyendo

[RÉPLICA] Donald Trump, o el poder del pueblo

En Elecciones EEUU 2016/Mundo por

Respecto del artículo publicado esta mañana por  Francisco Delgado Iribarren me gustaría puntualizar algunos puntos que considero relevantes: Sigue leyendo

Donald Trump: lo imposible es posible

En Elecciones EEUU 2016/Mundo por

Hace sólo unos meses se decía que no había muchas posibilidades de que Donald Trump pudiera ser designado candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos. Era impensable ver al magnate en la Casa Blanca y al frente de la gran potencia mundial. Pero lo que parecía imposible se ha convertido en posible.

¿Qué ha pasado para que Trump acaricie su sueño? ¿Por qué muchos ciudadanos estadounidenses están dispuestos a confiar en él? ¿Es un síntoma más de la decadencia de los principios y valores defendidos por Occidente desde hace tanto tiempo?

La alarma ha saltado en gran parte del mundo ante una posible victoria de Donald Trump. Los mensajes lanzados y las promesas a su electorado están en las antípodas de lo que hasta ahora ha significado Washington, tanto desde las posiciones republicanas como de las demócratas. Aunque se presente por una de las dos formaciones del clásico bipartidismo, en la práctica supone una tercera vía que intenta romper con políticas tradicionales que cada vez tienen más problemas para retener a su electorado con recetas convincentes.

 

Aunque Trump se presente por uno de los partidos clásicos, su propuesta es la de una tercera vía rupturista con las políticas tradicionales.

 

Trump ha utilizado, y lo sigue haciendo, un discurso populista, autoritario y extravagante que hasta ahora le ha dado resultado. Ha sabido cautivar a numerosos estadounidenses que confían en que él es la persona para recuperar, según dice, el poder perdido por la gran potencia en estos difíciles años. ¿Cómo y a qué precio? Trump apuesta por más orden y autoridad. El ciudadano tendrá que decidir si eso es lo que necesita Estados Unidos.

Donald Trump lleva meses insultando a líderes de todo el mundo. No se salva de sus exabruptos, por supuesto, su rival, la demócrata Hillary Clinton, de la que dice que es una mentirosa y una corrupta. Y hay quien desde sus filas afirma que debe ser fusilada por traidora. Son palabras inaceptables, impropias de cualquier servidor público de un régimen democrático.

Casi parece que estamos en lo más profundo de una pesadilla cuando escuchamos que piensa construir un muro en la frontera con México de tres mil kilómetros, que prohibirá la entrada de los musulmanes al país o que desea cambiar la relación histórica de Estados Unidos como defensor de sus aliados de la OTAN en caso de ataque. Quizá no recuerda o no sabe lo que ha ocurrido en el siglo XX y el papel que Washington ha desempeñado para la paz y la seguridad mundiales en las últimas siete décadas. Habrá que esperar que su equipo de consejeros y su candidato a la vicepresidencia, Mike Pence, sean capaces de poner orden, de analizar y difundir con seriedad sus propuestas. El anuncio de la convención de Cleveland de restaurar la ley y el orden no hace sino avanzar en una estrategia de miedo y de la necesidad de una trasnochada mano dura que está muy lejos de las soluciones que hoy necesita el mundo.

 

La democracia occidental tal y como la conocemos parece haber entrado en crisis.

 

La democracia occidental, tal y como la hemos conocido, parece haber entrado en crisis. A ambos lados del Atlántico están surgiendo movimientos políticos rupturistas con el enfoque de modernidad y crecimiento que posiciones conservadoras o socialdemócratas han llevado a cabo en las últimas décadas. Partidos de extrema izquierda o extrema derecha, populistas, xenófobos, antisistema o antieuropeos han logrado penetrar lentamente pero con cierta consistencia en los tejidos y estructuras políticas de Europa. Hasta han conseguido convencer a los ciudadanos, con mentiras de por medio, para dejar la Unión Europea, como ha sido el caso de los británicos en el referéndum del Brexit.

Con todas sus diferencias, esa necesidad de cambio también parece llegar a Estados Unidos. En esta ocasión no ha hecho falta un nuevo partido; simplemente la llegada de un rico hombre de negocios, sin experiencia política, con formas y mensajes impresentables, que ha conectado con gran parte de la sociedad. De manera especial, con sectores pobres y poco formados, descontentos con las fórmulas tradicionales, víctimas de los cambios económicos y que no ven ningún tipo de futuro. Y ahí es donde el populismo “trumpista” ha encontrado un caladero, hoy por hoy seguro de que en el republicano puede encontrar la solución a gran parte de sus males.

La preocupación aumenta cada día en parte de las filas republicanas, en sectores militares y en el mundo de la empresa estadounidense. La inquietud es notoria en una Europa que no gana para sustos en los últimos tiempos y que sigue atascada en su propio problema de identidad y de ausencia de respuesta colectiva a los grandes retos. El desmoronamiento de lo que ha representado Occidente empieza a preocupar. Y desde luego, el mundo puede ser muy distinto con Donald Trump en la Casa Blanca. No iba a ser candidato y lo es.

Hay quien dice que no ganará porque incluso votantes republicanos optarán por Hillary Clinton como mal menor. Pero algunas encuestas empiezan a deshacer el empate técnico y dan ventaja al primero sobre la segunda. Queda por delante una larga e intensa campaña. Es momento para pensar y reflexionar. Ni Estados Unidos ni el mundo necesitan a Trump. Hay tiempo para evitar que lo que hasta ahora es simplemente una pesadilla pueda convertirse en realidad.

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